Como una muñeca TRILOGÍA VENGANZA I [Terminada]

19

Mi madre se fue de la casa sin antes llenarme de besos y abrazos y secarse las lágrimas, le prometí que la llamaría y que le mandaría mensajes para que no se preocuparan por mi.

Eran las once de la noche y un taxi la esperaba abajo, desde el balcón le pude decir adiós con la mano a la vez que le sonreía y ella me lanzó un beso al aire.

Ya se había alejado el coche, y yo aún seguía en el balcón.
A pesar de que la mayoría del tiempo he estado sola y no me hacían mucho caso, los iba a echar de menos.

Entré dentro cerrando la puerta corredera del balcón y me fui a mi cuarto para leer la carta, pero llamaron a la puerta.
Me dirigí hacia ella y miré silenciosamente por la mirilla.

Melune, ¿en serio?

-Venga Steny, sé que estás ahí- dijo.

Yo sin embargo no le hice caso y me fui de nuevo a mi cuarto, pero este aporreó la puerta bruscamente.

-¡Steny, abre!- gritó.

¿Qué le pasa? ¿es en serio que esto me está pasando?

-¡Ey, ey, ey!- pude oír la voz Clady a través de la puerta- ¿Qué haces gritando como un loco?
-Quiero hablar con tu amiga- le contestó este.
-¿Hablarle?- se rió- ¿Llevas seis años sin hablarle desde que viviste aquí y ahora lo haces?- volvió a reírse.

Abrí la puerta y me crucé de brazos.

-Qué quieres- le dije secamente.

Me volvió a mirar de arriba abajo, la verdad es que no sé por qué salí sólo en camiseta, pero ese momento no era para avergonzarse.

-¿Y bien?- le volví a hablar.
-Quería decirte que te alejaras de él- me dijo apoyando su mano en el marco de la puerta.
-¿De quién?- preguntó Clady por mi.
-De Siul- dijo mirándome aún.

Mi corazón recibió un pinchazo inesperado.
¿Que me aleje de él? ¿por qué?

-No es quien crees que es- dijo Melune tras ver mi expresión de terror.
-Melune...- dijo Clady- ¿No estarás haciendo una de las tuyas para llevártela a la cama, no?- se cruzó de brazos.

Este se rió ante el comentario, pero a la vez sonrió pervertidamente.

-Podría hacerlo- dijo mientras que me volvió a mirar de arriba abajo- pero no, sólo es un aviso- se llevó la mano al pelo y se dio la vuelta.
-A...¿aviso?- dije finalmente.

Se giró y me sonrió.

-Si necesitas algo, ya sabes donde estoy- fue lo único que me dijo.

Cerró la puerta.

Clady entró a mi casa refunfuñando y yo cerré la puerta algo asustada y dudosa.
No podía quedarme así, ¿por qué me tengo que alejar de Siul?
Tenía que hablar con él.

-Steny, no le des más vueltas- me dijo Clady al verme aún apollada en la puerta- si no te ha hablado durante todos estos años que lleváis de vecinos ¿por qué te habla ahora cuando tienes novio?- dijo con el ceño fruncido mientras que se sentaba en una silla de la cocina.

Tenía razón, siempre me ignoraba cuando me veía y ahora me habla, me estará gastando una broma.

Y de repente me llegó a la cabeza la palabra novios, la cual había dicho Clady ¿cómo sabe que somos novios?

-¡Oye! ¿cómo sabes que Siul y yo somos novios?- le dije dándole un manotazo a la mesa.
-Chica, me entero de las cosas muy rápido- se rió- él mismo me lo dijo, ya que tu no me cuentas nada...- dejo caer la última frase.
-Si te cuento, pero cuando puedo- le rectifique la última frase.
-Bueno, bueno, es verdad, que últimamente estas siempre con Siul- dijo mientras que se llevaba las manos a la cabeza.

Yo me reí.

-Por cierto, me dijo Milda que ha visto a tu madre en un taxi saliendo de la ciudad.
-Si, se fue a vivir a donde se fue de vacaciones, se compraron una casa- le dije mientras que abría la nevera.
-Osea, que estas sola en casa...- me dijo con un brillo de felicidad en los ojos.

Me temía lo peor.

-¿Podría quedarme a vivir aquí?- me preguntó poniendo sus manos rezando.

Lo sabía.

Suspiré.
-Que te quede claro, que aquí no se hará ninguna fiesta y que la hipoteca la paganos a medias- le dije fulminándole con la mirada.

Esta ya me había dado un abrazo tan fuerte que por pocas no me había quedado sin aire.

-¡GRACIAS, GRACIAS, GRACIAS!- me gritó al oído- Te juro que colaboraré en todo- me dijo aún en el abrazo.
-Vale, vale, pero, para ya, que me estoy quedando sin aire- le dije casi sin fuerzas.

Rápidamente se apartó de mi y me plantó un beso en la mejilla.

-No te arrepentirás- me dijo mientras recogía su mochila y salía de casa.
-Eso espero- le dije mientras que me incorporaba.