Capítulo 30

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Me sentía como una completa zorra. Pero, ¿por qué? Él era el culpable. Era un maldito cerdo. ¿Por qué lo hacía?
¿Por qué yo?

Pasaba sus manos desesperadamente por toda mi cintura, mientras me susurraba terribles y asquerosas cosas al oído, que no eran dignas repetirlas. Me repugnaba. Me repugnaba todo de él.

No sabía hace cuanto había comenzado a llorar, pero de pronto sentí mis lágrimas resbalar por toda mi cara. Cerré los ojos. No quería verlo, no quería ver.

Quería morirme.

Y de la nada dejé de sentir sus besos y sus manos por mi cuerpo. Me sentí aliviada en cierta parte. Pero aún no quería abrir los ojos.

Aún no despegaba sus manos de las mías, y casi podía jurar que sentía su mirada sobre mi rostro y su respiración sobre mi mandíbula ya que tenía mi rostro girado hacia otro lado.

-Mírame.- mencionó. Su voz se escuchaba más gruesa de lo normal, más ronca, y de alguna manera más intimidante.

Me negué rotundamente a mirarlo. Suspiré fuertemente tratando de evitar más las lágrimas que ya eran menos, provocando que mi pecho chocara con el suyo, generando un escalofrío en mi cuerpo.

-Mírame ahora, princesa.-pasó su nariz lentamente por toda mi mejilla hasta pasarse a mi oído. Donde lambió lentamente. Solté un gemido, y me sentí hervir. Traté de luchar contra su agarre.-No te lo diré otra vez, ¿está bien?

Y ya sabía que esa amenaza era en serio.

Giré pero aún sin abrir los ojos.

Sentí sus labios contra los míos. Pero no reaccionaban. No querían reaccionar.

-Bésame.- me vi obligada a mirarlo. Su voz se había engrosado aún más que hace 5 minutos.

-No quiero besarte.- dije con miedo. Y con una voz temblorosa.

-Princesa, no te he preguntado. Bésame.- pronunció lentamente. Negué.

Psicópata.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora