Capítulo 26

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Estaba atónita. Había pasado mucho tiempo. Había cambiado demasiado. ¿Será acaso una venganza? Tal vez quiera matarme. Era definitivo.

Mi boca se secó. No sabía que decirle. Que le podía decir. Es decir, fui una estúpida y no era por lo que estaba pasando el hecho de que estaba arrepentida. En ese tiempo estaba cegada por el cual yo creía que era el amor. Hacia lo que él me decía, hacia lo que estaba bien para él. Cuando terminé esa relación me di cuenta de todo los errores que cometí. Me había convertido en alguien plástica y totalmente una perra por así decirlo. La mayoría de las personas sentía que me odiaban. Traté de remediarlo. Pero como Harry por lo general se escondía no podía remediarlo tan fácil. Y no es que pusiera una excusa pero era así. Pude hacer que casi todo esuviera bien. Al menos tenía más amigos que pasaban tiempo conmigo. Y es que al parecer todos se daban cuenta de que él me moldeaba a su gusto, menos yo, claro.

Ahora todo era diferente. ¿Se convirtió en esto por mi culpa? ¿O yo fui la gota que derramó el vaso? Ahora me tocaba ser la débil. Me tocaba sufrir al parecer. Estaba loco. Estaba desquiciado. ¿Por qué hacer algo así?

Mis manos ya comenzaban a cansarse. Y tal vez sabía desde un principio que yo no podría contra él.

-Traté de buscarte. Pero necesito que me dejes ir, por favor. ¿Es acaso una venganza? Si es eso, es una tontería. Te atraparán y todo por una estupidez.- alcé más la navaja. Pero su mirada seguía inexpresiva como siempre.

-Veo que sigues sin entender. Pero no es momento para explicarte todas tus putas estupideces. Así que te voy a pedir que sueltes eso. Sí no me veré en la necesidad de tomar mayores medidas. Y sabemos tu y yo que eso no te va a gustar.- dijo.

-Déjame ir. Ahora.- lloré. Mis sollozos se escuchaban mucho. Era lo único que se escuchaba.

Rió. Rápidamente él con su brazo izquierdo se interpuso entre mis brazos estirados. Golpeó mis manos provocando que su navaja cayera en su otra mano. Me tomó del cuello y me pegó a la pared. Y con el otro me apuntaba el cuello con la navaja. Todo fue muy rápido. Me apretó demasiado fuerte el cuello. Ya me estaba faltando el aire. Con toda mi fuerza trataba de quitar su mano de ahí. Pero era prácticamente imposible.

-Escuchame bien. Fuiste mía desde el instante en que te vi. Los primeros años no te pude tener. Pero ahora eres toda mía. Completamente mía. Y no voy a dejar que tus impulsos estúpido te lleven a provocar algo malo. Y aún que te vayas, aún que lo logres no importa dónde te escondas, siempre conseguiré encontrarte, porque aunque a veces no me veas, estoy en todas partes y tu ya los haz comprobado. Así que será mejor estar quieta hermosa.- me soltó. Y caí.

Mis pulmones no alcanzaba a recuperar el aire lo suficiente. Recargué mis manos en el suelo. Pero me sentía débil. No veía nada. Mis ojos me pesaban mucho. Y el aire que tenía no era lo necesario. Caí sobre el suelo. Y cerré los ojos.

Psicópata.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora