Cientos de luces de distintos colores se veían reflejadas en el agua del inmenso lago de profundas aguas. Junto a él, los alumnos de la Academia esperábamos a que diera inicio el ritual de graduación, más conocido como el ritual del Despertar.
Esa noche cientos de alumnos iban a convertirse en magos consagrados. Personas capaces de ejercer su poder a su antojo y voluntad, capaces de entregar sus habilidades para sanar vidas cómo arrebatarlas. Fuera cual fuera el camino que decidieran tomar, el dominio de la magia estaría de su lado.
Los futuros graduados hacían cola delante de un altar con el grabado de las cuatro ramas. Una llama blanca bailaba dentro de una pequeña fuente plateada colocada encima del altar. Los alumnos iban pasando en fila de un, respetando todas las costumbres del antiguo ritual. Cada uno de ellos debía meter la mano en las llamas y coger uno de los sellos que el fuego guardaba. El director debía enfriar las llamas en una muestra simbólica de la confianza mutua entre maestro y alumno para que éste pudiera recoger el sello, y una vez hecho ese paso, el director debía plasmar el símbolo de los magos en la mano del alumno cómo muestra de su nueva condición de mago.
Como en ese momento no había director, los nuevos y viejos maestros superiores decidieron hacerse cargo de la propia ceremonia. Daeros y lord Korver entregaban el sello a los alumnos Caparoja, Lunt y Natasha a los Capaverde, Mina y Holen a los Capaazul y Alvian y Datzo’Len a los Capamalva. Todos iban vestidos de forma elegante, e incluso el lunático de Alvian parecía un gran mago.
Los alumnos de otros años formábamos un pasillo hasta el altar, desde los alumnos de primer año hasta quinto curso, simbolizando así la evolución que todos habían vivido, y que nosotros también debíamos experimentar.
La ceremonia transcurrió sin ningún tipo de incidente. Tras la pelea, tanto los estudiantes Selki y Eorian cómo los Monardos y Leridian se habían sentido avergonzados por lo sucedido. Lo ocurrido había sido tan bochornoso que muchos Monardos se tragaron su orgullo y se disculparon a sus amigos de otros reinos, con los que habían estado compartiendo risas y penas antes de ese lamentable incidente.
Desafortunadamente, el culpable del alboroto aún no había salido a la luz.
-¿No pueden ir un poco más deprisa?-se lamentó Nime a mi lado.
Lo cierto era que la procesión se estaba alargando demasiado, y desde nuestra posición no podíamos ver mucho más que los alumnos pasar. Los primeros minutos tenía su gracia, pero luego ni siquiera observaba los rostros que pasaban por mi lado.
-Mirad eso. Nadie quiere que Holen le ponga el sello-señaló riendo Wallace.
Estiré un poco el cuello para ver mejor el altar. En ese momento una chica Capaazul acababa de sacar el sello de las llamas, pero cuando Holen fue a cogerlo, la chica lo apartó sin ninguna vergüenza de las manos del maestro y le entregó el sello a Mina.
-No me extraña. Ojalá el año que viene no lo tengamos como maestro-dijo Marta unos metros más lejos. De nuevo, ella y Wallace se habían peleado por una tontería, pero él no parecía estar muy preocupado.
Las palabras de Marta me sonaron extrañas. Me pregunté cuanto tardaría en hacerme a la idea sobre mi marcha de la Academia.
En aquel momento Sorin pasó por mi lado. Al día siguiente, el poderoso estigmatizado iba a unirse a la guardia de Belhaven, tal y cómo le había prometido a Marcelau. Ayer tan solo era un alumno más, y mañana iba a luchar codo con codo con cientos de magos para intentar detener a los Khayam. Pese a que apenas le conocía y solo me había salvado de Darrin por sus deseos de venganza, sentía una gran gratitud hacía él.
Daeros y lord Korver enfriaron las llamas para que Sorin pudiera coger su sello. Cuando Daeros marcó su mano, intercambió unas palabras con él. Sorin asintió, y Daeros se mostró satisfecho.
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Crónicas del aprendiz de Mago: El temor del hechicero oscuro
FantasiBalwind es un joven y astuto aprendiz de mago que deberá enfrentar junto a sus amigos a extraños y misterios poderes mágicos mientras lucha contra otros terribles enemigos: los Khayam, el resto de la humanidad y él mismo.