Capítulo 17: Nuevas caras

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Las campanas de la Academia repicaron cuando apenas la luz del sol rayaba el alba, haciendo las veces de despertador.
Me desperté con un gran bostezo, me vestí y me aclaré la cara con el agua fría de la jarra. Trás aquello Johan seguía durmiendo profundamente. Le lancé mi cojín para despertarlo y acerté de lleno en su cara. Johan empezó a desperezarse mientras gruñía, quejándose sobre lo pronta que eran nuestras clases. Por mi parte, yo estaba contentísimo de no tener que madrugar.
Pese a estar en el Este, el tiempo aún era medianamente cálido. Por lo que sabíamos, otros años se habían encontrado enormes capas de nieve cubrían el suelo y los edificios en pleno verano.
Miré mi horario-el cual ya me sabía de memoria, pero nunca estaba de más confirmar- y me vestí con una camisa y unos pantalones de tela basta y unos borceguíes de cuero para trabajar en los Hornos. Finalmente me até mi capa y me asomé a la ventana para ver el panorama, esperando a que Johan acabara de vestirse. Me di cuenta que los alumnos más mayores iban con cara de dormidos e incluso con aspecto de asqueado, mientras que los nuevos no paraban de charlas nerviosos y moviéndose de energía. En cuanto Johan acabó de vestirse y de atarse la capa seguimos los pasos de los demás hacía la Cantina.

En la semana anterior me había acostumbrado a la presencia de tanta gente de nuestra edad. En los suburbios no habían muchos jóvenes, y los pocos que había era mejor no acercarse demasiado.

Estaba más nervioso de lo que me gustaría reconocer, así que solo cogí unas galletas y una taza de té para desayunar. Johan llenó su bandeja hasta arriba, como si aquél fuera un día como cualquier otro.

Finalmente fuimos hasta la mesa donde se encontraban nuestros amigos.
 -Me muero de ganas de empezar en Enfermerías-informó Kachess. Tenía la bandeja bastante llena, pero estaba tan ocupado hablando y mirando a su alrededor que apenas había tocado nada.- ¿Que turno tienes, Marion?

 -El mismo que tu, creo. Yo también empiezo en Enfermerías esta mañana.
 -¿Acaso hay más grupos?-pregunté extrañado. Para mi sorpresa todos me devolvieron la misma mirada.
 -Por supuesto, yo pertenezco al grupo B de los Capaverdes-contestó Kachess.
 -Ah, entonces si vamos juntos-confirmó Marion.
 -Yo voy al grupo C de los Caparojas-añadió Nolan.
 -Supongo que los Capaazules no debéis ser suficientes, pero en nuestra rama somos más de ciento cincuenta alumnos, solo contando los  de primer año-dijo Nime-. Yo pertenezco al grupo A, pero compartimos clase con los del grupo B-puntualizó.
Me pregunté si se pertenecía a un grupo u otro según la nota de selección, aunque todo hacía sospechar que si. Si era el caso, me hubiera gustado que hubieran más Capaazules para saber como me había ido a mi, dado que aunque en un principio mi tasa me había parecido elevada, luego pude comprobar que no era así.

 -Espero no arrepentirme de las asignaturas que he escogido-confesé. Le había estado dando vueltas y alquimia básica cada vez me llamaba menos-. ¿Sabéis si se pueden cambiar más adelante?

 -No lo he preguntado, pero supongo que cualquier maestro tendrá esa información-respondió Kachess.
 -Esta bien. En fin, creo que voy ir llendo hacía Hornos-dije levantándome de mi sitio. Los Hornos eran el edificio más alejado de Alojamientos, y aunque podía recortar camino pasando por delante de los jardínes de Enfermerías había casi unos veinte minutos para llegar hasta allí. Recogí mi bandeja, la cual había acabado intacta, y salí de allí.
 -Mucha suerte-me deseó Johan de pasada.
 -Igualmente. Suerte a todos.
Al salir vi que varios Capaazules habían sidos tan precavidos como yo y también se habían puesto en movimiento. Éramos tan pocos, incluso contando los alumnos de grados superiores, que era fácil distinguir las capas de quienes pertenecíamos a mi misma rama.
Iba caminando con paso nervioso intentando imaginar que íbamos ha hacer aquél primer día cuando de pronto uno de mis compañeros se acercó a mi.
 -¡Hola! ¿Tú también eres de primer año, verdad? Me llamo Steven, un placer-se presentó el chico con alegría mientras me ofrecía la mano. Cuando le estreché la mano me di cuenta de que era el chico peliazul que había estado delante mio en el examen.
 -Balwind, y el placer es mío-dije.
 -¡Ah, lo sabía! No eres un noble. Lo supe desde que te vi en el examen.
Steven era más o menos de mi misma altura, y deberíamos de tener la misma edad, pero su expresión alegre y jovial le hacían parecer más pequeño de lo que era.
 -¿Tan evidente es?-pregunté algo fastidiado. Si bien mis ropas no eran gran cosa, lo cierto era que la mayoría de los alumnos que íbamos hacía Hornos vestíamos de forma similar; con ropa de trabajo y no telas suaves o de calidad. Y aún así al parecer se notaba a leguas de donde era mi origen.

Crónicas del aprendiz de Mago: El temor del hechicero oscuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora