Capítulo 25: Cambio de Capa

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-Hoy vamos a ir a Beraud-dijo el maestro Travis con ilusión.

Estábamos en Hornos, en la primera hora de las clases del lunes. Muchos de mis compañeros parecían contentos, simplemente por no tener que aguantar a Holen aquel día. Yo había estado descansando todo el día anterior, por lo que me sentía con muchas ganas.

-Muchos de vosotros estáis ya acostumbrados a las maravillas de los Capaazules-comenzó-. Desde la más sencillas lámparas rúnicas o el más viejo soplafuegos, todos habéis estado cerca de tales objetos. Por desgracia, muchas veces sin pararse a pensar en el por qué y el cómo funcionan así.

La mayoría de mis compañeros asintieron con gesto aburrido. Intenté recordar si yo había visto algo de todo aquello en los suburbios, aunque sabía de antemano que no. Lo cierto es que aveces se me hacían verdaderamente extrañas las diferencias que tenía con mis compañeros.

-Así que en Beraud quiero que observéis todos los inventos que creéis que han sido creados o perfeccionados por magos. Incluso si podéis, quiero que penseis que podría ayudar a cualquiera de sus habitantes. ¿Qué puede facilitar la vida de un tabernero?¿Y la de un panadero? Por lo general las ideas más sencillas pueden solucionar cualquier problema. Pero si nunca te paras a pensar cuál es el problema, entonces es complicado-dijo Travis con una sonrisa torcida-. Así que ya sabéis. Una vez allí poneros en la piel de los distintos comerciantes, y pensad en cómo los podríais ayudar.

Aquella idea me encantó. En el poco tiempo que llevaba en la Academia había visto cientos de inventos básicos que podrían mejorar los suburbios. Las lámparas de fuego de Fénix, por ejemplo. Funcionaban con unas runas muy simples y apenas llevaba tiempo fabricarlas, y algo como aquello haría mucho más seguras las calles de los suburbios. Aunque sabía que era uno utopía. Una de aquellas lámparas apenas durarían horas, bien porque alguien las robaría para poder venderlas, o bien porque no todos los habitantes querían que sus sórdidos asuntos no pudieran tratarse en la oscuridad.

Y fue justo entonces cuando me dí cuenta de porqué los suburbios eran así. Por desgracia, esa clase de sitios, los lugares donde parece no haber ninguna regla ni ley, siempre van a existir. Porque como bien es sabido, cuando algo esta prohibido más lo anhelamos. Y los suburbios eran el paraíso de los más oscuros anhelos.
Salimos de Hornos bajo un cielo gris. En aquella zona de Someland empezaba a hacer un frío notable, y muchos creían que pronto empezaría a nevar. Me ajusté mi capa y me acerqué hasta Je’Lad.

-Me dijiste que no dirías nada a Fe’Nam-la acusé con rabia.

Ella se giró y me clavó un dedo con aún más fuerza.
-Y no he dicho nada, estúpido. ¿No pensaste que era muy estúpido entrar dejándote ver por toda Alojamientos?-me incriminó-. Estúpidos Selkis.
-Estúpido es la palabra-río Tariq’Karodan, que iba andando junto a Je’Lad-. La has liado buena Balwind. Fe’Nam esta que se sube por las paredes, y más cuando os salvó un grupo de asquerosos Leridians y varios Selkis y Eorian.

-No te metas en esto-dije enfadado.
Tariq alzó una ceja y se encaró conmigo, pero Je’Lad lo apartó de un empujón.

-No seas capullo y cállate-le dijo.

-Fe’Nam te mataria si supiera lo que acabas de hacer-dijo con desprecio.

-Olvidate de Fe’Nam. Que él se crea que soy suya no lo convierte en realidad.

-Deberías alejarte de ese tipo, por mucho que tus costumbres te unan a él.

-¿Costumbres? Es más que eso. Pero tampoco es asunto tuyo-cortó Je’Lad.

-¡Claro que lo es! ¿Que esta mal en tí? No creo que sea normal alejarte de alguien tras hacer el amor. No tiene ningún sentido.

-Pues acostúmbrate-respondió cortante.

Crónicas del aprendiz de Mago: El temor del hechicero oscuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora