Capítulo 6: El palacio de Poseidón

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Cassandra se sentía feliz de volver a ver a Hércules. Tenía buenos recuerdos de él en el instituto Prometeo. No se habían visto desde que pasó lo de Icaro... Pobre Icaro, con la de sueños que tenia, y acabo muriendo por cumplirlos.. por volar cerca del sol. No es que el chico le agradase demasiado, pero tampoco deseaba su muerte...

Y ahí se encontraba Cassandra, en la piscina de la mansión de Herc, con su prometida. Cada una en una tumbona. Megara al sol y Cassandra en la sombra. Le agradaba Meg. Ella tampoco había tenido muchos amigos. Bueno, Meg no había tenido ninguno. Cassandra siempre había sido considerada el bicho raro. Megara la entendía, y se llevaban muy bien.

Cassandra también había hecho buenas migas con su hermana Perséfone. Por lo menos al principio...era un encanto y la trataba como a una igual, no como un bicho raro. Pero cuando habían ido al ágora a mirar telas para los vestidos de la boda había tenido una de sus visiones. Y su visión la había aterrado. No podía ser que la joven sonriente y amable que tenía al lado fuese la misma que la de su visión... pero indudablemente lo era. Y si algo había aprendido Cassandra es que sus visiones no fallaban. Lo único que esperaba es que lo que hubiese visto estuviese fuera de contexto...

Megara miro a Cassandra. No es que Cass fuese una chica de muchas palabras, pero llevaba demasiado rato callada.

- Ocurre algo Cassandra?- Preguntó Meg.- Pareces preocupada. No habras tenido una de tus visiones?-

- Cassandra intento sonreir. – Por el momento no he tenido ninguna- Y más valía, pensó Cassandra, porque sus predicciones siempre mostraban catástrofes.

Mientras tanto en la playa, Hades y Perséfone estaban fundidos en un beso. Hades sujetaba a Perséfone por la cintura, empujándola hacia su cuerpo, como si tuviese miedo de que fuese a escapar. Había besado a mortales y semidiosas, pero jamás había sentido nada ni remotamente parecido. Tampoco nunca le habían besado así. Perséfone tenía las manos en su cuello. No era una chica impulsiva, de hecho aunque sus ultimas acciones demostrasen lo contrario era inteligente y pensaba las cosas antes de hacerlas. Pero no sabía lo que le pasaba cuando ese dios estaba cerca, que era capaz de actuar de maneras inimaginables.

A lo lejos Pena y Pánico contemplaban la escena aterrados. Aterrados no porque su señor estuviese besando apasionadamente a una mortal en la playa, a la vista de todos. Eso simplemente era sorprendente, extraño, muy raro... pero no aterrador. Pero Hermes había ido al inframundo en busca de Hades. Zeus quería verlo, y era responsabilidad de ellos que el mensaje llegase a Hades.

Si interrumpían a su amo, los mutilaría, si no avisaban a su amo... bueno también los mutilaría.. hiciesen lo que hiciesen no podían acabar bien.

Hades y Persefone se separaron un momento. Hades miró a Perséfone a los ojos. Jamás había visto unos ojos azules así. Pero lo que más le gustaba era como le miraba. Quizas si jugaba bien sus cartas.. podía tener las dos cosas.. el Olimpo y la chica. A fin de cuentas el era un dios y ella una simple mortal. Había maneras de volver inmortales a los mortales.. y el las conocía.

Hades iba a decir algo cuando fue interrumpido por sus diablillos. Volaron rapidamentae hacia el: _ Grandisima lugubriedad Zeus quiere verle en el Olimpo cuanto antes. Tiene permiso para ir. -Hades y Persefone se quedaron parados. Hades no podía dar crédito. Estaba disfrutando de uno de los momentos mas agradables de su existencia y tenían que interrumpirles!

Lo cual implicaba que le habían visto. Y para colmo el señor relámpagos quería verlo lo cual no podía ser nada bueno. Estaba furioso. Levanto el brazo dispuesto a lanzar una bola de fuego cuando algo le toco el hombro.

_ Hades, yo también debo marcharme- Perséfone le sostenía el hombro, y le miraba tranquila.

Poco a poco Hades se calmo y la bola de fuego desapareció.

_ ¿ Hay alguna manera de que pueda contactar contigo? -Pregunto Perséfone.

No le gustaba tener que estar siempre a la espera de verlo en una fiesta o que el la encontrase a ella. Esa chica no paraba de sorprenderle. No sólo le contaba su oscuro pasado y no le importaba, sino que le besaba, y quería volver a verle! Sino fuese porque sabía que era muy inteligente, pensaría que era rematadamente tonta... Seph, Seph, Seph, si supieses todo el daño que te puedo hacer... pensó Hades.

-No se muy bien como funciona lo de la invocación, porque sinceramente nena, eres la primera mortal que conozco que tiene interés en verme- Dijo Hades. –Peeeeero, creo que se me ha ocurrido una idea. Yo te buscare y la próxima que nos veamos te entregare algo con lo que podrás invocarme- La besó y se marchó en una nube de humo.

Pena y Pánico se miraron entre ellos y miraron a Perséfone. Se convirtieron en gusanos y comenzaron a hacerle reverencias. Señorita Perséfone, es la mejor, Lady lugubriedad, ha evitado que nuestro amo nos mutile.

Perséfone sonrió, pobres diablillos. Habría mas de ellos en el inframundo? Tenía curiosidad.

Pero no sólo Pena y Pánico habían asistido a la escena del beso. Los secuaces de Hécate lo habían visto todo. - ¡ Y a mi que me importa que el señor del inframundo se este morreando con una mortal! Esa chica es rubia, buscamos una morena.. –

Respondió Hécate a lo que le acaban de contar sus lobos.- Aunque bueno... quizás esa chica nos pueda ser útil. Tengo planes para la fiesta de Poseidón... Yo no estoy invitada, pero quiero liberar a un pequeño amigo... y si consigo que Hades abandone la fiesta por un asunto de fuerza mayor...todos creeran que el craken lo libero el! Dijo Hecate riendo.

Hécate sabía que Zeus tendría que ver algo más que unos lobos destrozando su fiesta para desconfiar de Hades y mandarlo al tártaro. Y con Hades en el tártaro... bueno, ella sería la reina absoluta del inframundo.

Mientras tanto en el Olimpo Hades salía de su reunión con Zeus. Le daba otra oportunidad porque había salvado a aquella mortal. Si el supiese lo que pensaba hacer... y le dio la invitación para entrar en el palacio de Poseidon.

A su salida del salón de Zeus aprovechó para pasarse por el taller de Hefesto. Tenía que encargarle algo, y no eran muchas las oportunidades que tenía de pasar por allí. Llego el Viernes, y tuvo lugar la fiesta en el palacio de Poseidón. De esa manera también Hercules podía celebrar con sus numerosos primos marinos, hijos de Poseidon y Anfititre , su enlace.

Hades estaba de muy mal humor. Perséfone no podía ir al palacio, lo que supondría una larga noche de soledad bebiendo ambrosía y soportando las miradas acusadoras de todos los dioses. Incluidos sus sobrinos que no estaban nada contentos de que Hades estuviese en sus dominios.

La echaba de menos. La verdad que disfrutaría teniéndola en el inframundo. Quizas incluso no fuese tan horrible vivir allí si estaba ella... Uno de los tritones paso por su lado dándole un empujon. Lo había hecho claramente aposta. Hades se volvió y vio esa mirada.. esa mirada que le profesaban todos, esa mezcla de odio, asco y mirada por encima del hombro. El agua cerca de Hades comenzó a hervir. Debía llevar a cabo su venganza... si Persefone quería vivir debería elegir bien con quien posicionarse. Si lo elegía a él no permitiría que nada ni nadie le hiciese daño. Si elegía el bando contrario... bueno, sería responsabilidad de ella, ya era mayorcita.

De repente algo que Hades no vio muy bien le dejo una nota: Tu amiga rubia está apunto de ser devorada por un craken en la playa.

Hades se llevo una mano a la cabeza. Eso no le podía estar pasando.¿ Sería verdad?.. ¡ Pues claro que sería verdad sino para que le van a dejar una nota! Hades no sabía que hacer.. por una parte ya había transcurrido mas de la mitad de la noche, podría marcharse y decir que se aburría de la fiesta y que se fue a casa... eso era lo normal en él. Pero ahora estaba vigilado, y si alguien le había mandado esa nota era porque le convenía mantener a Hades alejado del palacio...

No tenía mucho tiempo, Persefone estaría en la playa.. y si moría no sabía si sería capaz de revivirla, todavía no había repuesto todos sus poderes tras caer en el vórtice de las almas. ¿ Porque le preocupaba tanto?Sentia angustia... Bueno, sin Persefone no puedo llevar a cabo mi plan, será eso. Y se marchó de allí dispuesto a rescatarla.

Hades y Perséfone una historia diferenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora