8

221 17 0
                                    


Después de alisar mi cabello varias veces, cojo mi móvil y le marco a mi tía. Al tercer tono, contesta.

—¿Lindsay, que pasa?

—Solo que necesito mi cepillo dental y algo de ropa mientras estoy con Shannon.

—No te preocupes, nena. Cecilia va para allá.

—¿Has hablado con ella?

—Sí.

Mejor. Así puedo descansar.

—Genial. Hasta luego.

Cuelgo sin esperar respuestas y me acerco a Shannon cautelosamente. Arrastro una silla que está detrás de mí y me siento a su lado.

Hace cuatro años, Ansel tuvo un accidente en su moto. No fue grave, solo tuvo una pequeña contusión en la cabeza, lo que lo dejó inconsciente. Bertha me dijo que si le hablas a una persona en ese estado, te escucha y te siente a nivel espiritual. Lo hice todo el día hasta que quedé dormida.

Nunca le he preguntado si me escuchó. Prefiero dejarlo así, como un mito no confirmado.

Tomo su mano y una larga respiración.

—Shannon, ¿Cómo estás, nena? Estoy aquí para decirte algunas cosas importantes. Una de ellas es que eres una perra, que lo sepas. También una idiota. No puedo creer que hayas hecho lo que hiciste. ¿Tan estúpida eres? Estoy muy enojada contigo, Shannon, te hacia más inteligente, amiga.

»Pero es que no soy la única. Bruno está deshecho. Y a pesar de que dijo que se quedaría contigo, lo decía enojado. ¿Sabes? Rabia no es lo único que siente. También lo veo algo... triste. Quizá por tu estado. Él suele ser divertido a su manera. Nunca lo he visto así.

Respiro hondo otra vez.

—Eres una maldita egoísta. No pensaste ni en tu madre cuando decidiste darte la sobredosis. ¿Por qué cojones lo hiciste? Dime —le aprieto la mano, fuerte.

Luego la sostengo tan suave que es como si ella hubiese puesto sus manos sobre las mías.

Entonces su dedo anular se mueve.

Doy un pequeño respingo y observo su cara. Aún está inconsciente. Miro su mano otra vez, esperando otro movimiento, pero no pasa.

Bajo la cabeza hacia nuestras manos unidas y cierro los ojos, respirando pesadamente. Mi cabeza late fuerte. Debe ser el estrés, tanto pensar y la mala noche.

La miro y justo cuando abro la boca para hablar, la puerta se abre. Mi corazón da un vuelco del susto, pero cuando veo que es Cecilia me calmo.

—Buen día, Lindsay —me sonríe.

—Hola, Ceci —me pongo de pie.

—¿Cómo sigue? —pregunta, toda sonrisa borrándose de su rostro.

—Igual.

Suspira ruidosamente y se acerca para tomar su mano.

—Gracias por quedarte.

—No hay de qué.

—Cuando desperté en mi casa, me quede tan sorprendida y confundida que por un momento pensé que había tenido una pesadilla. Y luego recode a Christine dándome unas píldoras. Ella y Sasha me han engañado —murmura, negando con la cabeza, pero sin rencores.

—Ya sabes, debías descansar.

La veo tan decaída.

—¿Sabes? mientras le hablaba, ella movió un dedo —murmuro segunos después.

Always MyselfDonde viven las historias. Descúbrelo ahora