Capítulo 32: La boda

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Meg se encontraba en la villa del héroe maquillandose. Hoy era el gran día, hoy por fin se casaba con Hércules, el amor de su vida. El semidios se encontraba en la estancia mas alejada de su enorme mansión, no querían romper la tradición de no verse antes de la boda.

-Cariño estas radiante.- Dijo Cyrene a su hija . Se encontraba llena de orgullo. Allí estaba su hija mayor, vestida de novia y preciosa, apunto de casarse con el mayor héroe de toda Grecia.

-Gracias mama.-Meg sabía que ese iba a ser el día mas feliz de su vida. Estaba deseando casarse.

La joven de ojos violetas acudiría a la boda sobre Pegaso. Aunque cuando lo conoció Pegaso y ella no se llevaban nada bien ( teniendo en cuenta las circunstancias de que Meg era secuaz de Hades) ahora eran inseparables.

Hércules acudiría en un carro con bordados de oro, regalo de su padre Zeus. Cuando Cyrene viese que el carro no estaba en el jardín, sería el aviso de que ya podían marchar.

Todos los dioses griegos estaban invitados a la boda, exceptuando las criaturas del inframundo. El unico ser del inframundo que estaba invitado/ obligado a asistir a la boda era Hades.

Hécate no estaba invitada a la boda, lo cual apeno a Cyrene, pues aparte de que le tenía aprecio, con ella todo hubiese sido mucho más fácil. Llevaba en un bolsillo de su vestido las hierbas que la diosa de las almas errantes le había dado. Solo tenia que vertirlas en la bebida de Perséfone, y ésta perdería al niño, sin sufrir ningún daño.

A ella le molestaba que en ocasiones con Herc, Meg y los demas hablasen del pequeño como su sobrino, y peor aún, como su futuro nieto. Eso que tenía su hija en su interior no era su nieto, ni siquiera era un niño normal, era un demonio, un hijo de Hades, un principe del inframundo. Perséfone al principio sufriría y lo pasaría mal, pero con el tiempo comprendería que es lo mejor, no tendría nada que le atase al señor de los muertos, y podría rehacer su vida. No tendría porque condenarse.

-¡Mama!¿Aun esta el carro?.-

Su madre abandono sus pensamientos y miro por la ventana. El carro ya no estaba.

Hercules iba vestido con un traje de héroe nuevo, con la armadura de oro. El traje había sido regalo de su madre Hera. Mientras se dirigía hacia la playa se apenó pensando en Ancfitrion y Alcmena. Habían muerto poco después de que Hércules salvase el Olimpo, en un desastre natural. Porsupuesto si hubiesen estado vivos hubiesen estado junto a Zeus y Hera en su boda.

En la playa Hércules divisó una gran cantidad de dioses, seres mitologicos y unos pocos mortales. Una gran sonrisa invadio su rostro. Comenzaba el mejor dia de su vida. Hera, su madre, como diosa del matrimonio era la encargada de casarlos. Todos los asistentes vitorearon al héroe, que se encontraba en el altar, junto a su madre, esperando a Meg.

Perséfone y Hades se encontraban entre los asistentes, en segunda fila. Al lado de Seph se encontraba Psique junto a Cupido. Pero no era como el Cupido que ella recordaba...

-¡Psique! ¡Estas guapisima!.- Dijo Seph.- Y Cupido estás... estás...algo cambiado...- El dios del amor ya no presentaba el aspecto de tupe, bigote y pañales, sino que era un joven bien parecido, de piel lila, cabello purpura, alas, y sin pañales... llevaba una tunica.

-Entre los mortales suelo presentar mi otro aspecto... pero entre los dioses suelo mostrar mi verdadero aspecto, que es este.- Respondio el dios alado.

-Para la boda hemos decidido que era mejor que se presentase con su aspecto de dios. Cuando vosotros os caseis también irá así.- Dijo la muchacha sonriente.

-¿Y a ti quien te ha dicho que estais invitados?.- Respondio Hades.

-Hades, tu haciendo amigos como siempre.- Dijo la joven rubia con una sonrisa ladeada.- Tenemos que hablar aún de los detalles, pero claro que estáis invitados.-

Hades y Perséfone una historia diferenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora