¡hola! ¿como están?, hee, les cuento que desde ahora subiré de a dos capítulos): y por favor no me maten por lo que habrá allá abajo. Aprovecho también para hacer un llamado a mis lectores fantasmas, me encantaría saber que piensan de mi historia, ¡saludos y gracias por todo!
38 «Sin ella»
Ya ha pasado una semana desde que Ariel se fue. —miré mi teléfono, el cual después del impacto se quebró, pero aún servía, el mensaje estaba ahí y no podía evitar mirarlo una y otra vez, preguntándome todo el tiempo porque ella mintió tanto. —ha sido una semana espantosa, asquerosa, aún no se bien que palabra la definiría mejor, tal vez ¿horrorosa? más, ¡mucho más!
¡zorra maldita te odio!
Lancé la botella de pisco contra la pared, quebrándola en mil pedazos, el líquido se desparramó por el suelo.
Y pensar que los seres que llevaba en su vientre nunca fueron míos, y si es cierto que los perdió...,—abrí otras de las botellas y bebí un gran sorbo, tratando de quitar de mi mente, con todas mis fuerzas, el destino de esos pequeñitos inocentes. —...,
Ariel tampoco nunca fue mía, y la detesto porque ella prometió serlo, para siempre. —tomé un poco más. — Te maldije, te maldigo y te maldeciré todo lo que me quede de vida, Ariel Levy.
Agarré mi teléfono y lo revise con un tranquilidad que me sorprendió, una fina grieta del celular destruido, atravesaba un número que acababa de marcar, dudé en contestar, y al hacerlo creció al instante el deseo de desquitarme aunque sea engañándome a mí mismo, porque yo a Ariel nunca le importé.
—Chris..., ¿estás ahí cierto? Contesta por favor. —era Sandra.
39 «sin él»
—¿Qué te hace pensar que iré contigo a dar un paseo? —el hombre que me encontré en el Central Park, Leandro Stewart, es todo un personaje. Ahora aparte de haberme seguido ayer hasta la casa de Fer, me invita nuevamente al lugar en que lo conocí, para charlar de la vida según él.
—Porque no sería la primera vez que te dejas acompañar por mí. —él sonrío dulcemente.
—hey, hey eso no fue así, yo me vine sola, tú me seguiste y yo no me di cuenta hasta que llegamos.
—Es casi lo mismo..., ¿vamos?.
Reí. —¡Ni siquiera te conozco!
—eso se podría remediar si tú me concedes esta salida.—negué, él me miró con ternura, era realmente muy tierno.
—está bien. —dije finalmente con aún muchas dudas, algo de él me hizo que aceptara. —de todas maneras iba a ir para allá...—Suspiré y con resignación me situé al lado de él.
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mellizos evans «chris evans»
أدب الهواة⚠️ ¡ojo! qué esta historia la escribió un bebé de quince años (hoy tengo veinte) y pese a todo el empeño que dediqué a ella claramente hay muchas situaciones que pueden parecer infantiles ó absurdas ¿ por qué ? se entiende que el conocimiento sobre...