Hey, viejo amigo

Ocho

Hey, viejo amigo.

No he dejado de pensar en si habrá alguna forma de hacer que me perdones.

No es que espere un milagro o una reconciliación de película, pero la realidad es que cualquier pequeño paso en la dirección correcta sería suficiente para mi.

Solo quiero poder volver a mirarte a la cara sin ver todo ese odio y rencor en tus ojos. Porque ese odio duele más que cualquier cosa.

Fue por eso que pensé que si te ayudaba quizás podría servir para que empezaras a verme de otra forma. Y fue por eso que esta mañana, cuando estábamos en clase de gimnasia y te vi recibir esa pelota con tu cara fui el primero en correr hacia ti.

Me hubiera gustado hacer una broma al respecto, del mismo modo en que lo habría hecho de ser todo como era antes, pero tuve que recordar que las cosas habían cambiado desde aquel entonces.

Te di la mano, y no tenía que ser adivino para saber que no te gustaba la idea, pero aún así aceptaste.

Estaba muy contento, pensé que ese era el primer paso hacia el perdón que tanto deseaba.

Pero entonces te fuiste sin más, en un silencio que dolió casi tanto como un golpe en el estómago.

No pude evitar notar la ironía del asunto, la realidad es que me lo merecía.

¿Por qué me permití pensar por un momento que sería así de fácil?

Tu viejo amigo.