Capítulo 38: Redención

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Hades estaba agotado, pero sabia que no podían quedarse allí tumbados en el acantilado. Perséfone habia perdido el conocimiento. Puso la mano en su vientre, aun seguia sintiendo el aura de su hijo. Por otra parte Seph respiraba. Aquello tranquilizo al dios. Utilizo todas las fuerzas que le quedaban para con un chasquido de sus dedos, orbitar ambos hacia el dormitorio, concretamente sobre su cama. Aquel esfuerzo fue el culmen, nada mas caer en la cama, Hades entro en un profundo sueño.

Mientras tanto en Tebas, Asclepio, el medico de los dioses, se encontraba examinando a Megara. Solo estaba de un mes, y no se le notaba el embarazo. El dios puso sus manos sobre el vientre de la mortal. Hercules no paraba de dar vueltas por la habitación. El dios llevaba un buen rato posando las manos sobre el vientre de su mujer y sin mediar palabra.

Finalmente Meg hablo:-¿Y bien?.-

El dios se le quedo mirando con mala cara. Habia accedido a examinar a esa mortal porque el vastago iba a ser el futuro nieto de Zeus. El no trabajaba con mortales. De hecho el mismisimo Hades le habia pedido que examinase a Perséfone, y Asclepio se habia negado argumentando que la chica no era una diosa, era mortal. Y ademas, no quería ni tenía porque hacerle ningun favor al señor de los muertos. Si antes no lo podía ni ver, tras su fracasado intento de toma del Olimpo todavía menos.

-A pesar de que este niño solo tendra un cuarto de parte divina...Noto bastante energía en el. Como si fuese... mitad dios, mitad mortal.-

Meg frunció el ceño. A ella no le interesaba si el niño iba a tener poderes o no, o por lo menos no era lo que más importaba. -Me gustaría saber si mi hijo está sano.- Respondió la muchacha de ojos violetas, con toda la educación de la que pudo hacer acopio.

-Si, el niño está sano.- Respondió el médico de los dioses.

En el Inframundo:

Hades abrio poco a poco sus ojos amarillos. Se encontraba en su cama, sobre las sabanas. Perséfone estaba a su lado profundamente dormida. Respiraba profundamente. Le toco el vientre. Todo parecia ir bien. Con un chasquido de sus dedos Perséfone aparecio con su tunica de dormir. Una tunica de manga corta similar a la que llevaba Hades debajo de la toga. Le encantaba ver a la semidiosa con ese atuendo, como si llevase su propia tunica puesta, aunque si la llevase, probablemente tropezaria. Aquello no parecio interferir con el sueño de la muchacha, que siguio durmiendo placidamente.

El dios miro el reloj de arena de la habitación. Llevaba durmiendo unas 17 horas. Y aun asi se habia levantado cansado. Se froto las sienes. Alguien habia empujado a Seph al vortice de las almas. Parecia vivo, pero habia algo diferente en el. Y al final llego a una conclusión: alguien habia escapado del tártaro. Estaba convencido de que Hécate tenia que ver mucho en ello, pero no podía demostrarlo, ni serviría de nada presentarse en su palacio. Ella ya habria pensado en todo. Así que decidio que tenía que ir al tártaro lo primero, para averiguar quien era el preso fugado.

Perséfone abrió lentamente sus ojos azules. Solo habia oscuridad, pero reconocio rapidamente el lugar. Estaba en el dormitorio, con su tunica de dormir y dentro de la cama. Su último recuerdo habia sido desmayarse en el acantilado que daba paso al vortice de las almas. Busco a su lado con la mano, pero el hueco estaba vacio. El dios de los muertos no estaba allí. Se intento incorporar, estaba cansadisima. Era consciente de que estaba viva de milagro, y se miro los brazos en la penumbra para asegurarse de que no era un fantasma. Quiso levantarse pero le fallaron las piernas y se cayo sentada en el suelo, dandose un culetazo. Se toco el vientre. Cuantos problemas les estaba dando esa maldita bruja... porque Seph estaba convencida de que la diosa de la hechicería estaba metida en todo aquello. La rabia se apodero de ella,envolviendola con un aura roja brillante. Consiguio levantarse, y se puso su vestido negro. Al salir del palacio le sorprendio ver alli a Cervero, quien la recibio con un lametazo con cada una de sus tres cabezas.

Hades debia haberlo dejado en la entrada del palacio como protección, despues de todo no sabian quien habia sido o que habia sido lo que la habia empujado alli dentro. La joven acaricio las tres cabezas del can, que estaba encantado con las atenciones. Y aunque a Perséfone le encantaba jugar con Cervero, en esos momentos lo unico que sentia era ganas de hundir su cabeza en la tunica de Hades y abrazarlo intensamente. Habia sido una estupida. El le habia dado todo, habia arriesgado su vida en varias ocasiones, su vida de dios para salvar su vida mortal. Y ella se lo habia pagado actuando a sus espaldas. Y para mas inri en lugar de pedirle perdon y arreglarlo, ella habia sido terca y cabezota. Aquello podía haber sido el fin... Hades casi no lo cuenta. Perséfone no se lo hubiese perdonado jamas.

Hades caminaba por el tartaro. Largas celdas se apilaban antes de llegar a la parte realmente peligrosa y donde se realizaban todos los castigos eternos. En las celdas no faltaba nadie. Continuo hacia la parte donde se realizaban los castigos. Si realmente habia escapado alguien de alli habia tenido que ser con ayuda. Tras un largo rato, y revisar todo el tartaro de arriba a abajo, se dio cuenta de quien faltaba. Sisifo, un ladron y un asesino que habia cometido terribles crímenes en vida. El dios de los muertos estaba furioso. Nadie escapaba del tartaro. NADIE. No iba a permitir que aquel alma mortal escapase del inframundo y llegase a la tierra. No siendo él el dios de los muertos, el rey del Inframundo.

Hécate estaba furiosa. Su plan habia salido mal. Obviamente esperaba que el inútil de Hades se tirase a rescatar a Perséfone al vórtice de las almas. Lo que no esperaba es que consiguiesen salir. La mocosa mortal debería haber muerto en contacto con esas aguas. Debería haber envejecido hasta morir mientras Hades la observaba y se consumía para siempre en el vórtice de las almas. Aquello no le gusto un pelo. Se imaginó que si la niñata había sobrevivido habia sido por los poderes que le confería su hijo. Y se dio cuenta de cuan peligroso podía ser aquel ser no nacido para sus planes. Pero la diosa de la hechicería sonrío para sus adentros. Una vez naciese aquel ser, Perséfone volvería a ser una mortal vulnerable. Semidiosa, pero mortal al fin y al cabo. Tendría que actuar antes de que comiese las granadas del Inframundo. Su bebe podría tener grandes poderes, pero no dejaría de ser un bebé. Ademas por mucho que tuviese 3/4 de dios, seguía teniendo una parte mortal. Ese niño no sería un dios, y Hécate podría aprovecharse de eso.

Hades dio la alarma. En todo el Inframundo todos los habitantes tenían una imagen de Sisifo y la obligación de entregarlo para que cumpliese su pena del tártaro. Pena a la que el señor de los muertos añadiría un terrible castigo por haber escapado. Pensó en Seph. Hacia horas que no la veía. Cuando se marchó ella se encontraba durmiendo plácidamente. Había dejado a Cervero como protección, pero aún así no estaba tranquilo del todo, y orbito hacia el palacio. Y allí la vio, en la puerta del palacio sentada. Cervero estaba tumbado y ella le iba acariciando sus tres cabezas. Estaba preciosa. A pesar de todo lo que había pasado sus ojos azules estaban tranquilos. Se quedo un rato observandola hasta que ella le vió. Sus ojos brillaron cuando alzo la vista y vio al señor de los muertos.

Hades se acerco hacia ella.

Hades y Perséfone una historia diferenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora