Capítulo 39

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OCTUBRE

Los días siguen pasando, el calendario sigue rodando, mi alma sigue envejeciendo y yo sigo muriendo. ¿En dónde está?, ¿está bien?, ¿por qué no he vuelto a saber nada de él?

Sé que nuestra separación es definitiva, pero hace dos meses no sé absolutamente nada de su vida, vive al otro lado del mundo, eso es lo único que sé. No sé si lleva una buena vida, no sé si dejó las drogas para siempre o volvió a ellas... es la peor incertidumbre que he sentido jamás.

—¿Señorita, podría darme el ticket?—. Sacudo la cabeza y veo a la mujer que me observa impaciente.

—Sí, lo siento— le doy el ticket donde está mi recibo de lavandería. Lo toma y entra detrás de una puerta.

En la lavandería hay pocas personas, son cinco conmigo. En realidad no tengo necesidad de venir aquí, sólo buscaba una excusa para salir del apartamento y ocupar la mente. Hace invierno y mis planes con Niall han sido opacados por las lluvias y el frío intenso. La mayoría de veces lo invito a mi apartamento para ver una película y tomar chocolate caliente. He invitado a todos los chicos a mi casa unas tres veces en este tiempo, Niall insiste en que salga más con todos y no sólo con él, dice que no me hace, pero es que la verdad con la única persona que me siento cómoda es con Niall.

—Aquí está toda su ropa—. La mujer malhumorada me tiende una bolsa llena y me mira con cara de exasperación.

—Gracias...—. Tomo mi ropa con velocidad y salgo de la lavandería.
El frío aire me golpea el rostro y me acomodo el abrigo, me ajusto la bufanda y me abrazo el cuerpo como puedo. Siento que la nariz se me congela.

Camino por la acera y justo cuando voy a subir al auto, lo veo. Delicioso chocolate caliente con malvaviscos.

Cruzo la calle luego de ver hacia ambos lados y entro en la calentita cafetería. Mi vista está fija en una de las mesas, sólo necesito chocolate, chocolate, chocolate. Lo bueno de estar varios kilos más delgada de lo debido es que puedo atragantarme con chocolate.

Me siento en la silla y mi celular comienza a sonar.

—Hey, rubio— saludo a Niall. Le tengo mucho cariño ahora, más del que imaginé, tengo muchas cosas por las que agradecerle y brindarle mi lealtad.

—Hola, castaña— bromea y sonrío. La misma sonrisa vacía.


—¿Cómo estás?— jugueteo con una de las servilletas.

—¿Acostado, y tú?—. Suelto un bufido parecido a la risa por su comentario y lo escucho reír.

—Tus chistes siguen siendo terribles, Niall— niego con la cabeza.

—No era un chiste— simula estar ofendido y sonrío de nuevo. Un cabello se me escapa y lo meto detrás de mi oreja.

Doy un brinco y dirijo la mirada hacia la entrada del lugar. La puerta fue golpeada con fuerza por un hombre al que a penas le vi la espalda. Todos en la cafetería nos miramos entre sí confundidos y Niall dice:

—¿Qué fue eso?

—No sé, algún loco cerró la puerta como si estuviera en su casa— niego con la cabeza, me molestan las personas mal educadas.

—¿Acaso adónde estás?

—En una cafetería

—¡¿Vas a comer?!— chilla y ruedo los ojos. Niall está obsesionado con que estoy demasiado delgada, dice que debo comer más y bla, bla, bla.

Only You 2 ¿De qué estamos hechos? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora