25. descanso (1/2).

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Ariel.

—Chris ya basta. —digo y detengo el auto, estacionándome rápidamente y saliendo del vehículo para tomar un poco de aire, o más bien, tratar de no llorar.

—Ariel. —llama Chris tomándome por la espalda, un escalofrío recorre mi cuerpo. —mi amor..., no discutamos más y seamos felices de una vez los cuatro juntos, por favor.

—Chris qué más quisiera, ¿crees que es fácil todo esto para mí? No, no es fácil. Hay muchas cosas que yo sé que me ocultas, por ejemplo esa mujer, Sandra. A ella la engañaste de una manera horrible.—permanece cabizbajo. —No sé quién eres Chris Evans, no te conozco...,

—¡entonces dame la oportunidad para que me conozcas! —salta y me toma de la cintura. —solo una Ariel, para demostrarte que te amo y que he cambiado, por ti.

—No lo sé Chris. —respondo después de algunos segundos. —¿podemos irnos? La ecografía de nuestros hijos es en media hora más. —termino de decir, y él sonríe ligeramente.

En aquel instante me pregunté.

¿Por qué es que me cuesta tanto confiar en él? ¿Por qué tengo tanto miedo de amarlo? Definitivamente aún no logro confiar en él, mi maldita inseguridad no me deja...,—le miro atentamente, mientras sube a mi auto. — pero ya no más de eso, yo lo amo, con todas mis fuerzas, y eso es lo único que valdrá de ahora en adelante.

Al subir yo también, manejo rápidamente hacía la clínica. Llegando bajamos ansiosos, y una sonrisa aparece en el rostro de ambos cuando Alexandra, la matrona, nos llama. Chris acaricia mi vientre, y al instante tomamos rumbo a la enorme sala.

—¿Cómo están chicos? —nos pregunta la doctora, sonriente.

—Bien. —respondo al mismo tiempo que Chris dice. —mal. —en ese momento, la doctora abre unos tremendos ojos, claramente confundida. Tanto yo como Chris, fijamos la mirada en el otro.

—Estamos bien. —insisto.

—¿Para qué mientes Ariel? —interrumpe Chris. —¡Estamos mal doctora! ¿sabe porque? . —cree se ve serio, pero en realidad sólo veo a un niño exageradamente tierno dando explicaciones. —Porque ella no me cree que la amo y que quiero compartir el resto de mi vida a su lado. ¡No entiende doctora!, porfiada.—termina de decir y yo no puedo evitar sonreír, como la doctora también lo hace. De verdad que parece un niño.

Aguantándome las ganas de lanzarme a él y besarlo con todas mis fuerzas, controlo un poco mi exuberante risa y miro hacia otro lado cuando Chris me mira enojado, aunque igual de adorable.

—¿Qué? ¿Cuál fue el chiste? —se cruza de brazos.

—nada, nada. —río y la doctora me sigue, provocando la tierna molestia de Chris, jura que se ve enfadado.—¿quieres sentarte? —digo y Chris lo hace sin protestar más.

—Bueno chicos. —ríe. —es hora de ver a sus bebés.

En el rostro mío y en el rostro de él, se dibuja una sonrisa de oreja a oreja. En silencio me dirijo a la camilla, en compañía de Chris quien me toma de la mano, me encanta que haga eso, bueno, cada movimiento, cada caricia que deposita en mí, me fascina.

La verdad estoy un poco nerviosa, necesito saber que están bien, que crecen sanos y que dentro de muy pocos meses los tendré en mis brazos. Alexandra, luego de haber colocado gel en el ecógrafo, lo circula sobre mi vientre.

Siento una gélida sensación que se explaye en mi vientre, y yo fijo mis ojos en la pantalla que está al frente, en cualquier momento saldrán mis hijos.

mellizos evans «chris evans»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora