Capítulo 17: La elección

240 17 0
                                    

Perséfone caminaba por el valle de las granadas. Se sentía feliz, tranquila, en casa. Tres mujeres con las cuencas de los ojos vacías, y que compartían un ojo la miraban, pero a ella no le importaba. No tenía miedo de nada. Allí se sentía segura. Una de las mujeres le dijo que tenía que elegir.

-¿Elegir? Preguntó la joven rubia.-¿Elegir qué?-

De repente Pena y Pánico se aparecieron de la nada y le ofrecieron una granada. No lo dudó, le dió un gran mordisco. Le gustaba el sabor amargo de la granada.

Entonces un resplandor brillante salió de la muchacha y un aura de color morado la envolvió. Su vestido blanco se había transformado en un vestido negro y llevaba una tiara de platino, pero a ella no parecía sorprenderle. Es más, le parecía lo más normal del mundo.

- Ya has elegido- Contestó la mujer de un solo ojo, y desaparecieron las tres mujeres entre risas alrededor del ojo.

Perséfone se despertó de repente. ¡Que sueño más raro! Si le contase a Meg sus sueños pensaría que estaba loca. Perséfone debía ser la única mortal en la tierra que se encontraba agusto y segura en el inframundo, y más en concreto con el dios de los muertos. Los seres humanos por lo general no hablaban de hades ni del inframundo. Vivir en el inframundo le produciría ansiedad a la mayoría de la gente, pero no a Perséfone. La muchacha no veía el inframundo como un lugar lúgubre oscuro y lleno de muertos, sino como una transición que había que pasar como precio por haber estado vivo alguna vez.

Al igual que a ella le gustaba trabajar con Hipócrates ayudando y curando a la gente, veía el inframundo como un lugar donde ayudar a las almas a descansar en paz, y eso poca gente lo entendía.

Horas más tarde:

Perséfone llegó con Meg y Hércules a la fiesta de los dioses. Había preferido no molestar a Hades, y dejar que se calmase. Además Per había tenido una semana ajetreada con Hipócrates debido a todos los heridos que había habido por los desastres naturales. De todos modos después de intentar utilizarla para sus planes, de ser el responsable de que pasase una noche en el tártaro y de casi haberla calcinado,no estaba mal que diese él el primer paso.

Meg estaba feliz de que su hermana hubiese acudido a la fiesta con ella y con Herc, en lugar de con Hades. Conocía a su hermana pequeña, y sabía que algo le pasaba con el dios del inframundo. Hades se había pasado y mucho, y Perséfone era buena, dulce, y comprensiva... pero no había que jugar con ella. Había muchos otros dioses y semidioses en la fiesta, y Meg sabía que Apolo sentía atracción por Per. Atracción que Meg tenía pensado utilizar para que su dulce hermana se olvidase del malvado Hades.

Psique vió a las dos hermanas, y corrió a saludarlas efusivamente. La novia de Cupido había hecho buenas migas con Meg, las dos eran mortales rodeadas de dioses, y ambas tenían mucho tiempo libre. Con Per también se llevaba bien, pero era diferente. Per trabajaba, y pasaba tiempo con Hades, cosa que su hermana Meg no soportaba. Cada vez que salía el tema de Hades, Meg se ponía a la defensiva, aprovechando cualquier oportunidad para manifestar su desprecio hacia el dios,y eso había distanciado algo a las hermanas.

Hades llegó a la fiesta, y vio a las tres mortales hablando animadamente. Pasó al lado de Afrodita y ni la miró. Afrodita sonrió para sus adentros. ¿ quién decía que la música amansa a las fieras?¡El amor amansa a las fieras!En condiciones normales el dios del inframundo hubiese intentado halagarla con algún piropo sin sentido, o simplemente se le hubiesen perdido los ojos en sus curvas. La verdad es que Afrodita nunca había visto al dios de pelo de fuego así.

Hades tomó una copa de ambrosía y vió desde lejos como Meg desaparecía durante unos segundos, y volvía con Apolo. -¡Perfecto!- Pensó Hades. Lo que le faltaba. Un apuesto dios, con un más que conocido gusto por las mortales, revoloteando alrededor de su Seph. Porque Seph era suya, y por muchas cosas que pasasen no pensaba renunciar a ella. No sin pelear. Además sabía que Apolo sólo pretendía acostarse con ella, el dios del sol era así. Usar y tirar.

Hades y Perséfone una historia diferenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora