Capitulo 9.

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Maldita universidad. Maldita síntesis. Maldito Samuel. Maldito HS. Lo odiaba. Mi vida se estaba tornando algo tensa gracias a él. Y yo, estúpidamente lo dejaba manipularme como se le da la regalada gana.
Caminaba por los pasillos de la universidad. Y estaba casi segura que alguien me miraba. Sentía una pesada mirada ver mi espalda y vigilar cada uno de mis pasos. Lo bueno era que los pasillos no estaban solos y estaba segura que alguien me hacia algo me ayudarían, bueno, al menos así lo creía. Apuré mi paso para llegar antes que el profesor, me había retraso un poco en el camino. Levanté mi vista, y gracias a Dios aún no entraban. Samuel estaba afuera del salón, con los brazos cruzados y su mirada baja. Mientras que otro de mis compañeros, le hablaba. Parecía estar en otro mundo. Como si estuviera planeando algo, posiblemente. ¿Y sí él era HS? ¡Por dios! Que estupidez más grande acabo de decir. Me paré justo en frente de él, provocando que curiosamente levantara la vista. Noté despistadamente como los hombros fueron bajando su tensión y dejaba escapar un fuerte suspiro. Le hizo una seña a su amigo para que lo permitiera.

-Gracias a Dios llegaste. Me tenias preocupado, ¿dónde te metiste?- me preguntó. Mientras me hacia tomar su mano para dirigirnos al salón. Nos sentamos en los primeros asientos.

-Me he quedado dormida, lo siento, en serio- me tocó los hombros, y me miró fijamente. Como si tratase de encontrar mis oscuros secretos -como si en realidad tuviera- incluso como si fuera a descubrir mi alma.

-No te preocupes. Lo bueno es que ya estás aquí. ¿Estás bien? Te encuentro algo pálida. ¿Estás enferma?- negué con la cabeza. Saqué el trabajo de mi bolso y se lo entregué. Lo tomó entre sus manos y lo hojeó. Soltando una sonrisa autosuficiente que demostraba que estaba orgulloso de este. Le seguí con la sonrisa- me alegra haber trabajado contigo, ¿sabes?

-También me ha gustado. Pero bueno, como sea- dije. Y en eso entró el profesor con su cara larga -como siempre- dejando su maletín en el escritorio. Me acomodé en mi asiento, poniendo atención a la clase que estaba a punto de comenzar.

Estaba cansada y mis ojos se iban cerrando cada vez más. Ya podía jurar que casi no escuchaba la voz de mi profesor. Quería tomar mis cosas y retirarme cuanto antes, pero aún no entregábamos el trabajo y después no lo iba a valer si no estaba ahí. Estúpidos profesores. No se de que demonios estaba hablando el profesor, cuando una bolita de papel aterrizó en mi pupitre. Que infantil, pensé. Lo tomé entre mis dedos y lo abrí lentamente.

"¿estás bien? Se que te lo he preguntado ya, pero te veo bastante distraída?" Dirigí mi mirada al remitente encontrándome con Samuel mirándome fijamente. Regresé mi mirada al papelito.

Tomé mi lápiz y le respondí.

"estoy bien, gracias por preocuparte. Sólo un poco cansada" Lo aventé disimuladamente a Samuel mientras el profesor seguía escribiendo en la pizarra.

"No parece, pero está bien. ¿Te apetece salir hoy? Ya sabes algo normal, casual." Leí después de unos segundos. En realidad no tenía ganas de nada. Estaba cansada, de seguro tenía unas enormes bolsas debajo de los ojos y ni se diga de las ojeras. Me sentía completamente decaída, como si una fuerza maligna estuviera todo el tiempo sobre mi espalda. ¿No lo han sentido?
Pero tal vez lo único que necesitaba era zafarme de los deberes, de lo cotidiano y del maldito acosador. Estaba más que segura que estaba así gracias a él, que -Dios no quiera- apenas estaba comenzando.

Psicópata.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora