Ojalá nunca te hubiera conocido

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Ya no queda nada que contar, ni me quedan lágrimas por derramar. Pero sigue doliendo demasiado. Cada segundo, cada recuerdo. Todo.

¿Qué hacer cuando no hay nada más que pueda decir? ¿Qué hacer cuando ya están dichas todas las palabras que expresan el dolor? Porque yo no lo sé, no sé cómo darle al interruptor para que deje de doler, no sé cómo apagar el fuego de la rabia y la traición que arde en mi interior, acabando con todo.

Quemé todos mis cartuchos, llené mi corazón de algodones y esparadrapo y lo anestesié. Pero el miedo no se va, ni tampoco el dolor y el resentimiento.

Solo me queda decir una cosa y ni siquiera siento un poco más de alivio al decirlo: ojalá nunca te hubiera conocido. Si no lo hubiera hecho, nunca me habría sentido tan mal, nunca habría llorado tanto, no hubiese cometido los errores que cometí y seguiría sin querer ver que en el mundo puede haber gente tan mala como tú. Quizás te tenga que dar las gracias por ello, pero no quiero dártelas, porque sé que de no haberte cruzado en mi camino, estaría mejor y quizá sería hasta feliz y no tendría esta sombra de tristeza persiguiéndome a todas partes, recordándome que existes y, aún peor, que hay más personas como tú. 

El rincón de mis desastresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora