Capítulo 22: La sombra de un enemigo

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Al día siguiente tenía la cabeza hundida en mis propios pensamientos. Por suerte Holen estaba tan decepcionado con la clase que se adaptó un poco a las clases de Travis y seguimos con las runas, solo que Holen quería que las grabaramos directamente en los distintos materiales. Aquello provocó más quemaduras y daños para los alumnos e insultos para Holen. Por mi parte aquel trabajo tan mecánico y sencillo me permitió hacer varias reflexiones, a la postre todas inútiles. Tratar de entender la relación que había entre los Khayam, Knox, Owen y nosotros era, cuanto menos, una pérdida inútil de tiempo. Estaba tan impaciente que incluso pensé en explicarles todo a mis amigos durante el mediodía. Pero cuando llegué a la Cantina me di cuenta de que iba a ser imposible. Aquella era la primera vez que el comedor estaba tan lleno desde que empezaron las clases, dado que esta vez un buen número de Caparojas también tomaron asiento. Imaginé que tenían la tarde libre y que por eso todos parecían estar tan contentos. Mis amigos fueron llegando a cuentagotas. Johan se disculpó por lo ocurrido anoche, pero se notaba que en realidad no lo sentía en lo más absoluto. Como una especie de venganza decidí mantener silencio sobre sus preguntas de mi noche con Je'Lad. Nime me saludó como si la noche anterior no hubiera ocurrido nada, y cuando fui a abrir la boca ella me guiño un ojo y empezó a despotricar sobre Blums, uno de sus maestros Caparoja, así que deje pasar el tema. Kachess llegó poco después con la ropa llena de sangre y algo pálido a causa de las prácticas en Enfermerias. Y por último llegaron Nolan y Marion. No había ningún indicador en ninguno de sus gestos que hiciera pensar que estuvieran en una relación, pero ninguno de los dos se separó en ningún momento, y ambos se sentaron el uno junto al otro. Marion y Kachess explicaron mientras comíamos los distintos ejercicios que había hecho aquel día. Yo escuchaba completamente distraído, pensando todavía en aquel misterio, cuando de pronto entró Je'Lad.
Por lamentable y triste que parezca, tengo que confesarlo; mi corazón se paró durante unos segundos dolorosamente interminables. La sonora muchedumbre de mi alrededor, la voz de mis amigos y el olor de la comida caliente que inundaba la sala habían desaparecido para mi. Incluso cualquier pensamiento relacionado con aquel rompecabezas pasó a segundo plano. Creía que después de lo ocurrido la noche anterior apenas seguiría sintiendo interés por ella, pero había sido todo lo contraria. Je’Lad llevaba cogido su largo pelo castaño en una especie de triple cola trenzada, que caía por encima de su espalda y sus hombros. Iba vestida con la camisa y los pantalones de cuero típicos del taller, pero el frío empezaba a notarse y por encima llevaba una bonita chaqueta de piel blanca que contrastaba con el color dorado de su piel. Un pequeño trozo de la capa azul celeste sobresalía por debajo. ondeando a cada paso que daba. Mis  amigos y yo nos sentabamos siempre en la misma mesa, pero Je’Lad me ignoró por completo.
-Supongo que no fue demasiado bien-dijo Johan, que había estado siguiendo la secuencia con atención. Era difícil captar su atención, pero sobre el sexo y las relaciones nunca se le escapaba nada- La verdad es que es bastante guapa, aunque a mi me gustan más las chicas que no puedan derribarme de la cama de un puñetazo.

-Yo prefiero amigos que no me mientan para sacar provecho-corté.
Je'Lad llenó una bandeja y se sentó de espaldas a mi junto a varios Monardos que iban abrigados de forma similar, la mayoría con un trozo de capa roja asomando. Fe’Nam estaba con ellos, pero por suerte no se giró a mirarme con odio, por lo que imaginé que Je’Lad había mantenido su palabra.
-¿Habéis conseguido ya encender la vela?-preguntó de pronto Nolan.

Si Nolan había preguntado aquello era por algo. Decidí intentar unirme a la conversación e intentar no pensar en Je’Lad.

-¿Ya lo has conseguido?-pregunté al ver que solo Marion no había negado con la cabeza.
-Ayer por la tarde, pero sufrí una de esas hipotermias-explicó orgulloso-. Pero a decir verdad yo no fui el único.
-¿Y que se siente?-preguntó Kachess, visiblemente nervioso por ir por primera vez  retrasado respecto a los demás. Hasta ese momento, y pese haber estado hablando, el pequeño Capaverde parecía tan lejos de allí como yo. Pero los asuntos académicos le habían devuelto de nuevo a la realidad.
-Es gratificante-dijo Marion en tono reflexivo-. Pero no es algo que se pueda explicar. Al principio sientes tu cuerpo arder, como si tu cabeza fuera a explotar. Luego sientes un frío intenso, casi mortal, como si tu cuerpo se vaciara de toda tu energía. Pero es menos que esto. O más. De verdad que no sabría explicarlo.
-En teoría tardaremos un par de semanas más en dejar de utilizar nuestras propia energía. Sólo en situaciones de calma, claro-continuó Nolan-. No es lo mismo estar sentado casi cuatro horas ante una vela que estar peleando contra varios rivales.

Crónicas del aprendiz de Mago: El temor del hechicero oscuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora