Treinta y dos

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Hey, viejo amigo.

Desde lo de que pasó ayer estoy seguro, si tenía dudas sobre si quería volver a ser tu amigo ya desaparecieron.

No tengo palabras para decirte lo feliz que me hiciste en esa ocasión con solo esas palabras, lo contento que estaba de saber que me dabas la oportunidad.

Quiero que sepas que pienso tomarla.

Fue por eso que hoy logré convencer a Max de sentarnos contigo y tus amigos durante el almuerzo.

Menos mal que él estaba conmigo, estoy seguro de que si no hubiera sido por él, Andrea me habría sacado de la mesa a patadas. Por lo menos gracias q él pude sentarme en la misma mesa que tú.

Desgraciadamente fue todo lo que pude hacer.

Andrea no me lo está poniendo sencillo. Cada vez que iba a decir algo me daba un puntapié por debajo de la mesa. Mi pierna todavía duele.

¡Y como si fuera poco luego de un rato Natalia pasó junto a nuestra mesa!

Me puse nervioso, no hablaba con ella desde que rompió conmigo. No quería que se acercara, me miraba como si fuera a gritarme, no tengo idea de porqué, pero cuando parecía que iba a acercarse apareció aquel amigo tuyo Ian.

Agradecí que lo hiciera, pero no me sentí tan bien cuando se sentó a tu lado y te rodeó con sus brazos.

Me molesté, aún trato de entender el porqué.

Como sea, esto sólo confirma que no tendré el camino fácil. Pero creo que ya sé que debo hacer primero.

Tengo que conseguir caerle bien a Andrea.

Dios, siento que voy directo a la boca del lobo. Deséame suerte.

Tu viejo amigo.

Hey, viejo amigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora