Capítulo 31: Yo nunca dije que no quisiera tener un hijo

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Hipócrates se encontraba en el consultorio. Estaba atendiendo a los familiares de una mujer mayor que había fallecido en la consulta hacia unas horas. Perséfone vió como una familia desconsolada salía de allí.

No hacía tanto tiempo que Per había estado trabajando allí, pero le parecía que habían pasado años...

Entró y allí estaba el médico. Sonrió a la joven rubia:

-¡Perséfone!¡Has vuelto! Ahora la cosa está muy tranquila pero ya sabes que esto no dura mucho... podemos ir preparando vendas y gasas si quieres.-

-En realidad he venido a despedirme. Tengo que contarte algo.- La muchacha sentía que estaba diciendo adiós a una parte de su vida. Decidió sincerarse con el médico.

Hipócrates estaba sorprendido. No se esperaba que Per fuese a abandonar el trabajo en la consulta. Parecía que le encantaba.

-Bueno Per, tu dirás, la verdad que me ha sorprendido bastante tu renuncia.-

Y la joven a riesgo de parecer una chalada, le contó a Hipócrates que estaba esperando un hijo del señor de los muertos, y que tenía intención de casarse con él y vivir en el Inframundo.

El doctor se dio cuenta de que aunque apenas se le notaba el vientre de embarazada, si que la muchacha estaba más palida y ojerosa, y se dio cuenta de que ya no llevaba un vestido ajustado, sino que en la parte de las caderas era mas ancho.

Conocía a Perséfone desde hacía tiempo ya, el le había transmitido todos sus conocimientos, y era un placer trabajar con ella. La verdad que no se imaginaba que una chica como Per acabaría con el dios de los muertos, pero sabía que la joven no le mentía. Algo le decía al médico que la joven le estaba contando la verdad.

-Yo lo conocí una vez.-

La joven de ojos azules no tenía ni idea de que el doctor había llegado a conocer a Hades.

-Hace unos tres o cuatro años más o menos. Yo estaba en Atenas por aquel entonces,y al señor de los muertos no le hacía mucha gracia que mi trabajo le quitase ''clientes''. De hecho conocí a Hércules cuando estudiaba en la academia Prometeo, y mostraba un gran interes por la medicina.-

Perséfone no sabía nada de eso. Sus ojos azul cielo se abrieron como platos. En realidad si Hércules hubiese sido médico, no se hubiese convertido en el gran héroe que es ahora,y las cosas podrían ser muy distintas. Tanto para Tebas, como para ella y su hermana. Y para el cosmos en general...

-Yo, no sabía nada... Hades nunca me dijo que te conociese.- Contesto Per.

-Fue solo una vez, quiza ni me recuerde. De todos modos no esta tan alejado lo que hacemos de la muerte... salvamos las vidas que podemos, pero todas las vidas tarde o temprano acabaran en el Inframundo. Y tu, Perséfone, puedes ayudarlas.-

-Eso es lo que quiero hacer... pensaba que lo verías...-

-¿Raro?- Pregunto el médico.-No te voy a mentir, yo no me hubiese imaginado nunca que tu acabarías con el dios de los muertos, pero si esto es lo que quieres tus razones tendrás.-

Por primera vez la joven le contaba a alguien que estaba enamorada de Hades y no le miraba como un bicho raro. Era muy reconfortante no tener que ir dando explicaciones acerca de sus sentimientos.

-Te echare de menos Hipócrates.-

-Y yo a ti Per, me costara encontrar a una ayudante la mitad de buena que tu, pero esta no sera la ultima vez que nos veamos.-

En el muelle de Tebas:

Hércules y Mégara esperaban el barco que traía a Cassandra. La adivina se quedaría en casa del héroe. Antes de la boda se reunirían Adonis y Helena, Tempestad , Cassandra y algunos jovenes más de la academia Prometeo, para acudir juntos a la boda.

Hades y Perséfone una historia diferenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora