“Lo siento Balwind, pero mi padre me ha comprometido. Ha llegado a oídos de mi padre que estoy enamorada de un chico de pueblo llano, y me ha obligado a volver a Luxmar para organizar mi boda con alguien adecuado. Sir Randall y sir Deryk fueron los encargados de darme la noticia, y me obligaron a irme con ellos.
También siento no haberme despedido de ti, pero...siempre he tenido dudas. No por mí, sino por ti. ¿Tu amor es real? Ni siquiera estoy segura de saber quién eres en realidad. Supongo que ya nunca lo sabré.Cuídate mucho;
Lillian.”-Vaya drama. La clásica historia de la chica noble condenada a casarse por alguien elegido por su padre –dijo Ragelis, que había leído la nota por encima de mi hombro.
Sin pensármelo dos veces, me lancé sobre el Eorian y ambos rodamos por el suelo. Ragelis se vio sorprendido por la fuerza que había adquirido en mis entrenamientos, y cuando lo tuve dominado bajo mi cuerpo lancé una lluvia de puñetazos contra su cara, sintiendo una placentera satisfacción al oír el crujido de su nariz. Enrabietado y fuera de control, Ragelis se deshizo de mí utilizando la magia. Un azote de calor apareció en su mano, pero de pronto salió despedido con dureza contra la pared. Antes ni siquiera de caer contra el suelo, una sombra pasó por encima de mí y lo agarró por el cuello.
-Inténtalo de nuevo y te juro que te mato –dijo Gilchrist fuera de sí.
Aturdido por el golpe, me levanté apoyándome en el borde de mi cama.
-Suéltame, suéltame –balbuceaba Ragelis con ojos llorosos.
-¿Qué ha pasado, Balwind? –preguntó Gilchrist, dominando con una sola mano al Eorian.
-Este cerdo ha hecho que se lleven a Lillian lejos de mí, para casarse con alguien más…adecuado. Un cerdo adecuado como éste –señalé a Ragelis.
-No he sido yo –lloriqueaba Ragelis. Gilchrist lo tenía sujeto por el cuello, y a Ragelis le empezaba a faltar el aire-. No he sido yo, lo prometo-dijo con la voz roto.
Gilchrist dudó, peor le hice una seña y lo dejó caer al suelo.
-Ni se te pase por la cabeza intentar una jugarreta-le amenazó Gilchrist.
Ragelis boqueaba, intentando llenar sus pulmones de aire fresco.
-¿Acaso no tengo razón?¿No vas a ser tú el elegido para casarte con ella?-dije en tono amenazador.
-Sí –confesó-. Sí, yo seré quién se case con Lillian. Pero no ha sido idea mía. Ha sido Bastian.
-¿El conde Bastian?¿El hombre que nos ayudó en Waltz?-dije extrañado.
-Cuando vino a hablar conmigo, me propuso un pacto. Dijo que lograría organizar mi boda con Lillian si yo le transmitía información que pudiera obtener de mi padre en la embajada Lanson. Yo sería capaz de muchas cosas por Lillian, pero nunca traicionaría a mi padre, así que me negué en redondo. Sin embargo…el conde es inteligente, muy inteligente –dijo cerrando los ojos-. Informó al padre de Lillian de vuestra relación, y debió pedirle algo a cambio si lograba revertirla. Seguramente también ha mandado un mensaje a mi padre, explicándole que Lillian me había rechazado, y él debe haber cedido para poder cumplir mi sueño de casarme con ella. Así Bastian recibe el favor de los Velsar, la información de la embajada por parte de mi padre y una alianza entre familias de la que seguro sacará tajada sin ni siquiera mover un dedo. Nos la ha jugado a todos-finalizó abatido Ragelis.
“Hasta el más humilde de los campesinos mataría antes de ver su orgullo herido.” Eso es lo que nos dijo el propio Bastian cuando quiso contratarnos a mí y a Lillian para su red, y ahora, el conde nos había demostrado que tenía razón. El orgullo de los Velsar iba a quedar dañado si Lillian se casaba con alguien como yo, el orgullo de los Xalest quedaba herido si Lillian rechazaba a Ragelis…y Bastian había sacado provecho de la situación, sin importar las consecuencias paralelas que provocarían su retorcido plan.
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Crónicas del aprendiz de Mago: El temor del hechicero oscuro
FantasyBalwind es un joven y astuto aprendiz de mago que deberá enfrentar junto a sus amigos a extraños y misterios poderes mágicos mientras lucha contra otros terribles enemigos: los Khayam, el resto de la humanidad y él mismo.