Capítulo 22

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Era muy incómodo tener que estar al lado de él. Y más por qué sólo me miraba. Sentía raro. No quitaba su mirada de mi rostro. Pero no quería regresarle la mirada. No quería.

No llevaba ni la mitad de la hamburguesa cuando mi estómago estaba apunto de explotar. La dejé sobre la cama. Cerca de la rodilla de él.

-¿Has llenado?- asentí.- Comiste muy poco. Come más. Y bebe un poco. Anda.

Tomé el bote y bebí un poco. Mi garganta se refrescó muchísimo. Sentí tan bien. Seguí tomando. Y no me había dado cuenta que casi me lo acababa.

-Vaya, si que tenías sed.

No le respondí. ¿Qué podía decirle? Estaba mal. No quería. Quería irme. Me sentía totalmente fuera de mi. Lo odiaba, lo despreciaba. ¿Por qué yo? ¿Y mis amigos, mis padres?

-Déjame ir, por favor- le rogué.

Suspiró.

-No.

Mis ojos se comenzaron a llenar de lágrimas, mi vista se nubló y nuevamente mis respiración de agitó. Que ridícula era. Tenía que buscar una forma de irme. Tenía que salir de aquí. ¿Dónde estaré? ¿Será acaso el edificio? ¿Cuánto tiempo a pasado, Demonios.

Tocó mi barbilla levemente haciendo girar ni cabeza para mirarlo. Sólo alcancé a ver si nariz, por qué sin esperar bajé mi mirada. No quería dirigirle la mirada. ¿Por qué? ¿Miedo? ¿Nervios?

-No quiero que llores. Mientras menos llores, más rápido será esto para ti.

-Déjame ir- le dije. Aún no me atrevía a mirarlo.

-Han pasado tres días. Será mejor te tomes una ducha. Puedo asegurarte que descansaras.- abrí los ojos.

¿Tres dias? Maldita sea. Maldita sea. ¿Tanto dormí? Tres putos días. Quité las lágrimas que resbalaban por mis mejillas. Y asentí. Tenía que salir para ver si por lo menos podía reconocer el lugar. Todos los departamentos eran iguales.

Asentí.

-Perfecto. Déjame cortar esto- cortó las cuerdas con las que estaban atados mis pies. Me dolieron los tobillos como el infierno.

Solté un gemido. Me tomó de la cintura. Me puse nerviosa. Demasiado nerviosa. Ayudó a levantarme lentamente. Giré mi cabeza a la derecha ya que se estaba acercando mucho.

Sacó un pequeño pedazo de tela de su bolsillo. Me dió la vuelta. Pasó la tela por mis ojos y los cubrió.

Mierda.

Tocó mis hombros. Bajó hasta mis codos. Comencé a temblar. Me volvió a girar.

Y de la nada sentí su respiración en mi oído derecho.

-Sé lo que piensas. No soy estúpido- y río.


N/A
Hola. Sé que son cortos, y lamento mucho eso. Pero como ya he dicho. Prefiero publicar lo que tengo a no publicar nada.

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Psicópata.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora