Estoy tumbada en mi cama, mirando hacia el techo, tratando de analizar todo lo ocurrido hoy. Estaba recién duchada después de haber cenado y haber tenido una conversación a mena y trivial con mi tía allá abajo. Ella no paraba de hablar de la florería, incluida la disminución de los clientes, y sentía que en cualquier momento me asfixiaría.
Se han descubierto tantas cosas de ese maldito usuario, pero aun así no sabemos quién es. No tenemos la menor idea de quien podría ser. Por supuesto, no falta mucho para saberlo. Mañana mismo los chicos y yo iríamos a esa dirección que nos llevará al culpable de mis noches en vela.
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El sonido de un aparato me despierta. Abro los ojos a regañadientes y me estiro un poco. Después de soltar un gemido, cojo el móvil y me doy cuenta de que es una llamada.
—¿Sí? —mi voz sueña toda pastosa.
—Lids, ¿Estas despierta? Shannon y yo vamos en camino.
—¿Qué? uh... JJ, claro, ya casi estoy lista.
—Bien, allá nos vemos.
Cuelgo y salto de la cama hacia el baño y me lavo los dientes para luego darme la ducha más rápida del mundo. Cuando salgo, ya estoy toda sudada y agitada. Ugh. Voy al closet y cojo unos vaqueros rasgados, un suéter gris y unas botas planas.
Bajo a toda prisa y veo a Shannon y a JJ ahí, todos relajados y tomando una taza de café hecho por mi tía.
—Agh —gruño.
—¿Qué pasa? —Pregunta JJ—. ¿Mal día?
—Solo vámonos.
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—¿Falta mucho? –se queja Shannon.
—No, solo la mitad del camino.
—Eso es poco —la tranquilizo.
—Pero si son como 30 kilómetros o más.
—Sí —contesto.
—A ver, si no querías venir debiste decirlo y quedarte, nena—le dice JJ a Shannon.
—Cállate, mono criado en la cuidad.
—Oh, por favor. Basta.
Y ya no hablan más. El trayecto está preñado de un silencio para nada incómodo. Cada quien va observando el lado de su ventana mientras se ahoga en las profundidades de sus pensamientos.
Ha pasado una hora y media desde que arrancamos hacia San francisco, ya me duele el trasero de tanto estar sentada y tengo sed. Debí hacerle caso a Sasha al decirme que lleve las bebidas y picadillos básicos para resistir hasta que lleguemos.
Hablando de mi tía, no ha habido un momento en que pueda relajarme en la camioneta de JJ. ¿Qué tal que valla alguien y le diga? ¿O que valla un policía? Agh, que estrés.
Pero debo tranquilizarme. Le pedí discretamente a Christine que le echara un ojo, que no la dejara sola para que no se sintiera triste. Ella está acostumbrada a estar allí conmigo, y ahora con Zaid, quien también está con ella.
Sasha me rogó que no fuera, que dejara esas tonterías para luego. Al imbécil de JJ no se le ocurrió más nada que decir que íbamos a comprar unos boletos para ir a ver Imagine Dragons. Pero Shannon le dijo que no podíamos esperar, porque se podrían agotar.
En fin, mis amigos son estúpidos.
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Tres malditas horas.
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Always Myself
Teen FictionElla estaba vacía y triste. llena de oscuridad. El era como la luz del alba, quien andaba iluminado todo a su paso.