capítulo 36 Maraton 3/3

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Pov Ana

Mi mundo se sostiene precariamente en manos de esta pobre mujer destrozada. ¿Disparará? ¿A los dos? ¿Solo a Cristian? Es una idea atroz. Pero después de una eternidad, durante la cual el tiempo queda en suspenso a nuestro alrededor, ella agacha un poco la cabeza y alza la mirada hacia él a través de sus largas pestañas con expresión contrita.

Christian levanta la mano para indicarle a Taylor y a Sawye que no se mueva. El rostro lívido de este revela su furia. Nunca le había visto así, pero se mantiene inmóvil mientras Christian y Leila se miran el uno al otro. Me doy cuenta de que estoy conteniendo la respiración. ¿Qué hará ella? ¿Qué hará él? Pero se limitan a seguir mirándose.

Christian tiene una expresión cruda, cargada de una emoción que desconozco. Puede ser lástima, miedo, afecto… ¿o es amor? ¡No, por favor… amor, no! Él la fulmina con la mirada, y con una lentitud agónica, la atmósfera del apartamento cambia. La tensión ha aumentado de tal manera que percibo su conexión, la electricidad que hay entre ambos.

¡No! De repente siento que yo soy la intrusa, la que interfiere entre ellos, que siguen mirándose fijamente. Yo soy una advenediza, una voyeur que espía una escena íntima y prohibida detrás de unas cortinas corridas.

El brillo que arde en la mirada de Christian se intensifica y su porte cambia sutilmente. Parece más alto, y sus rasgos como más angulosos, más frío, más distante. Reconozco esa pose. Le he visto así antes… en su cuarto de juegos.

Finalmente, él articula una palabra en silencio. No sé cuál es, pero tiene un efecto inmediato en Leila.

Ella cae de rodillas al suelo, con la cabeza gacha, y sus manos sueltan la pistola, que golpea con un ruido sordo el suelo de madera. Dios santo… Christian se acerca tranquilamente a donde ha caído el arma, se inclina con agilidad para recogerla, y luego se la mete en el bolsillo de la americana.

Mira una vez más a Leila, que sigue dócilmente arrodillada junto a la encimera de la isla -Anastasia, ve con Taylor- ordena. Taylor cruza el umbral y se me queda mirando. Sawyer se queda en shock a todo esto.

Expeditivo, sin apartar los ojos de Leila. Un fuerte estremecimiento de alivio me recorre todo el cuerpo, y por un momento creo que voy a desmayarme -Anastasia… -En la voz de Christian hay un deje de advertencia. Le miro, y de pronto soy incapaz de moverme.

No quiero dejarle… dejarle con ella. Él se coloca al lado de Leila, que permanece arrodillada a sus pies. Se cierne sobre ella, la protege. Ella está tan quieta… es antinatural. No puedo dejar de mirarles a los dos… juntos…-Por el amor de Dios, Anastasia, ¿por una vez en tu vida puedes hacer lo que te dicen y marcharte?- Con una voz fría como un témpano de hielo, Christian me fulmina con la mirada y frunce el ceño.

Tras la calma deliberada con que pronuncia esas palabras, se oculta una furia palpable. ¿Furioso conmigo? Dios, no. ¡Por favor… no! Me siento como si me hubiera dado un bofetón. ¿Por qué quiere quedarse con ella?

-Taylor. Lleva a la Señorita Steele abajo, Ahora-Taylor asiente y yo miro a Christian.

-¿Por qué?-susurro, siento que este es el fin del todo entre nosotros, de lo que un día hubo.

-Vete. Vuelve al apartamento-La frialdad de sus ojos me fulmina -Necesito estar a solas con Leila- dice en tono apremiante. Creo que intenta transmitir una especie de mensaje, pero estoy tan alterada por todo lo sucedido que no estoy segura.

Observo a Leila y veo aparecer una levísima sonrisa en sus labios, pero aparte de eso sigue totalmente impasible. Una sumisa total. ¡Santo Dios! Se me hiela el corazón. Esto es lo que él necesita. Esto es lo que le gusta. ¡No…! Siento unas terribles ganas de llorar. -Señorita Steele. Ana…- Taylor me tiende la mano, suplicándome que vaya con él. Yo estoy inmovilizada por el terrorífico espectáculo que tengo ante mí.

Esto confirma mis peores temores y acrecienta todas mis inseguridades. Christian y Leila juntos… el Amo y su sumisa -Taylor- insiste Christian, y Taylor se inclina y me coge en volandas.

Lo último que veo es a Christian acariciándole la cabeza a Leila con ternura, mientras le dice algo en voz baja. ¡No! Mientras Taylor me lleva escaleras abajo, yaciendo inerte en sus brazos, intento asimilar lo que ha pasado en los últimos diez minutos… ¿O han sido más? ¿O menos? He perdido la noción del tiempo. Christian y Leila, Leila y Christian… ¿juntos? ¿Qué está haciendo con ella ahora?.

Tengo que ver a Emiliana, tengo su dirección hay podría llamarla e ir a tomar una copa- tomare un taxi, iré por unas copas-

-El Señor Grey quería que volviera directamente al apartamento -dice en voz baja.

-Bueno, pero ahora ya sabemos dónde está Leila-No puedo evitar que mi voz revele un deje de amargura -Así que ya no necesitamos tantas medidas de seguridad, dile a Christian que nos veremos luego- Taylor abre la boca para hablar, pero vuelve a cerrarla prudentemente.

Tomó un taxi y voy rumbo a cada de Emiliana, ya e llamado a algunas amigas, ellas están felices de ir a tomar una copa. Este día a sido todo un caos y sin dudas, a resuelto todas mis dudas.

Yo soy la que se interpone en ellos, en su felicidad, ella puede hacer lo que Christian quiere, algo que yo nunca le podré dar. Les dejaré el camino libre para que sean felices. Bajo del auto, voy sumida en mis pensamientos hasta llegar al ascensor, Emiliana apenas me ve, me abraza con su pequeña barriguita de cuatro meses.

-¿a quien hay que matar?- eso hace que me saque una sonrisa.

-no te preocupes Emili - le sonrió con cariño- estaré aquí por un momento hasta que las chicas lleguen si no te molesta- me fulmina con la mirada.

-¿como crees que me va a molestar? Vamos entra, vamos, vamos- me hala para entrar a su apartamento. Se que tendré conflictos con Chistian por esto. ¡Que se joda!.

Me sienta en el mueble, suspira -¿le tengo que cortar las bolas a ese canalla?- alza una ceja, uh, cuando hace eso, más vale no molestarla, lágrimas amenazan con salir, se acerca a mi y me abraza -tranquila lida- peina mi cabello con sus manos frágiles -ese imbecil no sabe lo que hace- amigas como esta tienen, que vivir por siglos.

-el...el- las lágrimas no me dejan hablar, justin entra y al verme se preocupa.

-¿que sucede ana? ¿esta todo bien con teddy?- grita, emiliana le explica lo poco que le e dicho -¡ese imbecil!- se sienta a mi lado y soba mi espalda -a veces, los hombres no saben lo que tienen en frente Anni, ese gilipollas volverá, te pedirá perdón, regresarán y serán felices, ahora, si te a engañado ¡lo castro!- río,  intento hablar pero suena el timbre. -¡llegaron las chicas!- grita Emiliana, corriendo a la puerta a abrirles, necesito distraerme ¡ahora!.

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