Capitulo 1

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Como cada mañana me despertaba después de escuchar el maldito perro de la vecina del otro edificio. Era realmente estresante. Era sábado. No tenía nada importante que hacer. Así que probablemente sería noche de películas con mi mejor amigo, Daniel.

Quería olvidarme por un momento de la facultad de derecho que, en realidad, me tenía demasiado agotada.

Me quité la sábanas de encima. Hacia un tremendo calor. Pues claro, es verano. Lo que significaba algo; VACACIONES. Benditas vacaciones de verano.

Me levanté de mi cómoda cama. Me dirigí al baño donde hice mis necesidades, me lavé las manos y después cepillé mis dientes.

Me cambié con algo cómodo me preparé mi desayuno que consistía en un cereal. Mi celular comenzó a sonar por algún lugar de la habitación.

Corrí hasta el sofá y lo busque entre los almohadones. ¡Bingo!

Era Daniel.

-¿Si?- contesté.

-¡Princesa! ¿Qué haremos hoy?- bufé "enojada".

-Yo, estoy muy bien. Gracias por preguntar- escuché como Daniel reía.

-Anna, no necesito más de tus cursilerías. Soy un artista agobiado. ¿Los pintores se deberían sentir así? Si no me falla la memoria y la experiencia, sólo se sienten agobiados los estudiantes de derecho en la semana de pre-exámenes. ¿Y si en ves de artes estoy estudiando derecho si darme cuenta?- solté una carcajada.

-Yo te recordaré después porque estas agobiado bebé. Pero, ahora no.- respondí.

-Eres la mejor amiga que alguien puede tener, Anna.

-Tu sería el mejor amigo que alguien puede tener, si fueras gay. Me haz decepcionado.

-¡Idiota! ¿Sabes que? Voy a romper con el código de amigos. Ya. Somos completos extraños.- reí.

-Como tu digas- del otro lado del móvil se escucharon unas cuantas maldiciones.

-Está bien. Esta noche a las siete para noche de películas, hasta luego princesa.- y colgó.

Reí, tenía un amigo tan ocurrente. Pero bueno.

Vivía sola. Con 20 años de edad, estaba por terminar una carrera, tenía un apartamento con la herencia que mi padre me había dejado y pronto con un nuevo trabajo en un bufete de abogados o con otro nombre, juzgado. Mis padres me habían dado una buena educación, y aún que casi no estuvieron para mi, no me quejo ya que ellos demostraron su amor pagando mi educación y enseñándome valores. Y se los agradezco más que nada.

Tomé mis audífonos, también mi reproductor de música. Salí de mi apartamento y cerré la puerta. Como ya lo había dicho vivía en un departamento, en un edificio en el centro de la ciudad. No me preocupo por cerrar mi puerta con llave, ya que tengo unos muy buenos vecinos.

Bajé por las escaleras, hace tiempo que dejé de usar el ascensor, tenía mucho temor a ellos. Y los evitaba a toda costa.

Saludé al joven portero, José, por cierto muy guapo y salí.

Conecté los audífonos al reproductor y después me los puse en los oídos. Calenté mis músculos y comencé a trotar.

Gotas de sudor caían por toda mi frente. Me detuve, puse las palmas de mis manos en mis rodillas y tomé una fuerte bocanada de aire.
Retiré mis audífonos de mis oídos y los enredé.

Abrí la puerta del pórtico, encontrándome con José recogiendo.

-¡Oh, lo siento tanto!- me disculpé.
-Ni hay problema Anna. Pasa, de todos modos aún no llegaba ahí.- me dijo, dejando de exprimir el escobillón. Le sonreí.- ¡casi lo olvidaba! Recibiste visitas. Dijeron que tenían algo urgente que darte, no me quisieron dejar el paquete aquí, así que lo dejé subir.- dijo antes de que comenzara a subir las escaleras.

Fruncí el cejo. ¿Visitas? ¿De un hombre? Que extraño. No creo que haya sido Daniel.

-Gracias- le volví a sonreír y subí las escaleras.

Llegué a mi departamento y en el pequeño living no había nada. Pero, me detuve. Si subieron era por que sabían que yo dejaba la puerta abierta, lo más probable es que sea un familiar o un amigo cercano.

Me moría de sed, así que fui a la cocina.

El plato que había utilizado para el cereal, ya no estaba ahí. Fruncí el cejo. Pero no le tomé importancia. Abrí el frigorífico para tomar una botella de agua, después la cerré. Ahí, con un imán había una nota. La tomé entre mis manos, dejando la botella en la pequeña isla que ocupaba casi toda mi cocina.
En cuanto comencé a leer las primeras palabras mi corazón comenzó a latir.

"Hola, nena. ¿Sabes? No me gusta que le digas bebé al tal Daniel, ni que le hables a José. Pero, ¿sabes lo que me gusta más? Verte despertar por las mañanas. Es lo más placentero. La cuenta regresiva comenzará dentro de unas semanas. Prepárate.
Pd: esa blusa resalta tu figura. Te vez espectacular.
H. "

•••
N/A
¡Hola princesas! Espero que les guste la novela, bueno la primera parte. Si es así, me encantaría que votarán y que la compartan. ¡Gracias!

Psicópata.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora