Capítulo 30 | la mente también ahoga
03 Octubre, 2015
—Clara tienes que comer algo, no puedes estar así —le repitió mi madre a mi tía Clara.
—es que no tengo hambre Aitana, de verdad estoy muy angustiada por como este Danielle —dijo mi tía.
Yo camine hasta la cama que estaba en el cuarto de hospital y me senté en ella, dispuesta en hacer mi tarea de matemáticas. Felipe me había dado todas las tareas y exámenes rápidos que nos ponían online, junto con los laboratorios de cada semana. Se podría decir que la materia era posible que la pasase, digamos un cincuenta por ciento, pero todo lo sabría cuando hiciera el midterm.
Observe a mi madre discutir con mi tía Clara y volví mi mirada a mi computador portátil. Mi atención se enfocó por completo en poner de manera correcta las respuestas que se me estaban preguntando, la parte difícil era cuando venía un problema que yo no tenía.
Cuando por fin termine puse por un lado mi computadora y mire con ternura a mi tía Clara, quien se veía sumamente preocupada por mi tía Danielle.
—tía, mi tía Danielle va a estar bien, no te preocupes yo opino lo mismo que mi mama deberías comer algo, no es bueno para ti que estés sin comer nada —le dije, poniéndome de pie.
Mire mi celular y tenía un nuevo mensaje de Miguel, por inercia rodé los ojos, ya le había dejado claro que no iba poder hablar con él debido a que estaría en el hospital. Al menos esa había sido mi coartada porque realmente no me afectaba en nada el estar en un lugar u otro.
—ya me dijo tu papa que ira a traer tacos, y que le traerá a Clara quiera o no —anuncio mi madre, colgando su celular.
Abrí el mensaje de Miguel y su contenido me hizo sonreír, quizá lo había juzgado mal.
No le respondí absolutamente nada y volví a bloquear mi celular. Me acomode junto a Samanta y me acomode en su hombro mientras seguíamos esperando que mi tía Danielle saliese de su cirugía de vesícula.Miguel era buen muchacho y realmente parecía interesado en mí, pero tenía una especie de defecto. Él no me hacía sentir como podría sentirse volar por el cielo. Analy en una ocasión me había dicho que a veces el amar tanto a una persona te rompía, y después solo podías querer con los pedacitos. Debía admitir que sentía cierta especie de atracción hacia Miguel mas no era nada espectacular. Sin embargo, yo tenía que ser relista tenía que tener los pies bien puestos en la tierra. Haníbal tenía novia, y era un 99.9% posible que fuese ella la persona correcta para él. Yo tenía dos opciones, aprender a "querer" a alguien o decidir enfocarme siempre en mi vida profesional.
Usualmente me veía a mí misma como una mujer independiente, me veía a mis veinticinco viviendo sola en un departamento con decoraciones color blanco. Me imaginaba llegando a mi casa en tacones altos y una bonita falda tipo lápiz, directo a servirme una copa de vino y empezar a hacer mi cena. Me veía así por el resto de mi vida, siendo una mujer de "negocios" con el único enfoque de tener éxito en lo laboral. Suponía que el aprender a "querer" a alguien vendría con cosa de tiempo y vida.
ESTÁS LEYENDO
Soñé que me querías
Teen FictionUna curiosa historia de amor contada a través de los ojos de una joven de dieciséis años, destinada a enamorarse de la persona incorrecta, su profesor. Conoce como Cara lucha contra ese gran sentimiento que crece en ella contra su voluntad, y como c...