Epilogo

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-¡vamos mami, de prisa! ¡ahi estan los animalitos! ¡mira Noa!- Anastasia y Christian no pueden ocultar su felicidad. ¿Cómo ocultarla con esas pequeñas? Con esa pequeña niña de dos años que reposa en el hombro de su padre, ese pequeña niña de ojos azules chispeantes y coloridos, tan vivos como el mar mismo, tan parecida a su padre pero con el inmenso amor de Ana y su amabilidad hace una combinación perfecta, Alaska es toda una niña de papá. La pequeña Noa camina de la mano de su hermano mayor, el que las cuida y detesta a la vez, la pequeña es tan parecida a su madre que no hay palabras para describirla.

No pueden ser más felices, no piden más -si Teddy, no corras tanto cariño, puedes lastimarte- le sonríe la dulce Ana a su pequeño hijo, réplica de su padre.

-tu hermana se puede lastimar- los felices padres se enteraron que serian padre por partida doble de unas hermosas mellizas y ese día fue el mejor de sus vidas imita la voz varonil de su padre, la frase que dice siempre para evitar cualquier accidente, el no podría soportarlo, su débil corazón no soportaría semejante golpe.

La doctora Green nunca pudo ver si el otro bebé era mujer o hombre, estaban cruzadas sus pequeñas y delicadas piernas, desde antes de nacer, tan testaruda como su padre pero, a la vez, la luz de sus ojos.

-muy chistoso campeón, pero sabes que es verdad, tienes que cuidar de estas princesas ¿quien lo hará por mi cuando tenga viajes de negocios?- Teddy pone el rostro más serio que puede, fallando en el intento.

-yo papá, yo las cuidaré, no les harán daño- alza su pequeña cabeza para ver a los ojos de su padre que demuestra puro orgullo.

-¿que sucedería si alguien le hace algo a nuestras reinas Theodoro?- habla claro y frío Christian, cada día prepara a su hijo para proteger a sus tesoros más preciados.

-¡no viviría para contarlo Señor!- hace puchero Teddy, enojado, lo que quiere dar a notar.

Christian sonríe, Sna lo observa mal, no quiere que su pequeño niño piense así, rápidamente Christian se pone serio, a lo que más le teme el gran CEO de Estados Unidos, es a su esposa enojada.

-eso es Teddy, recuerdalo siempre. Tu eres el hombre de la casa cuando yo no estoy- despeina su suave y fino cabello cobrizo -ahora. Ve a jugar- toma la mano de Cameron dejando a un Teddy libre para correr y divertirse.

-deja de enseñarle esas cosas- murmura Ana mientras se acerca a un pequeño carro de helados -tres de chocolate y dos de vainilla por favor- sonríe a la chica que atiende el puesto.

-Ana, el tiene que saberlo, por supuesto que si, estoy orgulloso de el, siempre lo estaré y me fascina que, no tiene ni diez años y ya protege a sus hermanas- sonríe observando al pequeño.

Niega Ana mientras toma su pedido -Muchas gracias- paga, se acercan al banco del zoológico despertando a la pequeña Alaska -princesa, helado de chocolate, tu preferido- la niña sonríe tímidamente luego de despertar de su profundo sueño.

Cameron toma su helado en silencio riendo, observando los animales -Teddy, ven- habla fuerte Christian y Teddy rápidamente  llega al ver helado, la madre le tiende un helado mientras Christian toma su helado de vainilla, el preferido de Ana ahora que está en cinta, el padre acerca su mano al abultado vientre de su mujer, acariciando y apreciando el pequeño golpe de su blip cuatro.

-será el último Christian, lo digo enserio, es difícil estar embarazada, no más bebés- Christian suelta un bufido.

-Ana, contigo quiero cincuenta hijos, son preciosos, solo uno más y ya- La cansada madre rueda los ojos, es pesado caminar con un vientre de seis meses.

-es fácil para ti decirlo, no tienes que tenerlo nueve meses en tu vientre, no tienes parto, no Christian, tenemos tres hermosos hijos, tienes que conformarte con cuatro, los amo si pero ya no podré con el quinto- sonríe tímidamente.

-esta bien, tengo que ser justo contigo, te llevas la mayor parte y tienes razón, debe ser muy pesado para ti, lo siento nena, es solo que, son tan jodidamente tiernos que quiero tener muchos, tienes razón, cuatro es suficiente-

-¡oh maldición gracias! Por fin Christian, hemos discutido esto por un año, gracias- sonríe alegre, besa castamente sus labios mientras los pequeños curiosos juegan con una ardilla, evitando que escape.

-no es fácil para mí decir adiós pero significa- se acerca al oído de su esposa -no más condones y eso me hace jodidamente feliz, muy feliz, estoy deseando volver a casa Señora Grey, no sabe cuanto- haciendo que el color llegue a las mejillas de Ana, se necesitan, los dos.

-lo dese tanto como usted Señor Grey, te amo, amo a los pequeños traviesos- dan vuelta para verlos y ríen con ternura.

-yo te amo mucho más, son mi vida Ana y tu no te quedas para nada atrás pequeña Pohebie- besa su vientre haciendo reír a Ana las delicadas pataditas de su bebé, sin duda, este momento no lo cambiarían por nada en el mundo.

-yo te amo mucho más, son mi vida Ana y tu no te quedas para nada atrás pequeña Pohebie- besa su vientre haciendo reír a Ana las delicadas pataditas de su bebé, sin duda, este momento no lo cambiarían por nada en el mundo

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