31. A su lado (2).

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Ariel.

Meses antes...,

Este tiempo con Chris ha sido sencillamente fantástico, romántico, él hace de cada día el más feliz, el más especial y el más extraordinario, sus detalles, sus palabras afectuosas, tiernas. Él, me enamora más y más.

También hemos aprendido a conocernos, noches enteras han transcurrido con la luna presente, después de hacer el amor, en que nos contamos cada detalle de nuestra vida, hasta el amanecer con esa sensación protectora y cálida de estar entre sus brazos.

¡una pancita ya se está formando en mí vientre!, ¡la doctora dice que dentro de poco ya empezaran a moverse!, no hayo el minuto de ese primer momento de sentir como revolotean animosos en mi interior.

Muero de risa y ternura cuando Chris habla y habla con ellos sin cansarse, según él, los consentirá en todo y que juntos los tres me harán rabiar todo el día.

Lamentablemente, yo aún no les he dicho a mis padres y él tampoco a los suyos, me regaña y me insiste días enteros por eso, quiere hablar con ellos y comentarles de mi relación con él, de todo lo que ahora nos une, pero aún no puedo, no me atrevo, sorprendiéndome de mi misma por lo débil e insegura que he sido.

Me da pavor imaginarme la reacción de ambas familias, ¡es que todo fue tan repentino!, Chris y yo tuvimos sexo el mismo día en que nos conocimos, después cada uno fue por su lado y a las cuatro semanas, supe de mi embarazo y de casualidad él lo supo, ¿es raro? claramente lo es, sin embargo dentro de poco ya viajaré a Alemania para contárselos, con la verdad por delante, es lo que debo hacer y no lo evitaré más.

Y por cierto, ahora Chris y yo estamos en la casa del paraíso, como le llama él y realmente merece el nombre, es un campo precioso, repleto de una fauna inigualable y una laguna de aguas cristalinas.

Uno de sus más románticos detalles, es la rosa de cada mañana, puesta sobre la bandeja de un apetitoso desayuno observando por el gigantesco ventanal, el sol brillante.

Mientras ordenaba algunas cosas sentí su voz. —¡Amor! —por la puerta apareció, con una espléndida y perfecta sonrisa, se veía irresistible como siempre y me llamó la atención la venda que traía en su mano izquierda.

—amor. —le besé tomando de su rostro, parecía nervioso..., ¿extraño?, no sé, o por lo menos eso sentí. —¿Qué tienes? —decidí preguntar.

—¿Yo?

—No, yo. —reí. Él suspiro con una risita inocente.

—Nada. ¿Por qué? —iba a responderle, pero me terminó deteniéndome. —Ariel, no digas nada, ¿bueno?

—¿Qué, porque?

—¡Ves, eso no vale! —me quedé callada, sin entender. Él se separó un poco de mí y me observó feliz, sin decir palabra alguna fue detrás mío y pronuncié su nombre más confundida todavía, me vendó los ojos.

—eres mía Ariel, solo mía. —ronroneó en mi cuello, depositando un pequeño beso en este, en el momento en que sonreí con suavidad unas fuertes manos me tomaron y de reflejo enrollé mis brazos en su cuello, sin poderle ver, pero si sintiendo la ligera brisa de su respiración, acariciándome y encantándome. Ay que nervios.

—¡A dónde vamos!

—¿Qué dije?, no podías decir nada.

—eres un pesado Chris. —refunfuñé con fingida molestia y en aquel instante dejó de caminar.—¿ya puedo quitármela?

—No. —río y con facilidad sus brazos se extendieron un poco para bajarme, sin soltar mis manos. ¿Qué?, él piso se está moviendo, muy lentamente que apenas logro percibirlo. Una inclinación solo un poquito más fuerte me alerta de que él ya entró a lo que sea en donde estamos.

—Chris...,

—Ariel...,

—¡Me tienes en ascuas!

—Siempre te he tenido así, preciosa. —ríe y luego de unos segundos que se me hicieron una eternidad, dice. —¿estás lista?

—supongo. —sonrío y siento sus manos desabrochando la venda, quedando perpleja y boca abierta, ante lo que presencian mis ojos.

Estoy en una embarcación, bella como ninguna otra, muchas velas dentro de frascos la adornan y en el centro hay una especie de tálamo, con pétalos de rosas y fuentes de fruta a los lados, no puedo creer poder estar viviendo tal momento, el sol ya se esconde y el matiz que se hace con el fuego de cada candelilla, es único.

él sonríe. —¿te gusta?

—Mi amor, todo esto, está..., increíble. Es maravilloso. —seguí perpleja, aun no me creo todo esto. —¿Por qué?...,

Vi cómo se tensó nuevamente. —bueno yo..., ¿me amas verdad? —¿me está bromeando?

—Sí. —respondí.

—y...

—Chris, ¡estoy muriéndome de la incertidumbre!, al grano. —pedí con una risa.

—Está bien, al grano. —tímido curvó su boca, tiernamente. —lo que sucede Ariel es que deseo entregarme a ti en toda la extensión de la palabra, ser el único hombre en tu vida..., necesito tenerte mi amor, en todos los sentidos, incluso..., frente a dios. Pensaba decirte esto frente a tu familia y la mía, pero la verdad ya no puedo resistirme, de verdad que no puedo.

Tragué saliva e inmóvil vi como Chris se arrodillaba, esquinando su pierna derecha.

¡Awwwwwww!

Sin quitarme de encima sus bellísimos y brillosos ojos azules, sacó del bolsillo de su pantalón gris, una pequeña caja color rojo carmesí, que posteriormente abre. —

Cásate conmigo Ariel, sé mía para siempre..., por favor.

¿que le dirían ustedes?, y con esos ojitos más encima,

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¿que le dirían ustedes?, y con esos ojitos más encima,

me encantaría saber sus opiniones,

ams, este "a su lado" aun no termina, ¡besos!

mellizos evans «chris evans»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora