Capítulo 33: Una nueva prueba

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Cyrene se acerco a su hija con la copa de ambrosía. Había intentado buscar durante un largo rato un momento en que Perséfone estuviese sola, pero no había manera de que el señor de los muertos se despegase de ella. Hasta que Zeus cargado de vino y feliz había cogido a Hades del hombro y lo había arrastrado literalmente a tomar algo con él.

Perséfone no se podía creer que su madre se acercase a hablar con ella. Los últimos días la había estado evitando, y ahora de repente se le acercaba.

-Te sienta muy bien el azul cielo florecilla de primavera.-Dijo la mujer con una sonrisa muy sospechosa dados los últimos acontecimientos.

-Tu también estas muy guapa mamá.-

-¿Sabes? Estos días hemos estado algo distanciadas y no me gusta.-

-Eres tu la que se ha distanciado, yo estoy como siempre.- Perséfone se dio cuenta de que no había dado una buena contestación. Había pasado muchas cosas últimamente, y su madre tenía mucho que ver en ello, pero era su madre al fin y al cabo.

-Pero tienes razon, a mi tampoco me gusta.-

Cyrene sonrio. Iba a conseguir arreglar las cosas con su hija y deshacerse de Hades y su retoño en una misma jugada.

-Te he traido una copa de ambrosía para hacer las paces.-

La chica de ojos azules tomó la copa. Cyrene estaba nerviosa. Per tenía la copa en la mano, pero por el momento no hacía mención de beber.

Hades a lo lejos vio a Seph hablando con su madre. Aquello no le cuadraba. Por lo que sabía, y lo que había visto, Cyrene estaba evitando a su hija a toda costa, y ahora de repente se ponía a hablar con ella como si nada. Además vio como la madre de su prometida sonreía muy forzadamente. El señor de los muertos reconoció esa sonrisa, era la que le ponía el a Zeus.

Decidió acercarse.

-Te traigo una copa de ambrosía nena.- Dijo Hades con una puntiaguda sonrisa, mirando a Seph.

La joven iba a contestar, cuando su madre se adelantó:

-Ya le he traído yo una copa.- Cyrene miro con asco al rey del inframundo. Acto seguido miro a su hija, y comenzó a ponerse muy nerviosa. Hades lo notó, y se dio cuenta de que la copa que le había dado Cyrene a Seph tenía un color ligeramente distinto. Imperceptible si no te fijabas. Indudablemente algo no cuadraba, y Hades se dio cuenta de que Cyrene tenía mucho interés en que Perséfone bebiese de la copa.

Psique se acercó hacia ellos:

-Perdonad,¿Puedo robaros a Per un momento?.-

-Adelante, yo le guardare la copa.- Dijo Hades, quitando a Seph de sus manos la ambrosía.

Las dos jovenes se marcharon unos metros, y aprovechando que Seph no le veía, Hades vertió la copa en el suelo. El cesped donde cayo la bebida se marchito y salio una calavera en forma de humo que al instante se esfumo. La cara del señor de los muertos se lleno de ira.

Y la cara de Cyrene se lleno de miedo... jamás había visto al dios de los muertos tan enfadado. Estaba totalmente callado, su respiración era más rápida de lo normal, su color de pelo asi como sus cejas comenzaban a tornarse rojas... La mujer pensaba que Hades la iba a carbonizar.

En otras circunstancias el dios de pelo de fuego hubiese calcinado viva a Cyrene. Pero no podía, por varios motivos. El primero era que Seph no se lo perdonaría, era su madre al fin y al cabo. Y el segundo era que estaban en la boda del tocinito de cielo, del retoño del señor relampagos. Zeus era capaz de mandarlo para siempre al tártaro, si fastidiaba ese momento.

Se limito a preguntar con cara de odio, y muy lentamente, intentando no alzar el tono de voz:

-¿Que, era, eso?-

La mujer de ojos azules trago saliva. Dijese lo que dijese estaba perdida. Hades había visto claramente el cesped marchitarse y la calavera de humo evaporarse. Estaba claro que una calavera no presagiaba nada bueno. La prueba era que en la tunica de Hades, había una en forma de clip.

- Te he hecho una pregunta.-

Cyrene por dentro estaba muerta de miedo, pero decidio encararse:

-No tengo porque contestarte.-

-Es mi mujer, y le ibas a dar de beber.. ESO.-

-No es tu mujer.- Dijo Cyrene desafiante.

-Todavía.- Y la expresión del señor de los muertos se transformo en una sonrisa malvada.

La mujer hizo amago de marcharse, pero Hades apareció enfrente de ella en cuanto se dio la vuelta.

-No tan rápido, no me has contestado.¿De donde has sacado eso? No parece un veneno típico mortal.-

-No es un veneno.¡Jamás le daría veneno a mi hija! No era para ella..- Y la madre de Perséfone se tapó la boca. No quería dar tanta información.

Hades comprendió que lo que quería la madre de Seph era eliminar a su futuro hijo. Una oleada de nauseas le recorrio por dentro, ya que por mucho que la madre de Seph le odiase, era su nieto al fin y al cabo. Aquella mujer no se diferenciaba mucho de su padre Cronos. Si Cyrene hubiese tenido poderes divinos claros. Le pareció increible que él, el dios de los muertos, cuyo padre lo había devorado y había intentado matar a sus hijos, cuyo hermano Zeus le había relegado al mundo de la muerte, y que no tenía prácticamente ningún apoyo por parte de su familia, sintiese mas amor por su hijo, que Cyrene que era una mortal, en teoría en sus cabales ( cosa que Hades cada vez dudaba más).

-¿Quien te ha proporcionado eso?¡Habla!.-

Cyrene vio que Hercules y Meg se encontraban cerca y se dirigio hacia ellos sin que Hades pudiese hacer nada. Con los novios se encontraba a salvo. Cogio unas copas de ambrosía y comenzó a hablar con ellos.

Hécate observaba desde su bola de cristal. Estaba claro que no se podía dejar las cosas de dioses en manos de mortales. La verdad esque por un momento había visto duda en Cyrene, y la diosa había tenido que actuar. Y para cuando había conseguido que la mortal le entregase la ambrosía infectada a la mocosa, Hades había tenido que intervenir. Tan inoportuno como siempre. Hécate tendría que actuar por su cuenta para llevar a cabo su venganza. Odiaba a Hades, y especialmente a Perséfone y quería verlos sufrir.

¿Pero cómo eliminar a esa niñata que contaba con la protección del Inframundo? El reino de los muertos era un lugar seguro para Perséfone, las criaturas que allí vivían la conocían, y no sólo tenían la obligación de no dañarla, sino el deber de protegerla. De repente una sonrisa malvada se posó en el rostro de la diosa. No todas las criaturas... había un lugar donde sus residentes eran permanentes, y en caso de ser liberados, dudaba que rindiesen lealtad a Hades.

-Si quieres las cosas bien hechas, hazlas tu misma.-

-Ya esta otra vez hablando sola...- Dijo uno de los lobos alados a su compañero.

-¡Os he oído!.-

Mientras tanto Cyrene veía con alegría como ante el grito de todos los dioses, Megara y Hercules se besaban otra vez. Meg estaba radiante... ¿Porque Per no podía ser más como su hermana? Antes la tenía por una persona más racional. El exasperante dios del inframundo había frustrado sus planes, obsequiando a su hija un negro futuro.¿Le contaría algo a Per? Cyrene sabía que la cabezota de su hija estaba empeñada en tener ese... ese ser. Se imagino una replica pequeña de Hades en los brazos de su hija... y un escalofrío le recorrió la espalda.

-Es muy importante que consigas ese pergamino.- Dijo Psique, mas seria de lo normal.

-Si existe un pergamino de esa clase y no está en el Olimpo, estará en en el Inframundo, creeme, he estado en esa biblioteca.- Respondio Perséfone, intentando tranquilizar a su amiga.

-En el Olimpo no esta, Cupido ya lo ha buscado sin resultado...-

-Lo encontrare.- Dijo Per.

-Per, muchas gracias, esto es muy importante para mi.-

Afrodita observaba a Perséfone y a Psique. La novia de su hijo estaba abrazando a la prometida de Hades. No necesitaba escucharlas para imaginarse lo que le estaba pidiendo Psique.

Hades y Perséfone una historia diferenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora