Only You 2 ¿De qué estamos hechos?

Capítulo 25

Anna's PDV

Parpadeo un par de veces hasta que mis ojos reaccionan a la poca iluminación. Me quedo de pie viendo el lugar sin decir una sola palabra. Harry sigue detrás de mí y se mantiene en silencio.

Giro levemente la cabeza y mis ojos recorren toda la estancia. Las cortinas de color oscuro niegan cualquier entrada de luz que pueda provenir de la calle. Mis ojos se posan en las paredes del lugar, son de piedra y completan el estilo antiguo a la perfección; luego, poco a poco, recorro el suelo de color blanco hasta llegar a mis píes; allí me fijo en las dos primeras velas que comienzan el camino.

Están ubicadas en una hilera cada una, formando un hermoso camino hasta la mesa que se encuentra en la mitad del salón; una vez allí, forman un circulo amplio al rededor de ella.

Camino lento y en silencio mientras observo lo que hay bajo mis pies. Pétalos rojos y blancos acompañan las velas blancas ayudando a enmarcar el camino. La luz es de un amarillo, casi dorado tenue, es muy baja, casi inexistente.  Las pequeñas llamas de color amarillo le dan calidez al lugar y complementan el panorama.

Voy a medio camino cuando Harry habla: —¿No..no te gusta?—vacila nervioso. Sé que lo está aunque no lo estoy viendo.

Me doy la vuelta de forma lenta y centro los ojos en los suyos.
Mi corazón da un vuelco al verlo de pié justo donde comienza el camino de pétalos y velas; estando ahí, vestido todo de traje, luciendo nervioso, y sabiendo que fue él quien hizo todo esto por mí.

Antes de poder darle sentido a lo que estoy haciendo mis pies se mueven rápido y corro hasta él, lo abrazo con todas mis fuerzas y hundo la cabeza en si cuello.

Sus brazos me envuelven la cintura y me estrecha a él con mayor fuerza de la suele hacerlo. El nudo crece en mi garganta y las lágrimas se agolpan en mis ojos, con todo mi esfuerzo me concentro en no llorar. No quiero dañar mi maquillaje y manchar su camisa blanca.

—Te amo tanto— sollozo con voz quebrada en su cuello. Sus brazos me aprietan más fuerte y me da un beso en el cabello.

—Lo sé, te amo—susurra con cariño. Bajo mis manos de su cuello y las envuelvo a la altura de su torso. Huele delicioso y está calentito. ¿Puede ser más perfecto?

—No vayas a llorar, no quiero que parezcas un mapache o algo así—bromea. Levanto la vista y entorno los ojos.

—No creas que porque hiciste todo esto puedes maltratarme psicológicamente—bromeo tratando de sonar en serio. Me mira con ojos brillantes y una sonrisa gigante en el rostro.

—Tal vez no pueda hacer eso, pero si otras cosas,—sonríe coqueto —como llevarte a la mesa y cenar—añade y me da una mirada inocente.

—Si, claro—asiento. Suelta una carcajada y sus manos agarran mi cintura. Me da la vuelta y me invita a caminar.

Camina detrás de mi manteniendo sus manos en mi cintura. Las baja un poco hasta mi cadera y me susurra al oído: —Ese vestido me está volviendo loco—. Me sonrojo y no respondo nada. Me da un apretón juguetón y me revuelvo por las cosquillas.

—No hagas eso—me quejo después de soltar una risita.

—¿Por qué?—susurra aún en mi oído curioso. Llegamos a la mesa y nos quedamos de pié por unos segundos. —¿Te excita?

—No,—me río y niego con la cabeza. —deja de ser pervertido.

—Está bien—dice con voz de niño pequeño y me río de nuevo. —Ahora ven.

Me toma de la mano y me invita a sentarme en una de las sillas; la mueve y tomo asiento. Da un paso y se sienta en frente de mí. Me mira con repentino nerviosismo y cuando le sonrío agacha la mirada.