-¡Balwind, aprendiz Capaazul de primer año, levántate!-exclamó una voz.
Un alumno había entrado a mi habitación con una de las llaves maestras de recepción. Como la mayoría de los estudiantes de la Academia, era aún joven, pero pasaba la veintena. El chico era alto y de complexión delgada. Tenía una expresión aburrida y ojos negros y oscuros. Debajo de su sombrero de ala ancha caía una larga cascada de pelo liso y oscuro. Iba vestido con una larga chaqueta de cuero rojo y ropas de tela de mucha calidad, prácticamente todo rojo excepto por la camisa blanca que tenía debajo. Por debajo de su capa roja pude ver una espada de un rojo resplandeciente repleta de runas. Tenía toda la pinta de ser la espada que forjó Wallace, solo que con la siderurgia de algún Capaazul de último año. Holen habían complido su promesa.
-¿Qué está pasando?
-Lord Korver quiere que vayas a verlo y me ha mandando a por ti-dijo con tono aburrido.
El Caparoja se sentó en la cama de Johan, esperando a que me vistiera. Estaba demasiado dormido como para pensar con claridad que estaba pasando. Algunos alumnos miraban con curiosidad al pasar por delante de mi puerta abierta, pero al ver a ese tipo plantado allí aceleraban el paso. Parecía que tenía cierta fama en la Academia, y aunque el chico me sonaba de algo no caía de que. Cuando ya estaba listo, el Caparoja se levantó, dio media vuelta sobre sí mismo y empezó a andar sin decir palabra, con las manos dentro de su larga chaqueta roja de cuero. Lo seguí ante la mirada de mis compañeros. En la segunda y tercera planta -los estudiantes de último año-, los alumnos me miraban sorprendidos y otros me miraban con preocupación. Aquello logró ponerme nervioso pese a no saber qué estaba ocurriendo. Como era de esperar, fuimos hacía el Coliseo. El fuerte viento de anoche persistía, e imaginé que el invierno de las montañas se acercaba. Las grandes banderas del recinto se agitaban con parsimonia, pero las más pequeñas se movían con furia, creando un ruidoso y molesto ruido.
Entramos por una de las pequeñas puertas laterales y fuimos hacía la mitad de la arena. Lord Korver nos esperaba con los brazos cruzados y las piernas ligeramente separadas.
-Lamentable-dijo mirándome de arriba a bajo-. Vincent, ya puedes irte. Ve a Waltz y haz lo que te dije.
-Sí, señor-respondió el chico. Y entonces caí en la cuenta. Vincent era uno de los dos chicos que había logrado aguantar las embestidas del maestro hacia un par de noches, cuando los encontré con Kachess peleando. De nuevo, estaba seguro que no era casualidad que hubiera sido Vincent el que hubiera ido a buscarme. ¿Pero por qué’
Vincent hizo una profunda reverencia y salió del recinto con paso tranquilo. En cuanto el Caparoja desapareció Lord Korver sonrió con una mueca que me dio una mezcla de asco y miedo.
-El joven señor Knox tiene mucho interés en ti, pero aún no tengo ni idea de que diablos ve en alguien tan enclenque. Solo eres uno más de los miles de mocosos que pueblan este lugar.
Era obvio que esperaba una respuesta, pero no dije no hice nada. El Leridian no parecía muy cuidadoso a la hora de hablar, y tal vez podría dejar ir información sin ni siquiera darse cuenta.
-Esta bien, Knox me pidió que me ocupara de ti. Quiere que te enseñe a pelear.
-Pero yo soy un Capaazul-dije con voz infantil.
-Eso mismo dije yo-respondió lord Korver, escupiendo a un lado.-Pero insistió en que debes aprender.
Así que Knox no quería que sucediera otra vez lo mismo del día de ayer. Era un detalle a tener muy en cuenta.
-¿Y mis amigos? Ellos…-No sabía hasta dónde podía hablar. ¿Cuanto sabía lord Korver?-. Ellos también están en peligro-dije al fin.
-Tres de ellos ya entrenan con los Caparojas. El otro chico…
-Kachess.-Knox opina que no le hace falta-respondió ignorando el nombre.- Y eso es suficiente.
La confianza ciega de lord Korver en Knox era verdaderamente asombrosa. Imaginaba que había algo más entre ellos dos que yo no podía apreciar.-En mis primeras lecciones acostumbro a destrozar a mis alumnos para que vean que realmente no tienen ni puta idea de luchar. Pero Knox me mataría si hiciera eso contigo -confesó a desgana-. Así que iremos a por un arma adecuada para y haremos unos cuantos ejercicios básicos.
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Crónicas del aprendiz de Mago: El temor del hechicero oscuro
FantasyBalwind es un joven y astuto aprendiz de mago que deberá enfrentar junto a sus amigos a extraños y misterios poderes mágicos mientras lucha contra otros terribles enemigos: los Khayam, el resto de la humanidad y él mismo.