¿La gente cambia o lleva una máscara?

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Es una gran pregunta que me he cuestionado. ¿La gente cambia con el tiempo o se pone y quita máscaras, mostrando su verdadero yo o, por el contrario, escondiéndolo? Lo que sé es que hay personas que he conocido hace tiempo y, a las cuales, ya no reconozco. 

Quiero creer que evolucionamos, maduramos y descubrimos quiénes somos por el camino. Sin embargo, soy consciente de que no todos los casos son así. Hay gente que vive sin saber quién demonios es, sin madurar y que, en vez de evolucionar, da pasos hacia atrás, como los cangrejos. Es el caso de personas que conozco, que involucionan, repiten viejas acciones y no las modifican. No ven el potencial que hay en ellos, no quieren sacarse partido y prefieren vivir lamentándose de la más mínima cosa, por insignificante que sea. 

Reconozco que a veces no veo mi potencial, que me centro en lo negativo y no veo lo positivo que me rodea. Pero yo intento avanzar, intento salir adelante y, sí, a veces tropiezo con la misma piedra más de dos veces incluso, pero es lo que tiene el ser humano. Somos el único ser vivo (en teoría) que tropieza dos veces con la misma piedra. 

Hay personas que abandonan su verdadero yo por alguien más. Una cosa es mejorarse a sí mismos, superarse, pero otra muy distinta es perder la identidad solo para gustar o agradar a alguien, nos lo hayan pedido o no. Si hay que transformarse para satisfacer, es que esa persona por la que dejamos de ser nosotros mismos no vale la pena. 

Otra gente se presenta diferente a lo que es de verdad. Se muestran agradables, pero cuando llevas un tiempo conociéndoles, muestran su verdadero yo y ves que no son lo que parecían, que llevaban una máscara, como los que se transforman para agradar a alguien, con la diferencia de que esta última clase de personas lo hace con mala intención, para hacer daño. 

Y luego están nuestras mentes, esas que hacen que idealicemos a personas, que no veamos la realidad y nos convenzamos de que son de una forma que no son. Después, tras convivir, viene el desencanto. Eso es lo que me ha pasado a mí, no una, sino muchas veces. 

Así que, ¿cambiamos o llevamos máscara? 

Algunos evolucionan con el tiempo a mejor, otros a peor. Pero la mayoría hemos llevado máscaras alguna vez en nuestra vida. El reto está en saber quitárselas y ser nosotros mismos, valorarnos y superarnos cada día. Sin embargo, a pesar de lo poco que nos gustan las máscaras y lo mucho que decimos que nos gusta lo auténtico, a veces nos empeñamos a ponérselas a otras personas, aunque sea involuntariamente, para ver lo que nosotros queremos ver. 

Por ejemplo, un padre se empeña que su hijo sea como él o el mejor en algo, le pone una máscara para ver a quien quiere ver, le quita la identidad a su hijo, que tiene una personalidad formada o en formación y sus propios sueños y aspiraciones. Otro ejemplo sería una chica "enamorada" que cree que el chico que le gusta es de cierta manera, el más perfecto, y se desilusiona cuando con el tiempo ve que no es así, que se ha enamorado de una quimera, de una máscara perfectamente confeccionada por ella misma, al no querer ver los defectos que tenía ese chico y lo poco que en realidad la valoraba. 

Por tanto, no me gusta decir que cambiamos, sino que evolucionamos. Recorremos un camino para descubrir quiénes somos y hacia dónde vamos, aunque, a veces, por miedo, nos ponemos máscaras o se las ponemos a los demás. 



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