CAPÍTULO 26

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Capítulo 26 | he caminado a través del fuego...

Despedí a Irene con un abrazo en la puerta principal, había estado en mi casa por un par de horas para ayudarme a estudiar para el examen del lunes, pero no me había podido concentrar. Realmente no podía ni siquiera recordar mi nombre completo con exactitud. La noticia acerca de la boda de Haníbal me había dejado perpleja, y con una estaca clavada en mi corazón, una estaca decidida a no salir de allí.

Entre de nuevo a mi casa, cabizbaja, y subí a mi habitación para tomar mis cosas y darme un baño, me hacía falta. Tome mi celular y lo lleve conmigo, para poder poner música. Una vez que tenía todo lo que necesitaba baje para usar el baño del primer piso. Me desvestí frente al espejo, y me atrape con la mirada perdida. Agite mi cabeza y termine de desvestirme, tratando de contener las lágrimas que se querían apoderar de mí. Antes de entrar a la ducha tome mi celular y puse la música lo más alto posible, para ser precavida.

Entre al agua e inmediatamente sentí como esta me hacía débil, mis músculos comenzaron a suavizarse y deje recorrer el agua mi piel desnuda. Sin darme cuenta, comencé a sollozar, y de un momento a otro me encontraba sentada en una orilla de la ducha, con mis piernas sobre mi pecho y mi frente sobre mis rodillas. Comencé a llorar de una manera desesperada, como una niña pequeña que acababa de nacer, ¿Por qué carajo me sentía así? ¿Por qué me afectaba de esta manera? Yo sabía que lo amaba, carajo, ¡claro que lo sabía!, pero ¿Por qué tenía que doler tanto?

Tenía unas grandes enormes de irme, desaparecer, cambiarme de imagen y eliminar todas mis cuentas sociales. Deseaba irme a un lugar en el que pudiese comenzar de nuevo, un lugar donde mi pasado no se conectase a mi presente. Sin embargo, no podía hacer eso y debía asimilarlo. Además, ¿de que huiria si lo que me dolía, lo que llevaba clavado en el pecho, me seguía a todas partes?  Debía enfrentar la situación con la mayor madurez y fuerza posible, al fin de cuenta él no tenía ni la menor idea de mis sentimientos hacia él.

No podía saber con exactitud cuánto tiempo estuve bajo la regadera, en completo llanto, sintiéndome más vacía que nunca. Era como si me hubiera arrancado el corazón de una manera bastante violenta. Una vez me dijeron que cuando se lloraba no solo se lloraba por lo que llorábamos sino que llorábamos por todas aquellas cosas por las que no se lloraban en su momento.

Salí del baño consciente de que probablemente mis ojos se viesen hinchados, y me puse la pijama. Me mire al espejo una vez más y me dio escalofríos encontrarme con mi mirada, estaba fría y vacía. Tome mis cosas y salí de allí decidida a encerrarme en mi habitación y hacerme bolita bajo mis sabanas.

—Cara, ¿no vas a comer? —me pregunto tini cuando pase por el pasillo que estaba junto a la cocina.

—no, gracias Tini —le respondí a mi nana.

—¿te sientes mal? Es que no has comido nada...

Suspire y apreté mis labios.

—sí, yo creo que la fruta de la mañana me hizo bastante mal —le mentí.

Lo cierto era que lo que me había caído mal era la noticia de Haníbal casándose, se me había quitado el hambre, la vitalidad, las fuerzas...

—bueno, si quieres comer me dices —me aviso ella y yo le sonreí antes de subir.

Cuando entre a mi habitación sonó mi celular, era Analy. Suspire afligida insegura de estar lista de enfrentarla.

— ¿diga? —dije, dándome por vencida cuando sonó por quinta vez mi celular.

— ¿pasa algo señorita?

—no, para nada como crees —le dije.

—Cara... dígame que le pasa, sabe que no me puede mentir, su voz la delata

Soñé que me queríasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora