Capítulo 44. Caos total

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Abrí los ojos poco a poco.

Era sábado por la mañana, hoy era el cumpleaños de Tauro y también hoy se cumplían dos semanas del incidente del baile; los chicos no se hablaban, ni siquiera se dirigían una mirada amistosa o gruñían como perras al verse, solo hacían como si fuesen los únicos en la casa.

"Era un caos total... Y todo por mi culpa"

Me levante emocionada de la cama y tomé la pequeña cajita de madera que había dejado en la mesita de noche ayer.

Salí de mi habitación, corrí hacia la que estaba al fondo y entre sin ningún aviso. Cerré los ojos instantáneamente cuando ví la escena...

Tauro estaba todo mojado y solo llevaba una toalla que le cubría de la cintura para abajo.

— ¡¡DEMONIOS!! ¡Lo siento!. — Dije tratando de no chocar con algún mueble en mi intento de huir.

— Tranquila, puedes ver, ni que estuviese desnudo. — Negué mientras intentaba no ahogarme con mi propia saliva.

"Ahora no, hormonas. Tranquilizence."

— Obvio no, no quiero verte... Así. — Le saqué la lengua tratando de disimular el ataque de mis hormonas hormonales.

— Esta bien, espera... — Se escuchó un ruido de un cajón. — Listo, puedes ver.

Me saque las manos de la cara lentamente, ví de nuevo a Tauro y mi estúpida mirada automáticamente se desvío hacia su bóxer.

"Clavin Klein, este chico si sabe de marcas."

¡Cállate, maldita conciencia!

— ¡¡Demonios!! ¡¡Vístete decentemente!! ¡¡Deja de pervertir a una niña inocente!!. — Volví a taparme los ojos.

— Si, claro... Una niña inocente. — Dijo entre dientes. — Ahora sí, ya puedes ver.

Saqué mis manos con mucha desconfianza y suspire al ver que ya traía puesto unos vaqueros y una camisa de Nirvana.

— ¿Tan difícil era hacer eso desde el principio? ¿Tenías que hacerme verte en bóxer?. — Asintió riendo.

— Necesitas dejar de ser tan niña... Era necesario que vieras a un hombre de verdad. — Le golpee el hombro. — Bueno, bueno ¿Y tú qué? ¿Solo entras a mi habitación para verme desnudo y  golpearme?.

— En primer lugar; No te ví desnudo, En segundo lugar; Ninguna palabra de esto. — Lo amenacé. — Y en tercer lugar; No.

— ¿Entonces?. — Esbozó una sonrisa traviesa.

— ¡FELICIDADES, IDIOTA!. — Dije abrazándolo.

— ¡Awww! ¡Gracias peque!. — Me separó un poco de él. — ¿Y mi regalo?.

— ¡Toma!. — Dije riendo y entregándole la pequeña cajita de madera.

La abrió y comenzó a observar de un lado a otro; eran fotos de cuando él y yo estábamos pequeños y jugábamos, también había un enorme chocolate en medio.

— ¡Awww! ¡Que hermoso! — Dijo palmandome la espalda. — Perooo ¿Y mi regalo?.

— ¡Ash! ¡¿Enserio?! ¡Eres un h....

— Era mentira. Esto es el regalo más hermoso que me han dado en la vida. — Me abrazo y sollozo en mi hombro. — Gracias, Acuario...

— De nada. — Le devolví el abrazo. — Me asustaste, creí que no te había gustado.

¡No te enamores de Acuario! Donde viven las historias. Descúbrelo ahora