Capítulo 31

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NOTA/Como leyeron al principio trata sobre una relación amorosa o dependiente (depende las circunstancias) entre víctima y victimario en caso de  secuestro a esto se le llama el síndrome de Estocolmo. En este capítulo se está dando un cambio de pensamientos entre los protagonistas (posiblemente la parte más importante en la historia)
A partir de este capítulo comenzarán situaciones que pueden parecer ofensivas y/o explícitas  para algunos lectores, se recomienda discreción y madurez.
Algunas partes de la historia serán del punto de vista de Harry, hablando en primera persona (para que no se confundan) sin más, les dejo el capítulo.

Y por más que sabía que sus amenazas eran ciertas, no quería besarlo.  Sentía repulsión hacia mi misma, por dejarme besar y tocar de esa manera.
Yo no me merecía esto, sentía que no me merecía esto. Por más mala y estúpida que pude haber sido hace mucho tiempo, cambié. Y esto que me estaba pasando era algo tan cruel, que no se merece ninguna persona.

-No te besaré, por qué me das asco.- esticulé tan bien que me sentí segura por un momento, hasta que vi que sus ojos se oscurecieron impresionantemente.

Su mirada era tenebrosa, intimidante y oscura. Como en una película de terror. Cuando entras a una casa, y sientes una vibra terrible, así me sentía yo en estos momentos.

Y entonces, su sonrisa se hizo grande. Sonrió como nunca antes lo había visto sonreír. Pero no era una sonrisa tranquilizante, parecía que pertenecía a un esquizofrénico. Destellaba locura. Y mi seguridad se fue de ahí, en ese preciso momento. Tan rápido como llegó.

-Tienes que agradecer que no te he matado, tienes que agradecer que te he dado de comer, tienes que agradecer que no maté a ninguno de tus familiares y amigos. Y tienes que agradecer que soy completamente tuyo. Desde ahora en adelante harás todo lo que yo te diga. Estos días he aceptado tus estupideces por el simple hecho de que son tus primeros días. Pero entre más berrinches hagas, haré más reproche en tu vida. Ahora vamos, agradece que no te he matado. Quiero escucharte tan segura, como hace 5 minutos que me dijiste que te daba asco, ¿entiendes?- Dijo.

-No lo diré, por qué no tengo nada que agradecerte. No te debo nada. Y la verdad, preferiría estar muerta. Entonces no me importa si me matas o no. Esto no es vida para mi. ¡Me vale una mierda! ¿Entiendes?- por alguna extraña razón se levantó. Por un momento sentí que me iba a golpear.

Pero sólo se dió la vuelta. Su espalda subía y bajaba, realmente estaba enojado, tenía la respiración tan acelerada que por un momento pensé que le estaba dando un ataque o un paro, no lo sabía.

Caminó hasta la pared y comenzó a golpearla con sus puños, el golpe fue tan fuerte que brinqué del susto.

Pareciera como si la pared no fuera de cemento, parecía más débil que él. Pero claro, al lado de él todo parecía más débil. Gruñía.

Y me provocaba miedo.

Seguía mirando cuando comencé a ver en la pared sangre. Me preocupé. Debía pararlo. ¿Y si me golpeaba? Ya pude comprobar que era capaz de matar, más bien matarme.

Justo ahí paró.

Comenzó a caminar para atrás. ¿Vendrá por mi?

Me heché para atrás. Recargandome en la pared y juntando mis piernas a mi pecho, las abracé y agaché la cabeza.

Sólo sentí como se hundía la cama en la esquina de esta.

Y después escuché como si estuviera llorando. ¿En serio estará llorando?

Levanté mi cabeza con miedo a encontrarmelo de frente. Pero no, estaba sentado, con sus codos en sus piernas y cubriéndose la cara.  Escuchaba como sollozaba.

Y por alguna extraña razón sentí lástima por él.

Eché un vistazo a sus nudillos, estaban sangrando mucho. Tomé la almohada y le quité la funda que la envolvía.

Me senté en la orilla, al lado de él. Tomé su mano con un poco de miedo, pero no se resistió lo cual me alivió.

Empecé a limpiar lentamente sus heridas. Necesitaba agua.

¿Por qué lo estaba haciendo? ¿Por qué limpiaba las heridas de mi secuestrador y casi violador?

Sentí su mirada sobre mi. También lo miré. Tenía sus ojos rojos, y llorosos.

-Lo lamento.- su voz era lenta y débil.
Asentí. No me atrevía a decirle tan siquiera algo.- No quería asustarte, pero en realidad me enoja que seas así.

-¿Qué esperabas? Me tienes secuestrada, no te conozco.- hablé un poco, tratando de no alterarlo, de nuevo. Seguí limpiando sus manos. Seguía saliendo un poco de sangre.

-Me gusta que me toques. Realmente me encantas, como no tienes una idea.- mi piel se erizó.

-Si tanto te gusto, ¿por qué me tienes encerrada y con miedo  que reacciones de esta manera?- suspiró fuertemente.

-Es por qué me encantas, por qué eres mía.- guardó silencio por unos segundos- Me partió la furia cuando me dijiste que te daba asco-río irónicamente- Cuando tu toda la vida me has encantado, me has hecho feliz, sin darte cuenta lo has hecho. Y también me rompiste el corazón cuando dijiste que preferirías estar muerta.- tomé su otra mano, tratando de ignorar lo antes dicho.

¿Cómo debía reaccionar a esto? Me había dicho millones de veces que le gustaba desde hace años, y nunca me dijo. Esto ya no era un sentimiento. Era una obsesión, un berrinche.

Era una situación extraña y de cierta manera incómoda. Es decir, mi secuestrador me estaba diciendo que le encantaba mientra yo hacia lo posible por qué no se desangrara.

¡Ni en las películas!

-Es una obsesión- susurré.

-Una obsesión no es tan fuerte como lo que yo siento por ti. Es más que eso. Te quiero siempre a mi lado, eres perfecta, eres lo que yo siempre imaginé- sus palabras me tocaban demasiado.

Era como un niño. Y yo estaba sientiendo pena y lástima por ese niño. Lo cual era errante tomando en cuenta la situación en la que nos encontrábamos.

-Anna, duerme conmigo esta noche- dejé de limpiar sus nudillos, ya no sangraba, tal vez era necesario ponerse vendas. Le acaricié lentamente las partes dañadas. Y noté como se le erizaba la piel, mientras cerraba los ojos.

Me había pedido dormir con él. ¿Qué implicaba dormir con él? ¿Estaba bien dormir con él, con mi secuestrador? Estaba arriesgando a muchas cosas, una de ellas es que me  estuviera mintiendo. Y que esté guardando su furia y a medianoche poder matarme a cualquier costa.

Pero quitando el hecho de que me fuera a matar; ¿está bien? Es mi secuestrador. Pero tenía razón, me estaba dando un techo, comida, ropa, y sobre todo no se ha  metido con  mis padres o amigos. Eso ya es un punto a su favor, y eso aumenta mi confianza en el hecho de que está enamorado de mi. Y creo que en parte se lo debo, toda mi vida lo estuve jodiendo. Tal vez era hora de recompensarlo.


Psicópata.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora