Perséfone se encontraba en su cabaña arreglandose para la cena. Había vuelto a hurtadillas para que no la viese su madre, no tenía ganas de hablar con ella.
Se encontraba mirándose de perfil en un espejo.
-Estás sensacional.-Dijo una voz a su espalda.
La chica se volvio y alli estaba, el señor de los muertos, tan imponente como siempre.
-Hola Hades, temía que no pudieses venir.- Dijo la muchacha de ojos azules, pues hacía unas horas el dios se había tenido que ir de improviso al inframundo, ante un ataque de cadaveres espartanos descontrolados.
- ¿Y perderme estas celebraciones con mis compañeros dioses que tanto me gustan?- Sonrío sarcasticamente el dios de pelo de fuego. - No podía dejarte sola.- Dijo Hades cogiendo a Seph por la cintura, y mirando su reflejo con Perséfone en el espejo. Le encantaba ver esa imagen de los dos juntos.
- He hablado con mi madre.- Dijo Seph con un rostro serio.
- Y está horrorizada imagino.-
-Imaginas bien.- Contestó la joven rubia.
De repente una voz llamó desde el jardín:
-¡Perséfone! ¿Estas lista?- Era Meg.
- ¡Ya voy!- Contesto Per.
La chica suspiro y se dispuso a salir.
-Oye.- Dijo el dios del inframundo cogiendo a su prometida por la barbilla.- No te preocupes por mi, estoy acostumbrado al rechazo. Podré soportarlo.-
La mirada de Perséfone se ilumino un poco, y una pequeña sonrisa salio a la luz. Cuando la joven abrio la puerta y salio, Hades penso para sus adentros :
-Solo hay un rechazo que no podría soportar.-
La cena transcurria con normalidad. Perséfone se sentó alejada de su madre, por lo que no pudo ver el nerviosismo que su madre presentaba. Cyrene estaba sentada al lado de Demeter, con la que no paraba de conversar. Cuando le habían presentado a los dioses, la madre de Meg y Per estaba como en shock, pero cuando le presentaron a Hades la ansiedad se transformo en desprecio. No sabía que había visto su hermosa hija en ese dios, pero no estaba dispuesta a permitirlo. Una madre tenía que hacer lo que fuese necesario por sus hijas, aunque estas no lo entendieran.
Su hija pequeña se había sentado lo más alejada posible de ella. De vez en cuando echaba un vistazo a donde se encontraban Per y Hades. No le gustaba como miraba su pequeña al señor de los muertos. Lo miraba con admiración, como si fuese lo más fantástico que había visto jamás. Y muchisimo menos le gustaba como el dios miraba a su pequeña, con esa mezcla de adoración y deseo.
Hades observo a Cyrene. Esa mujer le sonaba mucho y no sabía de que, y además no paraba de hablar con la diosa de la agricultura, daba la sensacion de que fuesen viejas amigas.
Cupido y Psique no paraban de hacerse carantoñas. Perséfone sonrió, resultaban tan empalagosos. Poseidón comunicó que dos semanas antes de la boda, y hasta que esta llegase, no se produciría ninguna tormenta en el mar, para facilitar la llegada a Tebas de los invitados. Todo estaba transcurriendo muy bien, a Hercules se le veía feliz, en su salsa.
Cuando llego el momento de los postres, Demeter y Cyrene se levantaron.
Se encontraban al lado de la cabaña de Perséfone. Cuando se aseguraron de que no había nadie alrededor se dispusieron a hablar, aunque no tuvieron en cuenta que había un dios que sabía camuflarse en la oscuridad.
-Cyrene, ¿ Cómo se te ha ocurrido venir? La estas poniendo en peligro.-
-Debo ser la única persona en toda Grecia que no sabe que Hercules es el hijo de Zeus y Hera.- Replicó Cyrene. - De todos modos Zeus ni siquiera me ha reconocido...-
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Hades y Perséfone una historia diferente
FanfictieCuando Hades consigue escapar del vórtice de las almas, no se imagina que conseguirá el perdón de Zeus y que será invitado a una boda muy especial... Tampoco espera conocer a la mortal que será la persona más importante de su vida y le hará replante...