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Gruño y trato de zafarme del agarre de JJ, pero Chuck lo ayuda.

—¡Suéltenme, maldita sea!

—¡Demonios, Lindsay! Arruinarás el plan. Tranquila —sisea JJ.

—Haz caso, Lindsay—me abraza Chuck, como si eso ayudara.

Veo a Zaid interactuar con esa perra, y me tranquilizo para observar.

Él abre la caja y le muestra el contenido. Un montón de celulares dañados para vender. Ella se pone en cuclillas y saca uno, lo observa, le da la vuelta... pero Zaid la distrae antes de que se dé cuenta de que están dañados.

Observo a la chica. Es de tez trigueña, ojos negros. Viste como una prostituta, falda vaquera súper corta, blusa de vientre afuera y su pelo negro en una coleta alta. Gretta Monett.

—Esa zorra —susurro con odio—. Lo pagará. Ya verá.

—Eso, —dice Chuck muy serio—. tenlo por seguro.

Sigo observando. Como me gustaría poder oír la conversación. Ella parpadea constantemente, como si tuviera una escama de pescado en el ojo. Como quisiera que eso pasara... ¿Se quedaría ciega? Se muerde el labio y sonríe coqueta. Solo falta tirarse al piso y abrir las piernas, como la perra en calor que es.

Oigo una risita estúpida de su parte cuando Zaid le dice algo. Él recoge la caja y se va. Pero ella lo llama...

—¡Oye, James! —ella dice.

Él se da la vuelta.

—¿Si, Claire? —contesta él.

—Se te ha quedado algo...

Él se acerca y ella le tiende un papel. Él duda, pero luego acepta y lo guarda en sus bolsillos. Ella le dice algo y él le contesta, haciendo que ella saque su móvil y teclee en él. Él le ha dado su número.

—Oye, Lind, ¿Por qué aprietas tanto mi polera? —pregunta JJ.

¿Qué?

—¿De qué hablas?

Me señala abajo, donde sostenía el bajo de su remera. Ahora está estrujada. Lo he hecho yo por la rabia, y ni siquiera me había dado cuenta.

—Mierda. Lo siento.

Él solo niega con la cabeza y sigue observando al frente. Zaid se dirige hacia la siguiente casa, disimulando, como lo habíamos planeado. Minutos después, se dirige calle abajo, a la van y nos hace una señal.

JJ y Chuck se colocan a cada lado mío.

—Oigan, tranquilos, ¿Sí? —digo irritada—. No voy a correr hacia esa perra. Aunque ganas no me faltan.

Seguimos caminando hasta la van, subimos y nos largamos.

—¿Y qué pasó después? —pregunto.

Zaid y yo decidimos vernos horas después en un parque infantil cerca de su casa. Hoy es miércoles, a las ocho de la noche, por lo que no hay nadie.

—Me dijo que se llamaba Claire, pero sé que no es así. Yo la he visto antes, pero no he oído ese nombre.

—No te equivocas. Fue aquel día que nos encontramos en el Damned Soul Club. ¿Recuerdas?

—Sí —asiente—. Toma esto.

Saca un papelito blanco y lo tira al piso. El número de Gretta. Nunca me cansaré de decirle perra. Lo miro.

—Y... —carraspeo—. ¿Le has dado tu número? —trato de sonar desinteresada.

Always MyselfDonde viven las historias. Descúbrelo ahora