Capitulo: 46

789 37 3
                                    


Capitulo: 46

[***]

Llovía con todas sus fuerzas, en la ciudad de Nueva York. Y la gran figura de Steve Rogers estaba reflejada en la ventana de la gran mansión de su prometida, quien desde hacia una horas que le veía fijamente, esperando que él dijese o hiciese algo. Él solo estaba allí, mirando la calle solitaria.

-¿Hice algo que te molestase, amor de mi corazón?-

Utilizo su voz más dulce, cuando sus labios estuvieron cerca de su cuello, desde atrás, donde sus pequeños brazos pudieron lograr introducirse por sus costados, llegando así a su pecho. Lo abrazo contra si misma y recargo su rostro en su omoplato izquierdo, hondo respiro su olor, y añadió en voz baja:

-Hueles a preocupación, Steve-. Rogers giro la cabeza hacía su costado izquierdo, mirando su rostro. -Me escondes algo, ¿no es así?-

Desvío su mirada hacia el frente y dijo:- No, solo meditaba algunos cambios. -Se giro haciéndole frente. -No te escondo nada, ¿Porque piensas eso?-

-Recuerdas la ves que Fury te dio una misión? recién estábamos juntos y tenias que irte? -Asintió.- Bueno, de esa misma forma te encontré, y luego me dijiste lo que fue de días atrás. Tres días más tarde, partiste a Rusia.

Ella fue tan sutil, que él no obtuvo una respuesta inmediata, más bien se sintió cansado y viejo. Y las ganas de dormir le fueron requeridas.

-Deberías dormir-, Deslizo sus manos por sus anchos hombros. Steve cerro los ojos en los segundos restantes. Los abrió inmediatamente cuando ella le había tomado la mano, y llevado a la cama. -Kor duerme-

Con un pequeño empujón, Steve cayo sobre el borde de la cama. Ella sonrió complacida, y se inclino hacia adelante, ladeando la cabeza para tocar la piel de su cuello con sus labios. En el momento que hizo contacto, él cerro los ojos, dejándose llevar.

Se correspondieron los besos con sonrisas, y gemidos. Las grandes manos de Steve, fueron capaz de destruir su sweter para empezar, y luego fue su short, que acabo partido en dos parte por la habitación, como las demás prendas que hicieron un gran sendero hasta la cama.

La tensión sexual en ambos, sorpresiva mente había aumentado, desde que ella salio embarazada. Ya no se conformaban con un polvo, si no que cinco o diez seria más que suficiente, para proclamarlo satisfactorio.

Primero el viaje de besos y chupetones por ambos cuerpos, luego fueron más allá donde sus entrepiernas los hicieron gritar hasta la más gota de placer, y luego volvieron a las miradas, sonrisas, palabras bien dichas como bien recibidas, y sus acaricias, que provocaban el aumento del placer por el que ambos estaban embelesados.

Sin embargo la parte de ambas fusiones, fueron atraídas con más salvajismo que amor, al montarse, y emprender una larga marcha de melódicos cantos que no fluyeran más allá de la seguridad de la puerta.
Estaban entretenidos entre ellos, mientras dos extremidades que volvía loco al Capitán se movía de arriba abajo, así como hacia el esfuerzo para alzar la cabeza y tomar uno de ellos en sus labios, mientras sus manos estaban ocupadas en las caderas de su mujer. Pronto sus piernas estuvieron abiertas, y sus uñas sobre la espalda de su domador, mientras cerraba las piernas alrededor de sus caderas, para lograr que entrara más y más profundo, donde su calor necesitaba ser sentido. Por un momento se sintió tan libre entre las azules aguas del cielo, cuando esos ojos le miraban fijamente, mientras su cuerpo ardía en placer, y sus sudores se fundían en un solo cuerpo, donde las sabanas hacían acto de presencia, para atrapar cualquier residuo, deslizante hacia cualquier superficie.

Ella le dio la espalda, y él la tomo por detrás. Sus manos sobre la almohada, y sus caderas alzadas para él. Su cariño y sus manos tuvieron una gran extensión de ese cuerpo, por donde recorrió todo lo que pudo, hasta que la cama dio un alto.

Te Protegeré → Steve Rogers || Capitán AméricaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora