45. Sensaciones y verdades.

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Chris.

—¡Chris reacciona por favor! —gritó una voz muy familiar, miré hacía donde esa voz estaba y aun así no supe reconocer a la persona, todo me daba vueltas y estaba a punto de vomitar. La persona delante de mí me movió y repitió mi nombre un par de veces. Era Scott, mi hermano.

—¿Qué haces aquí?, ¿Cómo supiste donde estaba? —le pregunté, ¿Cómo mierda se enteró? Antes de venir aquí me aseguré de que nadie me encontrara. Cuento corto, estoy en un bar de un pueblo alejado a las afueras de Boston, mi lugar preferido estos últimos seis meses. Sí, me convertí en un pobre cobarde drogadicto y alcohólico. Pero que le voy hacer, borracho es mi única manera de llevar tanto sufrimiento, ni seis meses han sido capaces de aliviar aunque sea un mínimo el daño que tengo en el corazón.

—Dios, hermanito. —Scott me abrazó y tomó de mi brazo. —Ahora mismo te llevo a casa.

—¡No! —le respondí agresivo y le mandé un sorbo a la botella de ron que tenía en la mesa. —¡Así estoy bien!, ¡vete!

—¡No me iré sin ti Chris!

—¡Entiende por favor!

—¡¿Qué quieres que entienda Chris?! ¿¡que mi hermano se está haciendo mierda y yo tengo que quedarme aquí sin hacer nada!?, Chris, mamá y papá, todos, estamos pésimo porque no tenemos idea de ti.

—¡¿de verdad crees que sería agradable para ellos ver el despojo que me he convertido?! —me solté de su agarre, pero fue inútil. Está decidido a sacarme de aquí.

—¡Eres un idiota! —vi de sus ojos nacer algunas lágrimas, se sentó a mi lado y dijo. —¡Pero porque estás así!, ¿¡qué pasó con Ariel!?

—¡De esa maldita no me hables!, ¡es por ella que mi vida ahora es un infierno! —me largué a llorar. Mi hermano me miró extrañado, con lastima, como nunca lo había hecho. —vamos. —se limitó a decir, me abrazo una vez más y no me resistí cuando me llevó a su lado. Cuando nos encontrábamos en el auto, le conté absolutamente todo, me desahogué con él.

Y lo repito, es increíble que a pesar de todo yo no la odie, el amor tan grande que vive en mí no da paso al rencor, la necesito...,

Y mis bebés, ellos que no eran míos, Ariel los hubiera tenido ya hace seis meses, y yo sería el hombre más feliz de la tierra, hubiera sido feliz incluso si no me decía la verdad y seguía con su farsa; Dentro de su asquerosa mentira, yo hubiera sido feliz.

El viaje fue extenso, una hora después divisé mi imponente casa de Boston, una mansión excesivamente grande. Sandra por cierto vive conmigo, no sé ni porque la invité, en una de esas y ojala ya no este. Cuando entré, agradecí porque no estaba.

Decidí cambiar mi aspecto antes de ir por mamá, Scott le avisaría que yo estaba bien y ya en la noche iré a visitarla.

—Como estoy, de verdad que no me podría aparecer, mamá moriría de pena, soy un despojo humano. —miré mi rostro en el espejo, soy un desastre, no soy nada, solo un ser rico en tristeza y rabia.

Cuando ya estaba completamente aseado me miré una vez más, ahora si parecía persona y por lo menos podría disimular aunque sea un poco lo mal que estoy frente a mis padres. Al salir del baño, suspiré y quise tomar un poco de vodka, creo que en serio me volví alcohólico. Pero no, ahora no puedo tomar.

Llegaba a la primera planta de mi casa cuando me detuve, escuché a Sandra llorar. Me acerqué un poco y la vi junto a su madre.

—Por mi culpa Chris desapareció, quizás como está, antes de irse era un drogadicto. —ella le decía. ¿Su culpa?

mellizos evans «chris evans»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora