Ariel.
No puede ser maldita sea—dije sin salir del asombro, mis manos temblaban sudorosas. — Ya regresé a casa.
Él no me vio, pero está aquí en Nueva York, muy cerca de mis hijos y de mí. ¿A que habrá venido?.
Suspiré agotada, y también nerviosa. Imaginaba que en cualquier momento saldría a la calle y me encontraría con él. —por mi ventana observé el Central Park, ¿aún estará ahí? —me pregunté y miré a mis bebés, ellos jugaban alegremente con sus juguetes en la cuna, balbuceando risas muy encantadoras.
—Su papá mis amores..., está tan cerca. —susurré mientras acariciaba la mejilla de mi Vale. Por un momento quise no haber huido, ir a su lado y mostrarle a las ternuritas que tiene por hijos, pero no, en realidad fue lo mejor, Chris no debe saber de ellos. Nada, no permitiré que siga haciendo más daño del que ya hizo.—saben, cuando lo vi..., —no pude continuar porque de mis ojos empezaron a brotar algunas lágrimas.
¿De todos los lugares que existen en el mundo tenía que estar ahí?. Jamás imaginé que el tan solo hecho de verlo me afectaría tanto, porque me di cuenta que todo este tiempo ha sido un estúpido segundo que me separó de él. Fui una imbécil al pensar que podría olvidarlo. Me rindo. Es imposible.
Estaba furiosa conmigo misma. ¡No me lo puedo arrancar del corazón!, lo odio por amarlo tanto. —cerré mis ojos y él estuvo ahí, juraría que está más delgado. ¿Estará comiendo bien?, ¿le pasará algo?, ¡No tengo porque preocuparme por él!. —me regañé.
Limpié mis lágrimas, recordando las miles de veces que me juré no llorar más por él. Abrí mis ojos al sentir que tiraban suavemente de mi cabello. Era Vesta, quien me alzaba sus bracitos para tomarla.
Cuando lo hice, ella se fue directo a mi cuello, posando sus manitos en mi pecho, tiene sueño. Valentín rápidamente empezó a gruñir y a esbozar pucheros, dios mi hijo es adorable. Mi pequeña por suerte ya estaba dormida y con suavidad la dejé en su cuna.
Vale ya lloraba, detesta que no lo tomen cuando él lo pide. Estuvo en mis brazos al instante. Su llanto calmó y ahora me miraba con atención. Es una copia en miniatura de Chris, no exagero cuando digo que es igual a él. Sus ojos son exactamente idénticos a los de él. Dios, ¿Por qué todo es tan difícil?, Chris los amaría ¿cierto?, obvio que sí, son sus hijos y es imposible no amarlos, pero es que todo lo que ha hecho...,
Alejé aquellas reflexiones.
—Que pasó mi Valentín. —le hablé a mi Valentín con una voz infantil. Él me regaló una sonrisa y me respondía con unos "abú"
Finalmente supe que tenía hambre, nos recostamos en mi cama y lo amamanté. Chris para variar en ningún minuto desapareció de mis pensamientos, estaba inquieta, mucho. No sé qué sería de mi si me lo llego a encontrar. Unos minutos después Valentín al igual que su hermanita se durmió.
En ese mismo instante recibí una llamada de un número desconocido. —Aló. —dije y me sorprendí al escuchar la voz de la persona que llamaba, era Marcos, ¿Por qué me llamaba?
—Hola Ariel. Sabes—debo decir que se notaba un poco extraño. —tengo que platicarte algo de los mellizos.
— ¿Qué, que pasó? —me preocupé.
—¡No, no es nada malo!..., solo. —tomó unos segundos. —es que olvidaste algo en mi oficina. —¿Cómo era eso? primero dice que quiere platicar y después, ¿que algo olvidé?.
—¿Qué cosa? —pregunté.
Volvió a surgir un silencio. —Mira, mejor..., he..., paso por ti en veinte minutos.
—¿No podemos conversar aquí?
—¡No! —se exaltó y le oí suspirar. —otro lado.
—Pero mis bebés están durmiendo, no puedo ir.
—he..., me contaste que tenías una amiga que vive contigo, ¿y si se los dejas a ella? —propone, como si lo hubiera planeado hace mucho. Fernanda si estaba en casa.
—¿Pero es muy importante?
—Demasiado.
Luego de unos segundos respondí. —está bien. Entonces, ¿en veinte minutos?
—¡Sí! —exclamó y cortó de inmediato.
¿Qué onda? La verdad no entiendo absolutamente nada, tampoco se me ocurre algo coherente. Bueno, será. Hablé con Fernanda, encantada aceptó quedarse con mis bebés y en menos de diez minutos, Marcos ya estaba aquí. Al parecer es importante.
—¡Hola! —me saludó alegre, nos saludamos y me percaté que estaba un poco tenso.
—¿Qué pasa? —le pregunté.
—¿Te cuento mientras vamos? —me señaló su auto y yo asentí. Una vez a dentro, no aguante más la incertidumbre, de verdad estaba muy raro.
—¿Ahora?
—No.
—¿Por qué?
—...
—¿Marcos? Me estas asustando.
—Ariel..., ¿perdóname si?
Él tomó unos segundos. —¿te acuerdas que te mencioné de mi novio?
—Sí.
—¿Y que él se llamaba Scott?
—Sí.
—Pues...,—lo miré de reojo. —¿me creerás si te digo que su apellido es Evans? —él me miró con inocencia, y yo tragué en seco. Si Marcos ahora estaba conmigo, y él era novio de Scott Evans, supongo que le ha dicho al hermano el paradero de mis hijos y de mí.— los mellizos tienen derecho a conocer a su padre, Ariel. Créeme que él tiene una buena explicación.
Todo fue un plan para separarme unos momentos de mis bebés..., ahora entendía porque.
prepárense para el próximo capítulo;).
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mellizos evans «chris evans»
Fanfic⚠️ ¡ojo! qué esta historia la escribió un bebé de quince años (hoy tengo veinte) y pese a todo el empeño que dediqué a ella claramente hay muchas situaciones que pueden parecer infantiles ó absurdas ¿ por qué ? se entiende que el conocimiento sobre...