36. Nuevos rumbos.

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Ariel.

El viaje a Nueva York fue lejos el peor viaje de mi vida, de ahí que no he podido dejar de llorar, Chris es lo peor, el peor de los poco hombres. ¡Aquello me destrozó!

«Flash back»

Tiene que hacerse responsable de nosotros.dijo aquella chica, mientras que el pequeño que cargaba en sus brazos murmuraba. (...) este niño es su hijo (...)añadió mirando al risueño bebé. No había duda, Chris siempre mintió.

«Fin Flash back»

Nunca pensé que tales engaños como este existieran, ¡me juró que nunca me mintió, que nunca se burló!, pero ahora veo que no es así.

¿Cómo pudo ser tan infeliz y sin vergüenza con aquella chica?, ¿Cómo quería formar una familia con nuestros hijos si tiene una mujer y un bebé sin reconocer?, ¡él no me merece, ni a mí ni a mis hijos!. El dolor que provocó en mi corazón es devastador. ¡Nunca pero nunca se lo perdonaré!.

Hui de allí, no quería estar cuando él volviera, esto supero todos los limites, me traicionó hasta que se cansó y yo nunca me di cuenta..., ¡le di todo por la mierda!, ¡todo de mí!

La culpabilidad de alguna u otra manera se apodera de mí, dejaré a mis hijos sin su padre, y él a pesar de todo tiene derecho sobre ellos, a conocerlos y ser parte de su vida, si hay algo de lo que estoy segura, es que los ama, con todas sus fuerzas. —acaricié mi vientre abultado, recordando las miles veces que él les habló.

¡Pero basta! ¡No cambiaré de decisión!, él no los merece y aunque me remuerda la conciencia por el resto de mi vida ya no importa, ¡me importa una mierda lo que le pase, si sufre o que se yo!, ¡Que se pudra o se muera!. A mis pequeños no les faltará nada, seré madre y padre a la vez, estaremos bien sin él y sus mentiras.

—Amiga...,—Fernanda, me ayudó de inmediato una vez que le conté, tomé un poco de ropa y en su auto vinimos aquí a Nueva York, a su antigua casa antes de llegar a Houston, frente al Central Park. —no le hará bien a los bebés que estés así.

—¿Por qué lo hizo, Fer?. —sollocé tratando de tranquilizarme, ¡odio estar así por culpa de él!, ¡todo su amor era una ridícula mentira!, ¡una estúpida historia de amor!

—Porque es un idiota, vamos ya lloraste demasiado mujer, no vale la pena, él no vale la pena Ariel y lo sabes, entiendo que el sentimiento no se te pasará de la noche a la mañana, pero escaparte es la decisión que tomaste y aunque sea inmaduro de tu parte, lo que hizo fue horrible y creo que lo más sano para ti ahora por lo menos, es no verle.

—Tienes razón. —limpié mis mejillas. —y nunca los verá. —completé. Ella se sorprendió. —jamás dejaré que Chris los conozca. —zanjé, ella no me dijo nada. Apenas pude levantarme—iré..., a dar una vuelta. —Fer asintió y luego de aquello me dirigí al baño, lavé un poco mi rostro y cuando ya estaba un poco más tranquila salí de la casa, caminando al gigantesco parque.

Como no había venido nunca antes, no entre mucho más adentro. Es bellísimo, no pude evitar recordar el paraíso, el verdoso de ambos lugares les hacía muy parecidos.

Mucha gente se encontraba haciendo lo mismo que yo, otros jugaban y en uno que otro sitio se encontraba un pequeño carrito de caramelos o algodones. Me senté en una de las bancas que habían entre medio de árboles, con esta pancita me agoto mucho más rápido, mire a mis bebés y al fin pude sonreír un poco, mucha ilusión me hace que falten tan poquitos meses para al fin cobijarlos en mis brazos...

—Perdónenme mis puntitos—quería llorar otra vez, me resistí con todas mis fuerzas, la culpa de arrebatarles a su padre me hace sentir pésimo.—es lo mejor..., les prometo que estaremos bien. —les rocé con suavidad y otra sonrisa se formó en mis labios al sentir que se movían, sus pataditas eran lejos lo más tierno que había.

Habían pasado algunos minutos, y me pregunté qué horas eran, ¿mi teléfono?. —recordé al aparato, que después de la última llamada de Chris no lo tomé nunca más, de seguro él me llamaría, pero yo ya no lo tendría para cuándo llegará a ese momento, lo dejé tirado en aquella mesa de mi departamento, no era ni soy capaz de recibir otra de sus mentiras. Decidí dejar absolutamente todo atrás.

Aquel hombre de ojos azules por más que trataba no desaparecía ni un solo instante, en realidad nunca desapareció, desde que lo conocí en la premiere, no había día en que no le pensara, y tengo miedo de que esté en mi mente y en mi corazón para siempre.

—¿Qué hace una mujer embarazada y tan bella como usted, tan sola? —esa voz habló de la nada, asustándome. Abrí mis ojos y me uní con unos dulces ojos color marrón.

saludos!

mellizos evans «chris evans»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora