CAPÍTULO 04

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Capítulo 04 | ¿Qué estoy sintiendo?

Me miré al espejo una vez más, me veía decente, hasta podría decir que "deslumbrante". Lo cierto era que el vestido se ajustaba bastante bien a mi cuerpo, y el diseño me favorecía mucho, haciéndome sentir mejor conmigo misma. El maquillaje se veía precioso al igual que mi cabello, me sorprendía lo bien que me veía, era casi increíble. Giré un par de veces en el lobby del baño para cerciorarme que mi vestido se viese bien de todos los ángulos posibles. El velo que caía por la parte de la espalda le daba un efecto muy elegante y sofisticado. Volví a ponerme de frente y me vi a los ojos, por primera vez en mucho tiempo pude ser capaz de sostenerme la mirada. Me sonreí abiertamente, animándome a salir a la fiesta con confianza, prometiéndome que todo estaría bien, prometiéndome que esta noche cambiaría por siempre mi vida.

Cuando entré al gran salón ningún rostro me resultaba familiar, después de todo ¿a qué había venido? No lo recordaba, mi memoria se ponía en blanco por completo al intentar pensar en la razón. Caminé bastante confundida entre las mesas sin alguna dirección, la mayoría de las personas eran adultas cosa que me hacía descartar que esto fuera una fiesta de quince años. Además, mi vestido no era el tipo de vestido que llevaría a una fiesta de quince años, y si me esforzaba en recordar estaba segura que me daría cuenta que nunca antes había usado un vestido largo para algún evento ¿de dónde había salido este? ¿Cuándo había comprado este vestido tan hermoso? ¿Cómo era posible que no pudiera acordarme de haberlo ido a comprar y si de mi primer día en la primaria?

El tacto de unas grandes manos en la parte desnuda de mis hombros me sacó de mis pensamientos, haciéndome girar con una mirada interrogante ante la extraña sensación de sentir el contacto físico de otra persona hacia mí. Me quedé atónita al ver al profesor Haníbal sonriéndome ampliamente, sonriéndome de una manera encantadora, como solo él podía hacerlo. Verlo sonreír me provocaba un mundo se sensaciones, algo dentro de mi alma que estaba roto se unía. Le devolví la sonrisa, siendo la mía bastante tímida tratando de ocultar el rubor que se había hecho en mis mejillas. Nos miramos un par de segundos, sus ojos eran preciosos, no eran de ninguna clase de color extravagante al contario eran de un común color café, pero sus ojos eran los únicos que tenían el poder de lograr erizarme la piel.

—viniste —me dijo, sonriendo aún más, provocando una descarga eléctrica en mi corazón.

—eso parece —le respondí, dedicándole una media sonrisa.

—me da gusto que hayas podido venir —me dijo mirándome con dulzura— ven, por acá esta la mesa —me dijo poniendo una de sus manos sobre mi espalda para guiarme hasta la mesa.

Lo miré desconcertada, pero él pareció no notarlo y si lo había hecho había preferido ignorarlo porque no quitó su mano hasta que estuvimos en la mesa. El profesor Haníbal se limitó a presentarme como "ella es Cara" para después ayudarme a sentarme. Una vez sentada entrelacé mis manos sobre mi regazo, y trate de evitar mirarlo, pero me fue imposible, una parte de mí se moría por girarse y mirarlo, y esa parte de mi fue la victoriosa. Me sentía de una manera rara, como si una parte de mi quisiera memorizarlo y guardarlo en el alma por siempre. Una parte de mi quería poder tener la habilidad de tomarle fotografía a su sonrisa e inmortalizarla en un bello recuerdo en mi memoria porque por muy extraño que pareciera, su sonrisa me hacía sentir completa. Yo sabía que si me quedaba viendo esa sonrisa un segundo más iba a ponerme en peligro porque su sonrisa prometía llevarme al infierno pasando por el cielo. Yo no podía arriesgarme así, tenía que protegerme, no podía bajar la guardia tanto, pero me estaba resultando bastante difícil.

Una de sus manos tocó las mías con suavidad, atrayendo toda mi atención a lo que estaba diciendo.

—¿mande? —le pregunté, casi a modo de susurro.

Soñé que me queríasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora