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Eran las 3: 47 P.M.
—¿Puedo? — La voz de Steve, la sacó de sus pensamientos.
Ella sonrió. Se hizo a un lado, dándole espacio en el pequeño banco de madera. Steve se sacó el escudo, recostándolo contra la pared. Tomo asiento aun lado de Ru, fijando su mirada en Sarah, quien se encontraba sentada en la alfombra, jugando con legos de goma.
Permanecieron así por unos cuantos segundos, ambos con la mirada puesta en la pequeña Rogers. Ambos esperando que alguno dijera algo, luego de lo que sucedió en el salón.
—Pensé que no te vería tan pronto—Le dijo Ru, entrelazando sus manos.
—Aquí estoy— Dijo él. —Tenemos que hablar.
—Ya lo suponía. —Suspiró. —Sabias, que soy agente, ¿Verdad?
—Ru...
—Déjame terminar. —Dijo con voz calmada. — Steve, aparte de ser esposa y madre, también tengo una vida como agente....
—Ruxandra...— Le hablo con severidad.
En ese preciso instante, Steve se obligo a callar, mirando fijamente a su pequeña hija, quien había roto otro lego de goma... Otra muestra de poder.
Apretó la mano de su esposa, escuchando su corazón ir a todo velocidad contra su pecho. No era primera vez que presenciaban la fuerza de su hija, solo que esta vez, sus manos se volvieron de metal, con el calor al rojo vivo, para fundir la goma.
—Viste eso...— Dijo ella con voz queda, mirando fijamente a su hija, atenta a otro movimiento.
Sin embargo Sarah no se movió, solo estaba allí, jugando con la goma fundida entre sus dedos, ahora pintados en rosa.
—Si...— Steve se levanto, decidido tomar a su hija en brazos, cuando Ru le interrumpió:
—Deja que yo la tome, puede quemarte. —Puso una mano sobre su hombro deteniéndole.
Se agachó, extendiendo sus manos, hacia el cuerpo de su hija. Ella alzo los bracitos en su dirección, gorgoteando algo que sonó más a una pregunta.
Ruxandra sonrió, alzándola en sus brazos. —Si, Sarah —Dijo ella, mientras tocaba sus manitos.
—Esta bien?— Le preguntó Steve.
—Si, sus manos están frías. —Se acerco a su esposo. Steve tomo las manitos de su hija, inspeccionando que no hubiera alguna quemadura o algo anormal.
Sarah estaba bien, con la mirada fija en sus manos viscosas. Ruxandra se interno al baño con ella, lavándole las manos.
—Gracias a Dios, no lo ha echo nunca en público. —Dijo ella andando por la habitación por ropa limpia para su hija.
Steve se sentó en la cama, observando las manos de Sarah.
¿Porque ahora? Ni siquiera ha terminado de crecer, como para que sus poderes se presenten ahora, se dijo, acariciando las manos de Sarah.
La pequeña había aferrado sus manitas en las manos de su padre.
—...Es que... Tenemos que tener cuidado con ella, es muy peligroso, que sepan que es mutante.
Se sentó aun lado de Steve, acostando a su hija en la cama. Al desvestir a la pequeña, esta había empezado a llorar, y a removerse entre las manos de su mamá.
—Shhh... Tranquila bebé, no pasa nada, —Le beso las manitas y siguió vistiéndola. —Ya casi termino.
Steve estuvo a su lado, observando a sus chicas. Se sintió afortunado por tenerlas, desde siempre. Después de todo, por lo que tuvieron que pasar, al ella no poder tener hijos.
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Te Protegeré → Steve Rogers || Capitán América
De TodoDos personas muy distintas, nacieron para estar juntos con la diferencia de años, y pensamientos; sin embargo se complementaban magníficamente, siendo una sola persona en tres diferentes características, y años. Él la amaba, y ella lo amaba. Estab...