Capítulo 30: Hécate contraataca

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Hades llegó al Inframundo y no veía a Perséfone por ninguna parte. Desde luego en el palacio no estaba. ¿Donde se habría metido? En su estado y con todo lo que había acontecido no le hacía gracia no saber donde estaba. Tampoco había ni rastro de Pena y Pánico. ¿Estarían con ella?

-¡Pena!¡Pánico!.-

-¡Presentes y a sus órdenes!- Contestaron los diablillos, que aparecieron al instante.

-¿Se puede saber donde está Perséfone?.- Dijo el dios de ojos dorados, mirando a los diablillos con cara de pocos amigos. A Pena y Pánico no les gustaba nada esa mirada, hasta las cejas del dios se estaban convirtiendo en fuego...

Y además sabían lo que les esperaba, porque Perséfone estaba en el muelle... Le habían insistido que no era necesario, que se encargaban ellos... pero la muchacha insistió.

Había tenido lugar un ciclón en Tebas, y aunque Hércules había acudido al rescate, no había podido salvar a todo el mundo... y el muelle estaba lleno.

Los diablillos tenían miedo de responder. Hades los cogió por el cuello, apretando:

-¡Os he hecho una pregunta!.-

-¡Esta en el muelle!.- Dijo Pánico medio llorando. -¡Le insistimos pero no nos hizo caso!-

-¡No nos mate!- Dijeron los dos diablos al unísono.

-La muerte va a ser poco en comparación con lo que os voy a hacer.- Y el dios de pelo de fuego fue hacia el muelle.

Mientras tanto en Tebas:

Herc estaba agotado. Había sido un día muy largo, y además no había podido salvar a todos los Tebanos que sufrieron el desastre natural. Era la peor parte de su trabajo. Se imaginaba la cantidad de gente que estaría ahora en el Inframundo por su culpa...

En el hogar de su hermana Perséfone. Hércules había oído sobre las infidelidades de su padre, había muchos rumores, pero no pensaba que fuesen ciertos. Pensaba que era lo que tenía ser un dios famoso, que había rumores... Pensó en la casualidad que era que justo la hermana de su prometida fuese su propia hermana... era de locos. Y Hades era el tío de Per...¡Y se iban a casar! Es cierto que entre los dioses ese tipo de cosas no importaban, pero su hermana era mortal, y había vivido como una mortal toda su vida. Aunque quizás lo de que el señor de los muertos fuese su tío era lo de menos... Todavía no comprendía que había visto Perséfone en Hades. El hijo de Zeus no se fiaba del todo de Hades, y sabía que su relación con él nunca pasaría de ser cordial, cuanto menos.

Sus pensamientos fueron interrumpidos por Meg, que fue hacia la habitación donde Herc se encontraba descansando. Le traía una bandeja llena de fruta.

-Un dracma por tus pensamientos.- Dijo Meg con una sonrisa.

Herc la recibio con una sonrisa.

-¿No tendras preocupaciones pre-boda?.- Dijo la chica de ojos violetas. Ya quedaba menos de una semana para su boda. De hecho esa noche tenían que ir a buscar a Cassandra al muelle.

-¿Bromeas? Estoy deseando que llegue por fin ese día. Además ahora que se ha arreglado todo con mi madre...-

Meg le callo la boca con un beso:

-Si hubiesemos esperado unos pocos meses nuestro pequeño sobrino o sobrina semidios nos podían haber llevado los anillos.- Dijo la muchacha de pelo castaño.

-No se si me fiaría del hijo de Hades... Espero que salga más a Perséfone.-

Meg sonrio. La verdad que ella tenía curiosidad por ver como era su futuro sobrino o sobrina...

Hades y Perséfone una historia diferenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora