Hey, viejo amigo

Cincuenta

Hey, viejo amigo.

Esto es demasiado frustrante, hasta el punto de que me dan ganas de llorar. El West de hace unos meses habría pensado que era estúpido, que un chico no debería llorar por este tipo de cosas, pero la verdad es que poco me importa eso ya.

El West del pasado era un completo idiota —aunque no se aleja mucho de como soy ahora, la verdad—.

Es que toda esta situación me crispa tanto los nervios que ya no sé qué más hacer que llorar. Incluso he empezado a hacerlo mientras escribía la última carta, al recordar las miradas de odio que me diste cuando me encontraste en tu habitación y como me echaste de tu casa antes de que pudiera decirte cualquier cosa. Fue esa la causa de que no pudiera terminar de escribirte.

La realidad es que es algo estúpido, considerando que ni siquiera lees estas cartas. Pero viendo lo sucedido esa noche, creo que entiendes a que me refiero, ¿no?

Lo que más me molesta de todo es que no pude decirte nada de lo que quería explicarte, y ahora que he leído todas esas cartas, ahora que he visto todo lo que nunca me dijiste, son mayores las ansias que tengo de hablar contigo.

Porque así como callaste todo aquello que escribiste en esas hojas, yo también he callado muchas cosas que he querido —y debido— decirte Chris.

Aún no puedo creer que te gustaba. Corrijo: No puedo creer que te gustaba y nunca me di cuenta de ello. ¿Por qué fui tan condenadamente estúpido?

Y como si fuera poco, mi madre me encontró llorando mientras escribía la última carta (otra razón de que no la acabase) y me ha pedido una explicación sobre ello. Aún no estoy listo para decírselo, por eso la he evitado desde entonces.

Todo esto me está superando, ¿por qué justo cuando tengo en claro lo que siento y lo que quiero todo tiene que ponerse tan difícil?, ¿a quién diablos molesté tanto como para que me ocurra todo esto? Y más importante, ¿por qué no regresé esa noche a tu casa y te dije todo lo que debería haberte dicho?

Desearía haberlo hecho, entonces te hubiera explicado todo. Como me duele en el alma todo lo que te hice, como deseo con todas mis fuerzas enmendarlo, como te deseo tanto que me duele no haberlo entendido antes y como yo también he plasmado todo lo que alguna vez debería haberte dicho en estas cartas que nunca te he mandado. Pero no lo hice y, aunque me duela admitirlo, sé cual fue la razón. Y es que siempre soy un cobarde cuando se trata de ti.

Pero ya no más, nunca más.

Tu viejo amigo.