-¡Rápido, despertad! ¡La niebla está desapareciendo!
-¡Sale el sol!
Así nos despertaron Frandra y Garza, que eran los encargados de la segunda guardia. Hubo algunos gruñidos de disgusto por todos aquellos gritos, pero poco después todos nos encontrábamos a las afueras de la puerta de la mansión.
-Es precioso-dijo Persa con la boca abierta.
-Sí que lo es-coincidió Bégimo por primera vez con él.
Y tenían razón. La densa e impenetrable niebla se estaba difuminando poco a poco bajo los rayos del sol. La lluvia había parado por fin, y las quebradizas nubes que cubrían el cielo dejaron paso a intensos rayos de luz que caían cómo una bendición sobre la tierra.
-Tal vez es porque llevamos casi tres días sin ver el sol, ¿pero no os parece que brilla más que de costumbre? Y estos no deben ser más que los primeros rayos del amanecer.
Alcé la vista y vi a lo que se refería; los rayos que pasaban por los resquicios de las nubes brillaban con una intensidad inusitada, cómo si quemaran. Las nubes del horizonte se movían poco a poco, dejando que brillantes columnas de esa luz cubrieran poco a poco los campos verdes que poblaban el paisaje, ahora dorados bajo aquella luminiscencia.
-Tal vez tampoco es muy natural-concedió Águila-. Pero prefiero esta luz a aquella niebla infranqueable.
-No sabemos si la niebla volverá-advirtió Frederick con los ojos entrecerrados por la luminosidad del cielo. Era el único que parecía seguir preocupado por la niebla-. Así que recoged las cosas y preparaos. Partiremos de inmediato.
La Hermandad cumplió las órdenes, echando un ojo de vez en cuando a aquél cielo que mezclaba el tono oscuro de las nubes con la luminosidad del sol. Una de las nubes que se encontraba encima de nosotros se abrió, y uno de esos rayos de luz iluminó la casa del Demonio, hasta el punto de hacerla brillar casi con luz propia.
-Así no da tanto miedo-dijo Kachess observando la gigantesca mansión. Ahora que la niebla había desaparecido se podía apreciar por fin toda su inmensidad. La fachada se cuidaba bastante bien, aunque la hiedra había cubierto buena parte de ella. La entrada estaba formada por un jardín –ahora salvaje y descuidado- y había un largo en la parte este del hogar, aunque el agua estaba verde y no olía muy bien. Pero no lo dudé ni un segundo; en otros tiempos debía de ser uno de los lugares más impresionantes y gloriosos de todo Someland-. Aun así no volvería a pasar nunca más una noche aquí-añadió mirando el funesto cuadro de la entrada.
-No ha estado tan mal-dijo Sharlotte-. Si la mansión tuviera una decoración distinta y el jardín estuviera un poco más cuidado sería muy similar a nuestra escuela.
-¿Vuestra escuela? ¿De dónde eres?-preguntó Dyson por curiosidad.
Intenté intervenir, pero Sharlotte ya había contestado.
-De Sulena.
-¿Sulena? ¿Eso está en Lotz?
-Sulena, la ciudad de los Khayam-dijo con alegría-. Pero no te preocupes, que no soy uno de ellos. No del todo, ya que también soy Varion.
Dyson abrió mucho los ojos.
-¿Me estas tomando el pelo?-dijo enfadado-. No creo que tengamos que hacer broma sobre los Varion, y mucho menos sobre los Khayam...
-No está haciendo broma-suspiré-. Por eso también necesita protección. Sharlotte es una fugitiva de los nigromantes.
La chica asintió, pero Dyson no movió ni un solo músculo. Era evidente que aquella información le había cogido por sorpresa.
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Crónicas del aprendiz de Mago: El temor del hechicero oscuro
FantasyBalwind es un joven y astuto aprendiz de mago que deberá enfrentar junto a sus amigos a extraños y misterios poderes mágicos mientras lucha contra otros terribles enemigos: los Khayam, el resto de la humanidad y él mismo.