Capítulo 29

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Después de algunos minutos finalmente los abrí. La habitación estaba más o menos iluminada, entre algunos rayos de luz, que no sabía por donde entraban se veía su rostro. Frío y sin expresión. Mirándome, al instante me generó miedo.  No quería mirarlo. Estaba completamente asustada.

Me senté como pude. Traté de no gemir. No quería hablarle. No quería. Me recargué en la pared, ya que si estaba encorboda tenía más dolor.

-¿Cómo dormiste, cariño?- preguntó.

Me dió rabia. Sabía que me dolía la espalda y todo mi cuerpo. Que estúpido.

No le contesté. Carraspeó. Tronó sus dedos lenta y cuidadosamente. Esa lentitud me hacía desesperar, me hacía querer golpearlo, lo odiaba. Realmente lo odiaba. No quería verlo, me estaba haciendo mucho daño. 

-Te he preguntado algo, princesa.- dijo. Me miró, tenía su rostro un poco agachada.

-Sabes que no estoy bien, maldita sea.- río. Pasó sus largos dedos por sus labios que se encontraban un tanto secos. 

-No soy adivino, señorita. Cuando te sientas mal deberías decírmelo.-lo miré con furia.

-¡Tu me viste! Viste que estaba mal, estúpido. No te vengas a hacer el que no vió nada.- escupí. Me exalté tanto que sentí que me había puesto muy roja. Apreté mis puños. Y el simplemente comenzó a reír.

Odiaba que hiciera eso. ¡Lo odiaba! Ya me dolían los puños de tanto apretarlos.

Y sólo lo golpee. No se como salió tanta fuerza. Pero lo había hecho girar la cabeza. Descargué toda mi ira en ese golpe, no sentía nada. Lo miré. Tocó su pómulo que fue donde recayó el golpe. Giró su cabeza hacia mi, y me miró. Su mirada era fría y oscura. Se notaba el enojo en su mirada.

Mi respiración era pausada y muy escandalosa. No podía controlarla. Pero la suya era rápida, denotaba descontrol e ira. Se levantó.

Quitó su mano del pómulo. De acercó a mi.

-¿Estás lista para sufrir las consecuencias, princesa?- acarició sus manos como si estuviera pensando en un plan macabro para hacerme sufrir. Que definitivamente lo haría.

Negué con la cabeza y me orillé sobre la cama. Tratando de alejarme de él pero más de acercaba a mi. Se subió a la cama. Tocó mi tobillo, mi respiración cuando por fin de había controlado se empezó a acelerar otra vez.

La piel se me puso de gallina. Al sentir sus dedos un poco rasposos, sobre el hueso de mi tobillo.
Con fuerza me jaló hasta la orilla de la cama. Traté de regresar a mi lugar pero fue imposible, ya que me agarró con una fuerza impresionante. Con sus muslos apretó los míos para que no pudiera irme. Después detuvo mis manos arriba de mi cabeza, era imposible moverme.

Iba acercando su rostro poco a poco al mío. Ya su nariz estaba contra la mía.  Me giré. No quería mirarlo.
Separó una de sus manos, y me sostuvo sólo con una. La otra la dirigió a mi mandíbula. Lo apretó y me giró para que lo mirara.

Acercó sus labios a los míos. Y me besó.

No podía seguirle el beso, estaba totalmente paralizada. Movía sus labios tan rápido, y con una agresividad impresionante. Mordió mi labio inferior con fuerza, regresó rápidamente sus labios y sentí su lengua caliente contra la mía. No podía respirar, se me dificultaba mucho hacerlo.

Comencé a luchar contra él. Entonces se separó. Y sonrió ampliamente. Lo miré con furia, y le escupí.

No sabía de donde había sacado tanto valor estos últimos diez minutos. Soltó mi mandíbula y se limpió.

-Me vale una mierda lo que trates de hacer, no te dejaré ir aún que te portes de la mierda, como lo hacías antes ¿Está bien? Ahora, harás lo que yo diga, si no, me veré en la penosa necesidad de amarrarte. Ahora deja de comportarte como una maldita estúpida. Carajo.- me quedé callada. La piel se me puso de gallina. Supongo que miró miedo en mis ojos y se volvió a reír.

Estaba comenzando a llorar por la impotencia que sentía.

Pasó su nariz lentamente por mi cuello. Sentía su respiración caliente. Después de eso, sólo sentí si lengua sobre mi clavícula.

No sentía placer ni nada por el estilo.

Sentía asco. Asco de mi misma.

Psicópata.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora