Capítulo 36

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Nos sentamos al comedor y los primeros bocados pasan en silencio. No quiero ser dramática o incluso molestar con el tema, pero sé que a Harry le pasa algo, algo lo está molestando o le está nublando la mente y quiere ocultarlo.

—Si quieres que pasemos una buena noche deberías comenzar por decirme qué te pasa— hablo por fin. Me mira aparentemente desconcertado mientras mastica.

—¿De qué hablas?— finge inocencia. Me molesta que crea que no voy a notar que algo anda mal, es como si creyera que no lo conozco. Aunque quiero ser sarcástica o reñirlo por ocultarme cosas, opto por tranquilizarme.

—Sabes de qué hablo—. Lo veo a los ojos y evita mi mirada.

—No tengo nada— me mira por dos segundos y sonríe falsamente, luego se concentra de nuevo en su comida.

—Harry, es en serio, ¿crees que no te conozco?— digo ahora si enojada. Dejo los cubiertos a un lado y lo miro frustrada. —¿Estás enojado aún por lo de Daniel?, entiendo si lo estás, pero tienes que hablar conmigo—. Tengo la respiración agitada y un nudo en la garganta. Sus ojos se oscurecen y se tornan sombríos.

—No tengo nada, ¡y no hables de ese idiota!— gruñe y me fulmina con la mirada.

—¡Habla conmigo!— le grito. —Sé perfectamente que algo no anda bien, te conozco más de lo que me conozco a mí misma, ¡no puedes actuar así!

—¡Y según tú, qué me pasa!— se pone de pié. Ahora está totalmente fuera de sus cabales, no por el enojo, sino la frustración.

—¡¿Crees que no me doy cuenta que te incomoda que te de un simple beso?!— chillo poniéndome de pié también. Ahora estoy al borde de las lágrimas, decir que me rechaza en voz alta duele más de lo que pensé. Parece que lo he tomado por sorpresa porque sus ojos se abren.

—¿Qué?— susurra.

—Ay, por Dios, ¡no actúes más!—. Desesperada me enjugo los lágrimas, prefiero que me grite qué siente, a que se quede callado, me mata que no hable conmigo, necesito saber qué pasa por su mente.

—No, en serio, ¿crees que me incomoda?— pregunta en voz baja, parece que su enojo se ha esfumado.

—Si— respondo avergonzada viendo mis pies. Cierro los ojos con fuerza y dejo que las lágrimas caigan, haciendo todo lo posible para no llorar de forma audible.

—Nena...— susurra arrastrando la palabra. Se acerca a mi pero me alejo unos centímetros sin aún levantar la mirada.

—Necesito que hables conmigo, necesito que me hagas saber qué sientes. Si quieres que te deje solo un par de días lo haré, pero no finjas que todo está bien, prefiero no tenerte por unos días a tenerte siempre pero que no q-quieras
e-esto—. Las últimas palabras me destrozan de adentro hacia afuera con sólo pronunciarlas, tal como si fueran navajas.

—Mírame— escucho a penas el susurro tenue de su voz y la calidez de su aliento, pero no accedo.

—Por favor, mírame— pide esta vez más fuerte y levanto el rostro al instante en que noto su voz quebrada. Tiene los ojos rojos y algo húmedos, aprieta la mandíbula y me mira como si me fuera a atravesar.

Lo miro atenta, tratando de descifrar qué hay detrás de esos ojos verdes, de esa galaxia que hay dentro de ellos, de ese mundo infinito al que quiero pertenecer.

—Lo único que quiero es lo mejor para ti— su labio inferior comienza a temblar y aprieta aún más fuerte la mandíbula. Desvía sus ojos a mis manos y las une con las suyas, las ve así por unos instantes y luego me mira de nuevo. —Quiero que sepas que te amo, te amo más de lo que me amo a mí mismo; te amo tanto que moriría por ti si tuviera que hacerlo. No me importa qué tenga que hacer para hacerte feliz, yo solo lo haré—. Tengo la visión borrosa de su rostro suplicante y sincero, las lágrimas en mis ojos simplemente no me dejan verlo bien. Cierro los ojos para drenar las lágrimas y un sollozo se escapa de los más profundo y recóndito de mi alma.

Only You 2 ¿De qué estamos hechos? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora