Capítulo 24

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Sentí su respiración en mi frente.

Tocó levemente todo mi brazo. Mis lágrimas comenzaron a salir nuevamente.

-Alejate de mi, por favor.- escuché como se quejaba levemente.

-Princesa. No te mueves. ¿Qué quieres que haga?

-Sólo sal y juro que lo hago - río.

Vi como sus pies se movían. Dejando un espacio considerable entre nosotros.

-Está bien. 3 minutos. Si no es así, entro estés desnuda, ropa interior. No importa.

Y salió. Dejé salir todo el aire que sin darme cuenta contenía en mis pulmones.

Quité mis pantalones lentamente. Miré a todos lados. Pero no había ni una puta ventana. Tenía muy poco tiempo para ponerme a revisar todos los posibles caminos de escape.

Escuché como la puerta se abría. Me giré asustada.

-Olvidé decirte que hay una muda de ropa en ese cajón- apuntó a un buró que nisiquiera me había dado cuenta que estaba ahí- apurate.

Asentí. Y después salió. Me acerqué al buró. Abrí el primer cajón. Había ropa. Era un pans gris y una sudadera enorme. Abrí el segundo. Zapatillas, y unas calcetas. Abrí el último. Había un rastrillo, cepillo, pasta de dientes. Y una navaja.

¡Gloria!

Me apuré a desvestirme. Abrí la llave y esperé a que saliera caliente.

Me bañé lo más rápido que pude.

Tomé la toalla. Me sequé. Cepillé mi cabello.

Sacudí la ropa que me había traído. Cayeron unas bragas y su respectivo brassiere. Sentí como mis mejillas comenzaban a ponerse un poco calientes.

Justo mi talla.

Me lo puse todo. Sin tratar de pensar en eso. Coloqué mis calcetines. Tomé la navaja, y la coloqué dentro de la zapatilla izquierda. Metí mi pie y abroché las agujetas.

En eso entro él.

-Deberías agradecerme. Te he dado 8 minutos. Más de lo que mereces.

No podía mirarlo. Simplemnte no podía.

Tomó mi ropa. Que estaba sobre el buró. Y se la colocó debajo de la axila.

-Ponte en el centro.- caminé con nerviosismo. Pero me pocisioné justo en el centro de la habitación.- Levanta la cabeza.

Lo hice, pero con los ojos cerrados.

Pasó la tela por mis ojos. Dejándome nuevamente débil. Me calaba un poco la navaja en mi pie. Pero estaba bien. Podía aguantarlo.

-Me encanta el olor de tu cabello. Está el olor del shampoo. Pero después está el natural. El que sigue ahí. Es tan peculiar- pasó sus manos sobre mis hombros, tocando las puntas de mi cabello- eres tan diferente a las demás. Tienes algo en tu mirada, en tu sonrisa, en tus gestos, en tu voz. Me encantas. Y definitivamente serás mía. O puedo dar por hecho que ya lo eres.

Cerré los ojos. Sintiendo un cierto temblor por todo mi cuerpo. Haciéndome sentir aún más débil.

Psicópata.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora