Comenzó a darme pequeños empujoncitos. Con miedo avancé.
-Para serte sincero, no podía esperar para la cuenta regresiva- río. Y abrió la puerta. Ésta rechino levemente- Empezaba exactamente en una semana. Demonios. Tu me descontrolas totalmente.
Tenía miedo. Al parecer íbamos derecho. Supongo que caminamos en un pasillo. Que parecía eterno.
Finalmente nos detuvimos. Despegó sólo un poco sus manos de mis hombros. Y abrió la puerta. Me dió la vuelta levemente y me hizo avanzar nuevamente.
Se escuchó también como prendia el suitch.
-Hemos llegado- dicho eso me quitó la tela que me impedían ver.
Parpadeé acostumbrandome a la fuerte luz del cuarto.
Cuando por fin pude, lo primero que hice fue mirar el escusado.
-Ya va. Desvistete.- ¿acaso había escuchado bien?
-¿Qué?- pregunté tartamudeando.
-Desvistete. Ahora.- negué con la cabeza. Aún sin mirarlo. Estaba dándole la espalda.- Anna, no quiero empezar. Hazlo, ya.
-No puedo si estás aquí.- el río.
-No te pongas nerviosa. Ya te he visto miles de veces.
Mis ojos se abrieron como platos. Mi corazón se aceleró. Mis manos también comenzaron a sudar al igual que mi frente.
-Vamos Anna.- me tendió una toalla. La tomé. Se sentó en el escusado, frente a mi. Me sonrió. Y me miró fijamente.
Realmente intimidaba e incomodaba de igual manera.
-Anna, estás colmando mi paciencia. Vamos.- seguía sonriendo. Parecía que se estaba burlando de mi. Lo cual me enfurecía.
Me giré. Y me puse aún más nerviosa cuando me di cuenta que la cortina que tapaba la regadera era casi transparente. Pero lo veía como una necesidad.
Enredé la toalla alrededor de mi. Quité mi blusa como pude. Y la apreté fuerte en mi mano. No podía. Sentía su mirada clavada en mi espalda.
Giré hacía él. Y sin mirarlo negué con la cabeza.
-No puedo.- susurré.
-Anna. ¿Necesitas ayuda?- se levantó del escusado lentamente.
Se acercó a mi, tomó mi mano y me quitó la blusa. La aventó a una esquina. Cerca de la basura. Estaba muy cerca de mi. Pero no me atreví a mirarlo.
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Psicópata.
FanfictionÉl me seguía. Me siguió sin darme cuenta. Día y noche. Se había convertido en alguien obsesivo y celoso sin siquiera darme la cara. O al menos eso creía yo. Era un maldito demente. Un acosador. Soy Anna, y esta es la historia de como comenzó una vid...